Desentierran uno de los secretos del monolito más grande de Mesoamérica: UNAM

Es pieza única en la ciudad de Tamtoc, en San Luis Potosí

La estela labrada más grande de Mesoamérica -conocida como el monumento 32 – ubicada en el sitio arqueológico de Tamtoc, San Luis Potosí, sería un indicador del transcurrir del tiempo y no un observatorio lunar como se le atribuyó por mucho tiempo, de acuerdo con el arqueastrónomo, Jesus Galindo Trejo.

El experto del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM reconoció que la estela del municipio de Tamuín aún es una incógnita, ya que la huasteca carece de fuentes etnohistóricas, que determinan los origines de una región. Aunado a esto, esta área geográfica no ha sido estudiada por la ciencia arqueológica, como ocurren con las regiones mayas y el centro de nuestro país.

El monolito, descubierto en febrero de 2005, mide cuatro metros (m) de alto, siete metros más de largo y pesa mas de 27 toneladas. Antes de su descubrimiento, permaneció sumergido en un cuerpo de agua cubierto de lodo, durante dos mil años aproximadamente.

La piedra está compuesta por tres figuras paradas sobre calaveras, cuya identidad se desconoce. En la parte superior del monumento se pueden observar 12 enlaces, que de acuerdo al investigador, probablemente estén escritas en teenek, idioma maya, del cuál se desconoce su mensaje.

“Esta es una gran incógnita; ¿cómo llegaron aquí integrantes de un pueblo que habla una de las 30 variantes del maya?”, dijo el arqueastrónomo.

Galindo Trejo mencionó que, en un principio, se le había considerado como un observatorio lunar, debido a que debajo de él se encontraba una ofrenda, en la que una escultura retrata el cuerpo mutilado de una mujer, sobre una piedra pulida y liza, cortada a propósito.

“Lo único que tiene fuera de su anatomía son tres arreglos de puntos o escoriaciones en las piernas; son 104 (dos veces 52) en total. En los hombros también tiene 52 marcas.”, se expresó en un comunicado.

De acuerdo con el investigador, dichos números son relevantes en los calendarios mesoamericanos, que según con el portal “arqueología mexicana”, eran el resultado de un ciclo de 356 días llamado “cincuenta del año” y otro ciclo de 260 días, denominado “cuenta de los días”. Aunque se desconoce su origen, se cree que está relacionado con los ciclos del Sol, la Luna y el planeta Venus.

“En la primera versión en dibujo del monumento 32 se consideró que poseía 13 cartucho o jeroglíficos; al relacionarse con la Luna, sin más lo declararon un observatorio lunar. No obstante, posteriormente se determinó que son 12”,dijo Galindo Trejo.

Galindo Trejo afirmó que el significado no tiene ninguna relación con la Luna, puesto que es una pieza astronómicamente dirigida al “equilibrio temporal” del movimiento del Sol.

Por la ubicación del monolito, en la que su parte trasera apunta hacia al sur, la de enfrente al norte, la izquierda al oriente y la derecha al poniente, el experto -posición original colocada por los antiguos huastecos- concluyó que los lados “oriente y poniente” señalan a las direcciones donde el astro sale.

“Eso significa que el monumento marca de una manera equilibrada la mitad del año: del equinoccio de primavera al de otoño, la parte labrada del monolito es iluminada por el Sol, y del equinoccio de otoño al de primavera del siguiente año se ilumina, pero por su parte trasera, donde no tiene algún dibujo labrado”, explicó Galindo.

El acádemico de la UNAM, además, recalcó que para los huastecos, el oriente era una dirección importante ya que conducía hacia el mar. Una de las características del monolito es que cuenta con la figura de unas aves que miran hacia el oriente.

“En la región huasteca se han registrado 52 grados a la sombra. Los huastecos sabían el astro rey, lo conocían. Y por supuesto, compartieron con otras regiones su culto a nuestra estrella que da luz, calor, pero también el tiempo”, explicó el doctor en astrofísica.

De acuerdo con el comunicado, las estructuras arquitectónicas más grandes de Mesoamérica están orientadas a la salida y puesta del sol y no necesariamente a los solsticios o equinoccios.

“Lo maravilloso de este sitio: que a pesar de no haber sido estudiado suficientemente por la Arqueología, revela estos objetos”, concluyó Jesús Galindo.

Fuente: eluniversal.com.mx