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Determinar el sexo de una persona es mucho más complejo que XX, XY, las hormonas, o sus genitales

Aunque los seres humanos se clasifican en su mayoría como machos y hembras, la biología indica que esta realidad es mucho más compleja

La biología es una ciencia llena de excepciones en prácticamente todas sus reglas. Los humanos, como seres biológicos, no nos escapamos de estos cambios y, por ello, cuestiones aparentemente sencillas como determinar el sexo de una persona pueden complicarse mucho. En ocasiones, la “lista” de características que definen a los hombres o a las mujeres, como los genitales, los cromosomas, los genes, o los niveles hormonales, pueden dar valores contradictorios, por lo que la clasificación no es binaria como “hombre” o “mujer” si no que hay personas con características intersexuales.

Qué es hombre y qué es mujer

Antes de la creación de pruebas más avanzadas, el sexo de las personas se determinaba exclusivamente por los genitales. Si una persona presentaba una vulva y una vagina se le asignaba mujer, y si tenía pene, hombre. Sin embargo, siempre ha habido personas que, de nacimiento, presentan genitales ambiguos, es decir, que no son ni una cosa ni la otra. Por ejemplo, labios vaginales cerrados que se asemejan a un escroto, o mujeres con un clítoris agrandado que parecen un pene. Esto se debe a que, durante las primeras etapas del desarrollo del embrión humano, tanto el pene como la vagina comienzan de la misma manera.

Como nos explica en una entrevista el doctor Adrián Villalba, investigador postdoctoral en desarrollo embrionario en la Université Paris Cité, durante el desarrollo embrionario el tejido genital primitivo es neutro, y el sistema reproductor por defecto es el femenino. Esto quiere decir que, si no recibe ningún tipo de estímulo, en el embrión aparecen genitales femeninos.

En los humanos, el estímulo que inclinará la balanza hacia la formación del pene es el gen SRY (sex-determining region Y), un gen que, generalmente, se encuentra presente en el cromosoma Y. Por ello, desde la genética, otro criterio para diferenciar entre hombres y mujeres ha sido el de observar la presencia del cromosoma Y.

Sin embargo, según nos cuenta el Dr. Villalba, hace más de 30 años que esta clasificación tampoco es categórica, ya que existen varias excepciones. Por ejemplo, el gen puede translocarse a otro cromosoma, es decir, puede “saltar” del cromosoma Y a alguno de los otros 22 cromosomas y, de este modo, una persona con cromosomas 46XX (típicamente asociado a un desarrollo femenino) puede presentar rasgos y genitales masculinos. De la misma forma, si el gen SRY está presente en el cromosoma Y, pero debido a una mutación no funciona correctamente, el cuerpo será femenino, pero presentará un cariograma 46XY, típico del desarrollo masculino.

La intersexualidad

Como estas, existen muchas más excepciones que desafían los criterios típicos de diferenciación entre hombres y mujeres. Además de las nombradas anteriormente, la ausencia de receptores de SRY en las células progenitoras de genitales también puede provocar que personas XY presenten genitales femeninos. Incluso aunque personas con el gen SRY funcional y receptores funcionales, debido a unas moléculas conocidas como microRNAs pueden desarrollar caracteres femeninos.

Así lo demostraron en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD) y la Universidad de Granada en un trabajo publicado en 2024 en la revista Nature communications. En este trabajo, realizado en ratones, observaron que si eliminaban un grupo de microRNAs denominado miR-17~92, el gen SRY se activaba más tarde de lo normal. De este modo, los genitales comenzaban a desarrollarse en los dos sentidos simultáneamente. Al final, el embrión tiende a producir un sistema reproductor femenino a pesar de tratarse de ratones XY. Como explica Alicia Hurtado, investigadora en el CABD, es la primera vez que se observa este efecto en mamíferos.

En palabras de Darío Lupiáñez, líder del grupo de investigación del CABD, de este modo se ha demostrado que los microRNAs tienen un gran efecto en el desarrollo de las gónadas en mamíferos. De este modo añaden una pieza más al complejísimo puzle que es la determinación del sexo en el desarrollo embrionario y abre la puerta a entender cómo la expresión de los microRNAs afecta al desarrollo del embrión.

La testosterona elevada

Otro de los criterios que se utiliza para regular la participación de atletas en categorías de “hombres” o “mujeres” es la presencia de una cantidad elevada de testosterona en sangre. Este criterio siempre ha estado rodeado de controversia, ya que las hormonas fluctúan de forma cíclica durante el día y durante la vida de una persona. De este modo, una persona que toda su vida ha presentado bajos niveles de testosterona puede presentar un pico en la producción justo en el momento de la prueba, lo que condicionaría su participación en las competiciones.

Además, este tipo de discriminación se suele realizar siempre en el mismo sentido. Es decir, personas con rasgos femeninos y altos niveles de testosterona no pueden participar en la categoría de “mujeres”, pero personas con rasgos masculinos con bajos niveles de testosterona tampoco, cuando, según este criterio, tendrían una desventaja con sus competidores. Por tanto, se trata de un tema muy complejo y al que vale la pena dedicar más de unos minutos antes de emitir cualquier tipo de juicio.

El caso concreto de Imane Khelif

Durante los juegos olímpicos se ha desatado una gran polémica alrededor de la boxeadora argelina Imane Khelif. Tras el combate contra la boxeadora italiana Angela Carini, varios medios y personalidades de las redes sociales acusaron a la boxeadora de ser un hombre que compite en la categoría femenina. Tras el combate, de 46 segundos de duración, Carini, dijo que “nunca le habían golpeado tan fuerte”, y que no se debería permitir participar a los hombres en estos eventos. Unos días después, se ha disculpado por sus palabras y ha anunciado su retiro del boxeo profesional.

Imane Khelif nació en Argelia, uno de los numerosos países que prohíben el cambio de sexo en la actualidad. Al nacer, tenía genitales y aspecto femenino, por lo que fue asignada “mujer”, y siempre ha sido considerado una más. Como muestran sus fotos de pequeña, también ha sido criada siempre como una niña. Sin embargo, tras ver las olimpiadas de Río 2016 por televisión decidió iniciarse en el boxeo. Cinco años después participó en Tokio 2020 y en la actualidad está en la final de boxeo de París 2024. Por tanto, ¿de dónde vienen las acusaciones de que es un hombre?

Las fuentes originales provienen de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), un organismo ahora desacreditado por el Comité Olímpico Internacional, que asegura que le realizó “pruebas para ver si Imane era mujer” antes de una competición. Según la IBA, dichas pruebas salieron negativas, por lo que a Imane se le negó competir en el campeonato femenino. Desde que los medios y se hicieron eco de este fallo, se han aventurado a decir que Imane tiene cromosomas XY, que tiene testosterona demasiado elevada, o incluso, directamente, que se trata de un hombre trans. Hasta la fecha no han trascendido las pruebas originales que realizó la IBA, ni sus resultados, por lo que tampoco se puede asegurar que sean reales.

Fuente: nationalgeographic.com.es