Crean sucedáneo vegano de carne usando harina de girasol como base: revolución sostenible en la alimentación

Un nuevo sustituto vegetal de la carne, elaborado con harina de girasol, promete menor huella ambiental y óptimo valor nutricional

Si alguien pensaba que el girasol solo servía para alegrar los campos y producir aceite, que prepare el paladar para una sorpresa. Investigadores brasileños y alemanes han presentado un sucedáneo vegano de carne basado en harina de girasol, una alternativa que destaca por su sostenibilidad y perfil nutricional. El hallazgo promete transformar la forma en que entendemos la innovación alimentaria y el impacto de nuestros hábitos sobre el cambio climático.

La idea surgió en el Instituto de Tecnología de Alimentos (ITAL) junto a la Universidad de Campinas y el Instituto Fraunhofer IVV de Alemania. Tras extraer el aceite de las semillas, el equipo procesa la harina retirando cáscaras y compuestos fenólicos—responsables del color oscuro y digestibilidad limitada—para obtener un producto apto para consumo humano. El resultado es una proteína vegetal versátil, con sabor y aroma neutros, ideal para recetas que buscan imitar la experiencia cárnica sin recurrir a animales.

Nutrición y textura: ¿puede competir con la carne tradicional?

El principal reto de cualquier sustituto vegetal es doble: lograr una textura convincente y mantener un buen aporte nutricional. En este caso, los investigadores desarrollaron dos formulaciones: una con harina tostada y otra con proteína texturizada de girasol. Ambas fueron enriquecidas con tomate en polvo, especias y aceites saludables (girasol, oliva y linaza), dando lugar a minihamburguesas horneadas sometidas a rigurosas pruebas sensoriales.

¿El resultado? La versión con proteína texturizada no solo superó en consistencia, sino que además destacó por su alto contenido en proteínas y grasas beneficiosas, especialmente ácidos grasos monoinsaturados. A nivel mineral, aporta hasta un 95% de la ingesta diaria recomendada de magnesio, 68% de zinc, 49% de hierro y 89% de manganeso. Una composición que rivaliza con muchos productos animales en cuanto a aporte esencial.

En comparación con otras harinas vegetales utilizadas en alimentos alternativos—como las harinas de soja o sésamo—la harina de girasol ofrece hasta 48 gramos de proteínas por porción, situándose entre las más proteicas del mercado vegetal. Además, al no ser genéticamente modificada ni contener gluten o lactosa, amplía su espectro para consumidores con necesidades específicas.

Sostenibilidad y economía circular: más allá del plato

Uno de los grandes atractivos del nuevo producto reside en su menor huella ambiental. La producción cárnica tradicional está asociada a elevados consumos de agua, emisiones de gases efecto invernadero y uso extensivo del suelo. En cambio, aprovechar el bagazo del girasol tras la extracción del aceite supone un claro ejemplo de economía circular: se transforma lo que antes era un residuo agrícola en alimento nutritivo.

El cultivo del girasol está expandiéndose en regiones como Brasil y Europa, donde ya es habitual encontrar aceite en supermercados. Esta tendencia facilita el acceso a la materia prima sin aumentar la presión sobre los ecosistemas. Desde el punto de vista ecológico, este tipo de innovación alimentaria responde al creciente interés social por alternativas que reduzcan el impacto negativo sobre el planeta.

Aceptación social y regulación sanitaria: ¿estamos preparados?

El camino hacia una alimentación mayoritariamente vegetal requiere más que avances tecnológicos; necesita también superar barreras culturales y regulatorias. Según estudios recientes sobre hábitos alimentarios en América Latina y Europa, aunque solo el 1% sigue dietas veganas estrictas, hasta un 46% ha intentado reducir su consumo animal por motivos éticos o medioambientales. La aceptación social está creciendo gracias a una mayor oferta gastronómica alternativa—restaurantes, supermercados e incluso fast food apuestan cada vez más por productos vegetales.

No obstante, existen retos importantes en materia regulatoria. Un informe sobre alimentos veganos comercializados advierte sobre discrepancias entre etiquetado nutricional y composición real; algunas muestras presentaban hasta un 87% más sodio o 3684% más hidratos que lo declarado. Para garantizar la seguridad alimentaria será clave intensificar la fiscalización y promover alternativas naturales frente a ultraprocesados.

Los expertos subrayan también la importancia del aporte adecuado de micronutrientes como la vitamina B12—presente solo en productos animales—por lo que recomiendan vigilar la suplementación o fortificación cuando se opta por dietas veganas estrictas.

Gastronomía alternativa: sabor neutro para conquistar paladares

Una ventaja singular del sucedáneo elaborado con harina de girasol es su sabor neutro, muy apreciado entre chefs veganos. Mientras otras proteínas vegetales pueden resultar demasiado intensas para algunos comensales (¿quién no ha probado una hamburguesa vegetal “demasiado verde” para su gusto?), el producto brasileño-alemán permite integrar fácilmente especias, salsas y condimentos típicos sin distorsionar las recetas originales.

Esto abre todo un abanico gastronómico: desde hamburguesas gourmet hasta albóndigas o tacos veganos. Las posibilidades son tantas como ideas tenga el cocinero… o el aficionado a experimentar en casa.

¿Qué nos dice la ciencia? Curiosidades científicas del mundo vegetal

  • El girasol no solo es fuente de aceite: sus semillas contienen todos los aminoácidos esenciales necesarios para la dieta humana.
  • La proteína texturizada utilizada imita las fibras musculares gracias a procesos como la extrusión—una técnica similar a fabricar pasta pero aplicada al mundo vegetal.
  • Los aceites añadidos (girasol, oliva, linaza) no solo mejoran textura sino también aportan omega-3 y antioxidantes naturales.
  • El color neutro conseguido tras retirar compuestos fenólicos facilita que los productos tengan aspecto apetecible sin recurrir a colorantes artificiales.
  • En algunos experimentos sensoriales realizados por los investigadores se invitó a consumidores tradicionales… ¡y más del 70% no notó diferencia significativa respecto a hamburguesas convencionales!

La próxima vez que contemplemos un campo amarillo bajo el sol quizás pensemos menos en pipas… ¡y más en minihamburguesas veganas! El futuro se cocina entre ciencia e imaginación.

Fuente: periodistadigital.com

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