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Egipto y su tesoro oculto: científicos logran recrear el oro azul y su valor es incalculable

Una antigua sustancia venerada en Egipto ha sido recreada por científicos actuales. El descubrimiento no solo revela conocimientos perdidos, sino que podría transformar ciertas tecnologías modernas

Durante siglos, un misterioso pigmento egipcio desapareció del conocimiento humano, dejando tras de sí solo rastros en templos y estatuas. Hoy, la ciencia ha dado un paso sorprendente al reconstruirlo desde cero. Lo que parecía un simple color, es en realidad una ventana a técnicas avanzadas y posibles aplicaciones futuras. Este hallazgo conecta dos mundos separados por milenios: la sabiduría ancestral y la innovación contemporánea.

Un enigma milenario que la ciencia logró descifrar

Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Washington ha logrado lo impensado: recrear el legendario pigmento conocido como “oro azul”, utilizado por los antiguos egipcios hace más de 3.000 años. Este experimento no solo revivió una fórmula olvidada, sino que abrió nuevas puertas para comprender las capacidades técnicas del Antiguo Egipto.

El estudio, publicado en npj Heritage Science, contó con la colaboración de destacados museos estadounidenses y se basó en un análisis minucioso de piezas originales conservadas. La clave fue replicar 12 variantes del pigmento, ajustando ingredientes, tiempos y temperaturas para observar cómo pequeñas diferencias producían grandes transformaciones en el resultado final.

Así se fabricaba el pigmento más codiciado del antiguo imperio

Para alcanzar una réplica fiel del pigmento, los científicos partieron de compuestos conocidos como dióxido de silicio, carbonato de sodio, calcio y cobre. Las mezclas fueron sometidas a temperaturas extremas —alrededor de los 1000 °C— durante períodos que variaban entre una y once horas.

Los resultados fueron evaluados mediante microscopía avanzada, comparando las muestras con pigmentos reales extraídos de artefactos milenarios. Lo más impactante fue descubrir que el azul egipcio no respondía a una fórmula única. Variaciones mínimas en la receta producían tonos que iban desde un azul profundo hasta grises o verdosos, y que con solo el 50 % de ciertos componentes se podía obtener una coloración sorprendente.

Esto revela un nivel de sofisticación técnica que implica un conocimiento específico de los materiales, lo cual se había perdido con el paso del tiempo. El pigmento no solo se producía en talleres especializados, sino que su uso estaba vinculado al simbolismo, la religión y el poder.

Un hallazgo con implicancias que superan la historia

Más allá del valor arqueológico, la recreación del pigmento ha despertado interés en sectores tecnológicos. El azul egipcio posee propiedades ópticas y magnéticas que podrían tener aplicaciones disruptivas en la actualidad.

Por ejemplo, este material emite luz en el espectro infrarrojo, lo cual lo vuelve útil en la detección de huellas dactilares invisibles. También es un candidato prometedor para fabricar tintas de seguridad imposibles de falsificar. Incluso, su estructura química guarda similitudes con ciertos superconductores, lo cual podría motivar estudios en el ámbito de la energía.

Actualmente, las muestras sintetizadas se exhiben en el Carnegie Museum of Natural History, en Pittsburgh, donde forman parte de una nueva galería permanente sobre el Antiguo Egipto. Allí, este azul resplandeciente no solo recupera su gloria pasada, sino que insinúa un futuro inesperado para la ciencia y la tecnología modernas.

Fuente: es.gizmodo.com

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