Cómo una actriz secuestrada por su esposo desarrolló la ciencia detrás del wifi

Hedy Lamarr tuvo un interés por las artes y al mismo tiempo por la ciencia. Ambas disciplinas la ayudaron a formar su camino en distintas etapas de su vida

Nacida el 9 de noviembre de 1914 en Viena, Austria, bajo el nombre de Hedwig Eva Maria Kiesler, desde pequeña se destacó por su inteligencia. Siempre lo dejó ver en su curiosidad por las cosas, por las diferentes perspectivas y por la invención de objetos. El paso siguiente fue comenzar a sus 16 años los estudios de ingeniería, pero tres años más tarde los abandonó.

Y dejó atrás la ingeniería porque encontró una pasión más grande en su vida: el arte, el teatro y el histrionismo. Comenzó su carrera como actriz en el teatro berlinés como alumna del director Max Reinhardt; más adelante, despegó su carrera en el cine de la mano de su talento y su gran belleza, lo que la convirtió en una actriz de fama mundial.

Se trata de la inolvidable Hedy Lamarr, famosa por su belleza “exótica” y por su aparición desnuda durante 10 minutos en la película Éxtasis (1933).

¿Por qué Hedy Lamarr dejó de ser actríz?

Durante las décadas de 1930 y 1940, Lamarr protagonizó películas como Argel (1938) y Sansón y Dalila (1949), consolidándose como una de las estrellas más destacadas de la industria. Sin embargo, su vida estuvo marcada por desafíos tanto profesionales como personales.

Aún cuando consolidó su triunfo en Hollywood, la joven Lamarr tuvo un camino con diversos obstáculos en la industria del entretenimiento al ser estereotipada y encasillada en papeles válidos solo por su apariencia, lo que limitaba su capacidad para explorar su verdadero potencial como actriz. Además, la percepción pública de ella como una “belleza exótica” dificultaba que fuera tomada en serio como profesional del cine, lo que la llevó a cuestionar su lugar en la industria y a buscar nuevas formas de expresión.

Debido a estos problemas, Hedy Lamarr tomó un camino decisivo al dejar la actuación ante la falta de oportunidades para interpretar roles que la retaran. Fue así como, después de algunas décadas en el centro de atención de Hollywood, Lamarr apostó por una vida más tranquila y significativa.

Su retiro del mundo de la actuación marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida, donde se centraría en explorar su faceta como inventora y contribuir al mundo de la tecnología de una manera única y revolucionaria. Aunque su partida dejó un vacío en la industria del cine, su legado perdura en sus contribuciones innovadoras fuera de la pantalla.

De un matrimonio arreglado a la invención del wifi

Era un hecho que la aparición de Hedy Lamarr en la película Éxtasis conquistó a millones de hombres, sin embargo uno fue quien quedó realmente obsesionado con la joven. Friedrich “Fritz” Mandl, un magnate de la industria armamentística de los nazis, mantuvo un arreglo con los padres de Hedy para así contraer matrimonio con ella a sus 19 años, pese a que ella no quisiera estar casada con Mandl.

Mandl era un millonario nazista (a pesar de ser judío) controlador que no permitía que Lamarr estuviera sola ni un momento. Eran tantos los celos de “Fritz” que buscó obtener todas las copias de Éxtasis; Hedy solo podía desnudarse o bañarse cuando su esposo estuviera presente; como esposa “trofeo”, estuvo obligada a asistir a todos los eventos sociales y cenas de negocios de Mandl con el único propósito de “no perderla de vista”.

Fue así que, como una forma de pasar y aprovechar su tiempo, Hedy Lamarr retomó la ingeniería. La decisión fue impulsada por sus convicciones personales, un poco por el aburrimiento y un poco por las conversaciones de su marido, Hittler y Mussolini sobre la tecnología armamentística nazi.

Después de algunos años de matrimonio, Hedwig pudo escapar de su marido controlador con un plan que no falló, a pesar de ser una escena recurrente en las películas de la actualidad: le puso un somnífero a la bebida del asistente que la vigilaba, se puso la ropa del mismo y tomó un tren a París. De allí a Estados Unidos: terminó en Hollywood, con un contrato en la MGM y donde forjó su nombre en el cine.

Sin embargo, cuando años después dejó la actuación y volvió a su pasión inicial de las matemáticas, la tecnología y la ciencia. El motivo de su invento más famoso fue resolver un problema de comunicaciones para transmitir mensajes de manera segura sin que el enemigo escuche.

Junto con un amigo pianista, el compositor George Antheil, inventó la técnica de espectro ensanchado, que le permite a las comunicaciones cambiar de frecuencia de manera constante y que sólo puede seguirlas aquel que tenga una clave. El invento estuvo inspirado en el mecanismo del piano, que cuando se toca cambia constantemente de frecuencia. Y a pesar de que fue un éxito, en su momento no fue reconocida debido a que era una mujer con gran belleza, a que era actriz y a que no estaba dentro de la Marina.

Fue en los años 60 que los científicos e inventores empezaron a usar su técnica para comunicaciones militares. Y, si bien no obtuvo el crédito que merece, su invento es el precursor del wifi, el Bluetooth y el GPS.

El legado tecnológico de Hedy Lamarr es innegable tanto para las tecnologías actuales como para las mujeres en las Ciencias, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas (STEM). Su visión innovadora y su genialidad creativa han dejado una huella indeleble en el mundo de la tecnología, recordándonos que el verdadero progreso surge de la combinación de talento, ingenio y determinación.

La historia de Lamarr también comprueba que la educación es un punto clave para formar el camino de las mujeres, que les permite salir de relaciones de abuso, y que les da mayores herramientas para gestionar emociones, manejar distintas situaciones y para enfrentarse a la vida. Incluso deja ver que la belleza y el talento artístico no está peleado con el desarrollo del pensamiento científico, y que más bien, poder navegar en ambas disciplinas expande las oportunidades en la vida.

A través de sus inventos revolucionarios, Lamarr demostró que el potencial humano es ilimitado cuando se desafían los límites establecidos y se abrazan nuevas posibilidades. Hedy Lamarr murió en el año 2000, pero apenas nueve años antes (1991) se le reconoció en la ciencia.

Fuente: infobae.com