Conoce la enigmática isla perdida en la que solo viven 20 personas (pero un millón de pájaros)
Un rincón remoto en el norte de Islandia combina naturaleza indómita, paisajes espectaculares y una comunidad pequeña pero resiliente
A 40 kilómetros al norte de la costa de Islandia, se encuentra Grímsey, una diminuta isla habitada por apenas 20 personas, pero hogar de un millón de aves marinas. Este rincón remoto, situado dentro del Círculo Polar Ártico, atrae a viajeros en busca de paisajes extremos y una conexión única con la naturaleza, según relata Michelle Gross en un reportaje para la BBC.
El viento gélido que azota esta isla de 6,5 kilómetros cuadrados es tan intenso que parece querer borrar cualquier rastro humano. A pesar de las condiciones adversas, Grímsey fascina por su vida silvestre y la calidez de su comunidad. Las aves, lideradas por los frailecillos y los charranes árticos, dominan el paisaje. Estas últimas son conocidas por su carácter protector, llegando a «bombardear» a los visitantes desprevenidos que se acercan demasiado a sus nidos.
Halla Ingolfsdottir, guía turística y una de las pocas residentes de la isla, describe en el reportaje del medio británico su vida en este lugar como un equilibrio entre desafíos y maravillas. “La naturaleza aquí es muy poderosa; cada estación tiene su magia, desde las auroras boreales y las tormentas del invierno hasta la llegada de la luz y las aves en primavera”, explicó. Ingolfsdottir también gestiona una casa de huéspedes y colabora en el mantenimiento de la energía de la isla, que depende de un generador diésel al no estar conectada a la red nacional.
Además de las aves, otro atractivo de Grímsey es su posición geográfica única. La isla celebra su ubicación con dos monumentos que marcan el Círculo Polar Ártico, incluido un globo de cemento de 3.447 kg que debe moverse anualmente para ajustarse a la línea de latitud. Este monumento será empujado al océano en 2047, cuando Grímsey quede fuera del Círculo debido al desplazamiento del eje terrestre.
Una isla muy especial
La vida cotidiana en Grímsey exige flexibilidad. La comunidad cuenta con un sistema de emergencia básico y recibe visitas médicas cada tres semanas. Según Ingolfsdottir, la clave para adaptarse a esta soledad extrema es la capacidad de encontrar belleza en los pequeños detalles y en la conexión humana. Grímsey también se prepara para recibir un retiro creativo el próximo verano, destinado a escritores y artistas que busquen inspiración en este enclave remoto.
Sin embargo, los residentes son claros en su visión para el futuro: quieren mantener el turismo a pequeña escala, preservando la tranquilidad y autenticidad que hacen de esta isla un lugar único. Este enclave ártico es una lección de resiliencia y respeto por la naturaleza, un equilibrio que sus habitantes han sabido cuidar a lo largo de los siglos.
Fuente: elconfidencial.com