Creación artificial de neuronas a partir de otras células, ¿una cura para el Mal de Parkinson?

Enfermedades neurodegenerativas como la de Parkinson dañan y destruyen las neuronas, lo que hace estragos en la salud mental y física. En el caso de la enfermedad de Parkinson, que afecta a más de 10 millones de personas en todo el mundo, los síntomas más evidentes surgen después de que la dolencia dañe una clase específica de neuronas situadas en el cerebro medio. El efecto de esos daños es un déficit de dopamina, un importante neurotransmisor producido por las neuronas afectadas.

En una nueva investigación, Jeffrey Kordower, de la Universidad Estatal de Arizona en Estados Unidos, y sus colegas han logrado demostrar la viabilidad de un nuevo proceso para convertir células no neuronales en neuronas funcionales capaces de acomodarse en el cerebro, enviar sus “ramas” a través del tejido neuronal, formar sinapsis, dispensar dopamina y restaurar las capacidades socavadas por la destrucción de las células dopaminérgicas perpetrada por la enfermedad de Parkinson.

Los resultados de los experimentos en este estudio pionero revelan que unas células modificadas artificialmente, tras ser implantadas en el cerebro (por ahora solo de ratas) tienen un rendimiento óptimo en términos de supervivencia, crecimiento, conectividad neural y producción de dopamina. Los resultados de los experimentos demuestran que tales injertos neuronales revierten eficazmente los síntomas motores provocados por la enfermedad de Parkinson.

La terapia de sustitución a base de células madre constituye una nueva y radical estrategia para el tratamiento del Mal de Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas. Este enfoque innovador se pondrá pronto a prueba en el primer ensayo clínico de este tipo, en una población específica de personas con enfermedad de Parkinson que son portadoras de una mutación en el gen parkin.

El estudio se titula “Optimizing maturity and dose of iPSC-derived dopamine progenitor cell therapy for Parkinson’s disease”. Y se ha publicado en la revista académica npj Regenerative Medicine.

El estudio ha contado con una subvención de la Fundación Michael J. Fox, creada por el célebre actor para luchar contra el Mal de Parkinson, una enfermedad que él también padece.

Fuente: noticiasdelaciencia.com