El recién descubierto C/2019 Y4 podría ofrecer un gran espectáculo en mayo y competir con Venus en el cielo nocturno
“Los cometas son como los gatos: tienen cola y hacen exactamente lo que quieren”, dijo una vez el astrónomo David Levy. Y es que resulta complicado saber a ciencia cierta el espectáculo que pueden llegar a ofrecer estos cuerpos. Pero se acerca uno que tiene muy buena pinta.
El cometa en cuestión se llama C/2019 Y4 y cada vez resulta más brillante en los cielos nocturnos del hemisferio norte. También ha sido apodado como ATLAS en honor al aparato con el que se detectó el pasado 28 de diciembre: el Asteroid Terrestrial-Impact Last Alert System , un sistema de inspección astronómica con sede en Hawái encargado de detectar objetos pequeños en torno a la Tierra días antes de su aproximación más cercana.
El rápido aumento del brillo del cometa desde su descubrimiento tiene a los astrónomos muy pendientes de él. De momento, ha superado todas las predicciones realizadas hasta la fecha, que vaticinan la posibilidad de que resulte observable a simple vista a partir de la segunda quincena de abril. ATLAS podría llegar codearse con Venus o incluso sobrepasarlo según algunos modelos.
“Es muy buen candidato para que nos de alguna sorpresa”, dice Joan Anton Català , astrofísico y divulgador científico. “Si finalmente da un espectáculo, este ocurrirá sobre la tercera semana de mayo”.
Para medir el brillo de un cuerpo celeste se emplea la magnitud estelar. Se trata de una escala poco intuitiva ya que cuanto menor sea su valor, mayor es el brillo del objeto. Además, no sigue un aumento lineal, sino logarítmico: un punto menos equivale a dos veces y media de aumento en la intensidad luminosa. El límite en el que los cuerpos pueden verse a simple vista se encuentra en la magnitud 6.
Las primeras veces que ATLAS fue observado presentaba una magnitud 19. En estos momentos se encuentra en magnitud 8, a dos puntos de ser observado sin ayuda de aparato alguno, para lo cual deberá lograr multiplicar por cinco su brillo actual. Según las previsiones, no solo rebasaría este número, sino que podría lograr valores cercanos a 0.
Pero como se comentaba al principio de este artículo, los cometas son muy impredecibles por lo que no se puede saber exactamente cómo evolucionará ATLAS ni, por tanto, hacer afirmaciones inequívocas sobre la intensidad de su brillo en unas semanas. Podría fragmentarse y no ser observable según se aproxima al Sol. O, por el contrario, el desprendimiento de un trozo de roca tal vez provoque una repentina liberación de partículas que incremente la luz percibida.
“Los cometas a veces pueden producir saltos de dos o tres magnitudes en su brillo”, explica Català. Y si uno no está atento, se lo pierde. Como el caso del cometa Holmes en 2007, que, en menos de 24 horas, pasó de ser un débil cuerpo de magnitud 17, a un objeto más que visible de magnitud 2,5. Por eso, “hay que seguirlos de cerca y estar muy al tanto de su evolución”, dice el científico.
Por el momento sí se sabe con seguridad que ATLAS se localiza más allá de la órbita de Marte y que alcanzará el punto de su órbita más cercano al Sol (perihelio) el 31 de mayo. En ese instante se encontrará muy próximo a la estrella, a 37, 8 millones de kilómetros de distancia, y pasará por dentro de la órbita de Mercurio.
De ahí que aumente su luminosidad cerca del final del mes. Un cometa típicamente incrementa su brillo al aproximarse al Sol, porque, según explica Català, esto depende tanto de la luz reflejada en la roca que conforma su núcleo como del tamaño de sus colas, formadas por partículas y gases que se subliman y por componentes cargados eléctricamente.
La órbita estimada para ATLAS es de entre 5.500 y 6.000 años de duración con un recorrido similar al que describe el conocido como Gran Cometa de 1844 o C /1844 Y1. Es muy típico que el calor del Sol y su gravedad fragmenten a los cometas, por lo que ambos podrían proceder de un cuerpo que ocupaba esa órbita y se fracturó, o bien ATLAS podría descender del propio C /1844 Y1.
La última vez que ATLAS cruzó el cielo, la humanidad estaba aprendiendo a dominar el uso de los metales. Tal vez ahora vuelva para sorprendernos. De momento lo que queda es rastrear el cometa durante las próximas semanas para ver su evolución. Quien disponga de un telescopio lo puede dirigir hacia el este de la Osa Mayor, en los límites de la constelación de Camelopardalis desde donde se desplazará para llegar, a mediados de mayo, a la constelación de Perseo.
Fuente: lavanguardia.com