El gimnasio nos hace más listos. La ciencia lo explica
Es lo que se dice «matar dos pájaros de un tiro». Según el estudio Physical Exercise Performed Four Hours after Learning Improves Memory Retention and Increases Hippocampal Pattern Similarity during Retrieval, publicado recientemente en la revista Current Biology, la práctica de ejercicio físico con una intensidad media llevado a cabo cuatro horas después del estudio favorece la consolidación de la memoria asociativa.
A esa conclusión llegan los investigadores que han participado en el trabajo coordinado por el profesor Guillén Fernández, quien además es director del Instituto Donders del Radboud University Medical Center (Países Bajos). El experto puntualiza que «el grado de esfuerzo que debemos imprimir a la actividad debería ser de nivel medio, ya que si está por debajo no segregaríamos ni la dopamina ni la noradrenalina necesarias para llevar a buen término el proceso de fijación de recuerdos».
Al día siguiente no vale
Pero, ¿por qué el profesor Fernández y su equipo llegan a la conclusión de que el ejercicio aeróbico practicado cuatro horas después de hincar los codos fortalece la memoria? ¿Es que no es posible conseguir resultados similares si realizamos esa misma actividad inmediatamente después de estudiar o más allá de las cuatro horas? La respuesta del experto abre una horquilla de cinco horas, estableciendo como el periodo de tiempo estimado para la óptima fijación de conocimientos entre la primera y la sexta hora posteriores al estudio. Según el profesor, en este tiempo «los efectos obtenidos podrían ser parecidos». Además, Fernández advierte de que «aunque en la actualidad no existen estudios que especifiquen con exactitud el intervalo ideal, lo que sí se puede concluir es que ese lapso es de entre una y seis horas, ya que así lo demuestran las respuestas aportadas por los sujetos de la investigación».
Ahora bien, para entender correctamente tal afirmación, veamos en qué consistió el trabajo. El equipo holandés pidió a 72 personas que memorizaran durante 40 minutos la posición de 90 imágenes. Después dividieron a los participantes en tres grupos: los que practicaron deporte acto seguido, los que lo hicieron pasadas cuatro horas y los que permanecieron en reposo. Los dos primeros pedalearon durante 35 minutos con una intensidad media.
Al cabo de dos días, todos los individuos objeto de estudio repitieron el examen mientras se escaneaba la actividad física de su cerebro. Los resultados eran sutilmente diferentes entre unos y otros, siendo las respuestas más precisas las de aquellos que hicieron ejercicio pasadas cuatro horas.
Culpe a sus hormonas
Los datos nos permiten afirmar que el ejercicio favorece la memorización. Pero, ¿qué explicación hay detrás? El propio profesor Hernández lo aclara: «Continuamente estamos creando nuevos recuerdos, la mayoría de los cuales se olvidan rápidamente. Y es que son pocas las experiencias que recordamos pasados los años. La memoria a largo plazo requiere la confluencia de ciertas condiciones, tanto durante la experiencia susceptible de ser recordada como mientras se produce el proceso de estabilización de los recuerdos [entres una hora y 6 después]». En concreto, el profesor se refiere a la presencia de dos neurotransmisores, la dopamina y la noradrenalina. «La segregación de ambas sustancias impulsa la producción de ciertas proteínas relacionadas con la plasticidad, las cuales contribuyen a la fijación de los nuevos recuerdos», asegura Fernández. Dado que el ejercicio aeróbico segrega dopamina y noradrenalina, damos por despejada la ecuación.
Fuente: El País