Científicos realizan con éxito selección genética del Borrego Chiapas e impulsan economía comunitaria
Durante diez años, la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) realizó un proyecto de selección genética del borrego Chiapas que dio por resultado el desarrollo de una especie más productiva y con mayor calidad de lana, gracias a una metodología para rescatar especies locales en México y en otros países.
El doctor Raúl Pérezgrovas Garza, del Instituto de Estudios Indígenas de la UNACH, explicó que durante diez años desarrolló una metodología para el rescate, mejoramiento y preservación de los borregos criollos de la región de los Altos. En los últimos dos años, la universidad logró por selección, a diferencia de cruzamiento, una base genética de 200 hembras en un rebaño de más de 700 animales, y actualmente están en congelación eritrocitos de hembras y machos, así como embriones, como reserva genética de la especie.
Entre las características de esta raza criolla se encuentra su resistencia a las enfermedades y su adaptación a condiciones físicas y ambientales difíciles, ya que esta especie vino con los españoles en 1531 y se desarrolló en Chiapas, en regiones montañosas de alta pluviosidad.
Esta especie se caracteriza también por su diversidad genética, ya que cuenta con variedades de blanco, negro y café en distintos tonos. El vellón del borrego o pelaje se encuentra formado por al menos dos tipos de fibra, una delgada y larga y otra gruesa, lo que es la base para el tejido de prendas de vestir que son térmicas, muy resistentes e impermeabilizantes.
Sin embargo, esta especie ha sido despreciada en distintas ocasiones por programas gubernamentales que la consideran improductiva y pequeña, en los que se han trasladado a la región ejemplares que no se adaptan a las condiciones locales y que se mueren rápidamente ante la falta de suplementos alimenticios, los cuales no existen en la zootecnia agrícola.
Gracias a la participación de las mujeres indígenas como evaluadoras de este proyecto, los animales mejorados fueron incorporados en las comunidades y éstas continuaron con la selección de los sementales, lo que se traduce en el mejoramiento del ganado.
Un factor que influyó para la sobrevivencia de la especie es que las participantes los criaron en pequeños rebaños de entre ocho y 12 borregos, a fin de brindar asistencia personalizada. Además, las mujeres indígenas diseñaron un sistema que evitó entre los borregos una enfermedad del hígado asociada con la humedad, a través del tejido de bozales que evitaban que los borregos consumieran plantas en las que se encontraban los parásitos causantes de esta enfermedad, así como que éstos bebieran directamente de cántaros, lo que evitó que consumieran agua contaminada.
En la actualidad, los borregos se encuentran en manos de comunidades indígenas y no de ganaderos comerciales de la región.
La metodología desarrollada en la UNACH se exporta a Perú, Argentina y Bolivia y se comparte para el mejoramiento genético de ganado criollo en la Sierra Tarahumara, las montañas de Puebla y Zongolica, Veracruz, gracias a la coordinación con las Universidades Autónoma de Chihuahua y Ciudad Juárez.
Trasladar ejemplares mejorados de Chiapas a otras entidades no sería conveniente explicó el investigador, ya que cada región tiene una raza local adaptada a sus condiciones que produce distintos tipos de lana, y las distintas comunidades cuentan con técnicas de tejido diferentes. En cambio se puede compartir la metodología que permita la mejora de cada una de las especies locales en su región.
En México, explicó, existen solamente cinco especies locales de ovejas reconocidas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), de las 25 que se encuentran en el país, entre ellas el borrego criollo de Chiapas y al pelibuey y lucero en la Sierra Tarahumara. A esta región viajaron mujeres tzotziles para compartir su experiencia. (Agencia ID)