En varias ocasiones, los astrónomos babilonios pudieron observar cómo unas extrañas luces rojas aparecieron en el firmamento. Perplejos, los sabios de la época dejaron registrados estos acontecimientos en antiguas tablillas cuneiformes, que solo ahora parecen abrir sus misterios.
Recientemente, al estudiar dichas tablillas, de 2.700 años de antigüedad, científicos de la Universidad de Tsukuba (Japón) han descubierto que probablemente las luces percibidas fueron el resultado de tormentas solares. Las conclusiones de la investigación han sido publicadas en The Astrphysical Journal Letters.
Los astrólogos babilónicos le comunicaban a los reyes cuáles eran los augurios que encontraban en los cometas, los meteoros o el movimiento de los planetas. Por eso, probablemente, estas tablas registraron las tormentas solares: en una se dice “el rojo cubre el cielo” y en la otra se habla de una “nube roja”.
Así, estás observaciones no serían otra cosa que lo que hoy se conoce como “arcos rojos estables aurorales”, auroras difusas, persistentes y casi monocromáticas que suelen aparecer en latitudes medias del planeta. Estos aparecen cuando los átomos de oxígenos de la atmósfera son excitados por intensos campos magnéticos, y emiten luz en las longitudes de onda correspondientes al rojo.
Gracias al análisis de radioisótopos en anillos de crecimiento de árboles, los científicos hallaron evidencia de tres tormentas solares ocurridas en torno los a los años 679 y 655 antes de Cristo, lo que permitió a los investigadores establecer la relación entre las observaciones y las inscripciones.
Los autores del estudio creen que esta investigación puede ayudar a los astrónomos contemporáneos a predecir llamaradas solares y eyecciones de masa coronal, que pueden ser un peligro para redes eléctricas, satélites y aviones en vuelo.
Fuente. elcomercio.pe