Si pensamos en un animal veloz, lo último que se nos viene a la cabeza es un caracol. Y sin embargo, como demuestra un artículo reciente, el animal con la mayor velocidad de ataque es precisamente un caracol. Claro, que no es un caracol “común”.

La especie de la que hablamos es Conus catus, una especie de caracol marino al que en inglés llaman “caracol cono” – cone snail. Esta especie es curiosa por un par de motivos. En primer lugar, porque son carnívoros, mientras que la mayoría de gasterópodos – el grupo al que pertenecen caracoles, babosas y afines – son herbívoros.

La segunda razón es cómo realizan la caza. Una de las características que definen a los gasterópodos es la rádula, una estructura anatómica que les sirve para comer. En la mayoría de especies, la rádula funciona a modo de “lengua” que raspa el alimento gracias a unos dientes compuestos de quitina. Alimento vegetal, no lo olvidemos.

Pero no el caracol cono. Para poder cazar a sus presas, este caracol ha modificado el uso de su rádula. Ya no sirve para raspar el alimento, si no como arpón. Los dientes de esta especie son capaces de inyectar un veneno muy potente que paraliza a sus presas.

Y por eso el caracol cono necesita disparar su rádula de manera tan veloz. Este animal caza desde otros moluscos a pequeños peces, pasando por crustáceos. Todos ellos nadadores hábiles, capaces de desplegar velocidades de nado relativamente altas.

Pero el caracol cono no se desplaza a tanta velocidad. Así que necesita disparar su rádula de manera tremendamente veloz, de manera que inyecte el veneno rápidamente en sus presas y no tengan tiempo de alejarse demasiado de él. Porque si lo hiciesen, terminaría por perderlas.

Lo curioso es que este ataque es hasta dos órdenes de magnitud superior a la velocidad de la presa. Esto son 100 veces más, algo que no parece tener demasiado sentido – es mucho, mucho más veloz de lo que sería necesario – y que los investigadores aún tratan de explicar.

Pero no cambia el hecho de que el ataque más veloz lo realice un caracol.

Fuente: Yahoo Ciencia