El ADN da un giro a la historia de un grupo de nativos americanos
Los genomas antiguos de los pueblos Tsimshian dejaron marcas reveladoras en el rastro de su pasado, revelando que hace 6.000 años el tamaño de su población estaba en un declive lento pero constante.
La publicación ‘American Journal of Human Genetics’ describe los hallazgos, que se basan en el primer análisis de ADN nuclear a nivel poblacional de un grupo de nativos americanos desde la antigüedad hasta los tiempos modernos, según sus autores.
«El hallazgo contradice una noción popular –dice el primer autor del artículo, John Lindo, genetista del Departamento de Antropología de la Universidad de Emory–. Existe la idea de que después de que los nativos americanos entraran por el Estrecho de Bering, todos se estaban expandiendo en tamaño de población hasta que aparecieron los europeos. Al menos para esta población, hemos demostrado que eso no era así».
Una gran ayuda en la tecnología de secuenciación de ADN de próxima generación ha abierto la posibilidad de explorar la historia evolutiva de diferentes poblaciones. «El análisis de ADN nuclear antiguo es un campo relativamente nuevo –dice Lindo–. Hasta hace poco no hemos tenido métodos para secuenciar un genoma completo de forma rápida y económica».
El ADN nuclear proporciona información sobre los linajes de un individuo que data de cientos de miles de años. Lindo es uno de los pocos genetistas que buscan genomas enteros antiguos de los nativos americanos. Está especialmente interesado en comprender cómo evolucionaron los genomas de sus diferentes poblaciones a lo largo del tiempo.
«Sus historias evolutivas son radicalmente diferentes –dice Lindo–. Durante miles de años, varias poblaciones de nativos americanos se han adaptado a vivir en todas las ecologías de América del Norte y América del Sur, desde el Ártico hasta el Amazonas. Es lo más extremo que se puede llegar a tener en cuanto a las diferencias en el medio ambiente».
El pueblo Tsimshian vivió históricamente en casas comunales en la costa de la Columbia Británica y el sur de Alaska, donde cosechó la abundante vida marina. Lindo y sus colegas secuenciaron los genomas de 25 personas tsimshian vivas y 25 individuos antiguos que vivieron en la misma región entre hace 6.000 y 500 años, y confirmaron que eran una población continua a través del tiempo.
En un documento anterior, extrayendo del mismo conjunto de datos, encontraron un cambio dramático entre los dos periodos de tiempo en una clase de genes asociados con el sistema inmune, lo que sugiere una fuerte presión evolutiva sobre la población para adaptarse a los patógenos.
Un modelo demográfico indicó un colapso en el tamaño de la población Tsimshian de alrededor del 57 por ciento durante la primera mitad del siglo XIX. Ese hallazgo se ajustaba a los relatos históricos de cómo la viruela, introducida por la colonización europea, devastó a la población Tsimshian durante dos epidemias dentro de ese marco de tiempo.
Una población recuperada
El documento actual analizó las variaciones genéticas más amplias entre el ADN antiguo y el moderno. Un análisis mostró cómo la variación disminuyó lentamente en la población antigua antes del colapso, pero desde entonces se ha recuperado. «Después del colapso de la población, solo queda un subconjunto de la diversidad genética –dice Lindo–. Encontramos una historia más matizada, que a pesar del colapso de la población, la diversidad genética de la gente Tsimshian moderna varía significativamente».
Los matrimonios mixtos con otros grupos de nativos americanos y poblaciones no nativas aumentaron la diversidad genética de algunos de los pueblos Tsimshian de la actualidad para que esté cerca de los niveles previos al colapso de su población, mostró el análisis.
«Una población con una diversidad genética relativamente alta tiene mayor potencial para combatir los patógenos y evitar los rasgos recesivos –dice Lindo–. Es un ejemplo de los beneficios del flujo de genes entre las poblaciones, especialmente después de eventos catastróficos como las epidemias de viruela que sufrió Tsimshian».
Los autores principales en el documento son Michael DeGiorgio de la Universidad Estatal de Pensilvania y Ripan Malhi de la Universidad de Illinois, ambas instituciones estadounidenses. Los coautores del artículo incluyen a representantes de Tsimshian Joycelynn Mitchell y Barbara Petzelt de la Oficina del Tratado de Metlakatla en Prince Rupert, Canadá.
Malhi, un líder en forjar relaciones de confianza entre investigadores genéticos y pueblos indígenas, fue mentor de Lindo, quien obtuvo su doctorado en la Universidad de Illinois en Champaign-Urbana. Lindo continúa con su tradición de generar confianza y trabajar estrechamente con las poblaciones indígenas. Su antigua investigación de ADN en Emory integra los enfoques de genomas completos antiguos, modelos estadísticos y métodos funcionales.
Uno de sus proyectos se centra en las fluctuaciones genéticas para ayudar a comprender las adaptaciones antiguas en diversas poblaciones de nativos americanos. Actualmente, trabaja con diez tribus diferentes de toda América del Norte. «El compromiso de la comunidad es esencial cuando se trabaja con comunidades indígenas», dice Lindo, explicando que primero se reúne personalmente con una comunidad tribal para hablar acerca de cómo un estudio genético podría aportar conocimiento de su propia historia.
«Escucho sus historias y cómo están trabajando para mantener sus culturas vivas -dice–. Un anciano de una tribu del sudoeste me dijo que su abuelo fue secuestrado a principios de 1900 porque era chamán y que el cristianismo se estaba expandiendo por la zona. Las historias de cada tribu son diferentes, pero todas son historias poderosas y, a veces, difíciles de escuchar».
La mayoría de los análisis de ADN antiguos han salido de Europa, donde se basan en laboratorios de ADN más antiguos y las bajas temperaturas han ayudado a preservar los especímenes. Lindo desea aportar algunos de los mismos conocimientos que los ancestros europeos están obteniendo sobre su pasado a los nativos americanos.
«Me gustaría desentrañar esta idea de que los nativos americanos son parte de una raza singular -dice–. Quiero ayudar a las tribus nativas de Estados Unidos a recuperar el conocimiento de sus historias evolutivas muy antiguas, historias que en gran parte se han borrado debido al colonialismo».
Fuente: europapress.es