Aunque haya quienes se creen verdaderos expertos, quizás los seres humanos seamos de las especies más torpes a la hora de buscar parejas de apareamiento. El resto de animales lo tienen claro. Dibujos en la arena, bailes, exhibición de plumas o incluso beberse la orina del otro, como las jirafas, son algunos de los métodos más utilizados. Todos por igual, quizás con pequeñas variaciones, pero de forma efectiva y segura. Lógicamente, somos una especie mucho más compleja y, más allá del humor, sería un error compararnos con ellos. No obstante, resulta curioso lo fácil que parece para algunas especies.
Es el caso del campanero blanco y el guardabosques gritón, dos aves conocidas por emitir sonidos realmente potentes para atraer a las hembras. De hecho, el reclamo del primero acaba de convertirse en el más fuerte jamás grabado, después de que un equipo de científicos, cuyos resultados se han presentado en Current Biology, lograra captarlo y medir la intensidad del sonido.
Los más ruidosos
Tanto el campanero blanco (Procnias albus) como el guardabosques chillón (Lipaugus vociferans) viven en las montañas de Brasil, donde sus ruidosos cantos se oyen prácticamente por encima de cualquier otro sonido.
El primero llega a alcanzar los 125’4 decibelios, mientras que el segundo se queda un poco por debajo, en 116 db, pero igualmente muy por encima de la intensidad de 85 db, considerada dañina para el oído humano.
Cabría pensar que esto pudiera ser más molesto que llamativo para las hembras, pero en realidad no solo se sienten atraídas por él en la distancia, sino que suelen posarse junto a los machos en las ramas de los árboles mientras cantan. Estos, además, giran sus cuerpos para cantar la última nota directamente hacia ellas, que no parecen inmutarse.
El resultado es un sonido extremadamente fuerte, que se compensa con una duración mucho más corta que el canto de cortejo de otras aves. No es fácil emitir un trino de estas características. De hecho, los autores del estudio recién publicado han comprobado que, a pesar de ser pájaros pequeños, que apenas llegan a los 250 gramos de peso, tienen costillas y músculos abdominales inusualmente gruesos y bien desarrollados.
Solo así pueden emitir reclamos más fuertes que una discoteca (110 decibelios), un concierto de rock (120 decibelios) o una motosierra (125 decibelios). Por suerte, en el siguiente vídeo está amortiguado para que no sea tan intenso, no es necesario que bajes el volumen a tope.
A partir de 85 decibelios el sonido comienza a ser dañino en exposiciones largas y por encima de 120-130 se supera el umbral del dolor. En definitiva, exponernos muy de cerca al canto del campanero blanco podría resultarnos doloroso. Pero a las hembras de su especie no. Razón de más para dejarles tranquilos disfrutando de su amor. O lo que surja.
Fuente: hiperrextual.com