La exposición a sonidos fuertes provoca una fuerte liberación de zinc en el espacio extra e intracelular que, en provoca daños celulares e interrumpe la comunicación
La pérdida de audición, temporal o permanente, inducida por la exposición a ruidos fuertes responde a un mecanismo biológico que se describe en un nuevo estudio realizado con ratones y en el que se apunta también un posible tratamiento en el que se está trabajando para prevenirla.
Un estudio que publica hoy PNAS y encabeza la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) indica que la pérdida de audición por ruido tiene su origen en el daño celular en el oído interno asociado a un exceso de zinc flotante, un mineral esencial para el funcionamiento celular y la audición.
Mientras algunas personas experimentan una pérdida de audición inducida por el ruido como resultado de una lesión traumática aguda en el oído, otros notan una pérdida repentina, temporal e incluso permanente, o cambios drásticos en su percepción del sonido después de estar continuamente expuestos a ruidos fuertes, como una obra o un concierto muy ruidoso.
El equipo, encabezado por Thanos Tzounopoulos, de la Universidad de Pittsburgh se centró en determinar los fundamentos mecánicos de esta afección con el fin de sentar las bases para el desarrollo de tratamientos eficaces y mínimamente invasivos en el futuro.
En experimentos en ratones y en células aisladas del oído interno, los investigadores descubrieron que horas después de exponer a los animales a ruidos fuertes, su nivel de zinc en el oído interno se dispara.
La exposición a sonidos fuertes provoca una fuerte liberación de zinc en el espacio extra e intracelular que, en última instancia, provoca daños celulares e interrumpe la comunicación normal de célula a célula, explicó la Universidad de Pittsburgh.
La pérdida de audición inducida por el ruido puede ser debilitante y algunas personas empiezan a oír sonidos que no existen, desarrollando una afección denominada tinnitus, que afecta gravemente a su calidad de vida.
Pero el estudio también permitió abrir la puertas a una posible solución a esta pérdida de oído, pues descubrieron que los ratones tratados con un compuesto de liberación lenta que atrapaba el exceso de zinc libre eran menos propensos a la pérdida de audición y estaban protegidos de los daños inducidos por el ruido.
Así, los fármacos que actúan como esponjas moleculares que atrapan el exceso de zinc pueden ayudar a recuperar la audición perdida o, si se administran antes de una exposición prevista a un sonido fuerte, pueden proteger de la pérdida de audición.
Los investigadores están desarrollando actualmente un tratamiento que se probará en estudios preclínicos de seguridad con el objetivo de que esté disponible como una opción sencilla y de venta libre para protegerse de la pérdida de audición.
Fuente: infobae.com