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Descubren una molécula que ayuda a desarrollar músculos más fuertes y más grandes

Los investigadores han llevado a cabo experimentos con ratones y los resultados son realmente prometedores

Un equipo de científicos de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) ha descubierto una proteína relacionada con el envejecimiento, concretamente la proteína 15-PGDH, que puede estimular el crecimiento de músculos más fuertes y grandes; un hallazgo que podría conducir a posibles tratamientos para la disminución de la fuerza y la parálisis debida a traumatismos, enfermedades neuromusculares hereditarias o el envejecimiento en los humanos. Por ejemplo, para pacientes con enfermedades que desgastan los músculos, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), sería un paso importante en su calidad de vida y también para los adultos mayores que experimentan músculos cada vez más débiles conforme suman años.

Podría convertirse en un fármaco antienvejecimiento

Para su experimento, los investigadores americanos utilizaron un modelo de ratón al que inyectaron una molécula bloqueadora de 15-PGDH en ratones mayores. Las pruebas revelaron que, al bloquear la acción de esta proteína del cuerpo relacionada con el envejecimiento, podían reparar las conexiones rotas de nervios y fibras musculares para restaurar la fuerza y la masa muscular de los animales. Emplearon ratones de 24 meses, que técnicamente es el equivalente a la vejez de estos roedores. Simularon una lesión en los nervios ciáticos de los ratones antes de administrar los tratamientos.

«Los investigadores encontraron que la 15-prostaglandina deshidrogenasa (15-PGDH), que se acumula con la edad y promueve la atrofia muscular, aumenta notablemente en las miofibras desnervadas del ratón y se agrega en las fibras diana, características distintivas del daño nervioso crónico en las neuropatías miogénicas humanas», explicó Melissa L. Norton, editora del estudio publicado en la revista Science Translational Medicine.

Gerozima

La molécula bloquea la actividad de una enzima asociada al envejecimiento, o gerozima, que aumenta naturalmente en los músculos a medida que envejecen. El experimento demostró que los niveles de gerozima aumentaban en los músculos después de un daño a los nervios y que su efecto continuaba en el tiempo: prevalecía en las fibras musculares de ratones con enfermedades neuromusculares.

«Nuestros datos sugieren que la inhibición de la 15-PGDH puede constituir una estrategia terapéutica para estimular fisiológicamente la prostaglandina E2, restaurar la conectividad neuromuscular y promover la recuperación de la fuerza después de una denervación aguda o crónica debido a una lesión, enfermedad o envejecimiento», señalaron los investigadores en su informe.

Esta es la primera vez que se ha demostrado que un tratamiento farmacológico afecta tanto a las fibras musculares como a las neuronas motoras que estimulan su contracción, apuntan los expertos.

¿Y cómo consigue este efecto?

Los científicos ya saben por qué esta molécula restablecía o, mejor dicho, rejuvenecía el estado de los músculos. Es porque 15-PGDH se acumula en los músculos mientras descompone la PGE2 a medida que las personas envejecen (PGE2 es parte del mecanismo de curación natural del cuerpo y sus niveles aumentan en el músculo después de una lesión). Y es una función que se debilita por el envejecimiento y las enfermedades, y ahora también sabemos que es posible combatir este deterioro gracias a la restauración de las conexiones entre los nervios y el músculo (uniones neuromusculares) que, sin prisa pero sin pausa, vamos perdiendo a medida que envejecemos. La consecuencia directa de todo esto es que las contracciones musculares se vuelven menos poderosas, los músculos se atrofian y, finalmente, se pierde masa muscular y fuerza a raudales a partir de los 50 años. Esto, a su vez, conlleva una reducción en la capacidad de moverse, de trabajar y de cuidar de uno mismo cuando nos hacemos mayores.

«La fragilidad muscular afecta a alrededor del 30% de las personas mayores de 80 años»

La buena noticia es que la ciencia está dando pasos prometedores para abordar este problema tan generalizado. Ahora, los investigadores quieren aprovechar sus hallazgos para ver si este mecanismo puede trasladarse a tratamientos y terapias de la vida real para los humanos.

«Nuestros próximos pasos serán examinar si el bloqueo de la función de 15-PGDH en personas con afecciones como la atrofia muscular espinal, en combinación con terapia génica u otros tratamientos, puede aumentar la fuerza muscular perdida», dijo Helen Blau, directora del Laboratorio Baxter de Biología de Células Madre en Stanford y coautora del estudio. “También estamos analizando la ELA para ver si algo como esto podría ayudar a estos pacientes. Es realmente emocionante que podamos afectar tanto la función muscular como el crecimiento de las neuronas motoras”.

Fuente: elconfidencial.com