Científicos crean el primer riñón funcional en laboratorio, capaz de producir orina después de un trasplante

La falta de órganos disponibles para trasplante sigue siendo uno de los mayores desafíos en la salud pública. Según un estudio publicado en Nature Medicine, un equipo de investigadores logró avanzar hacia una posible solución al crear en laboratorio un riñón capaz de producir orina después de un trasplante en ratas. Este logro sugiere que podría ser posible fabricar órganos compatibles en el futuro.

El proceso se basa en técnicas de ingeniería de tejidos que permiten reconstruir un órgano sobre su propia estructura natural. Los investigadores demostraron que este riñón regenerado podía funcionar en un entorno controlado y, más importante aún, dentro de un organismo vivo. La idea de órganos “a demanda” comienza a verse más cercana.

Si bien el experimento aún se encuentra en una fase inicial, los resultados muestran que un riñón bioingenierizado puede integrarse temporalmente al sistema circulatorio del receptor y realizar funciones básicas. Esto abre nuevas preguntas sobre su potencial uso clínico, pero también muestra un camino posible para enfrentar la escasez de órganos.

Cómo se generó el riñón bioingenierizado

Para construir este riñón, los investigadores utilizaron una técnica llamada descelularización. Consiste en eliminar todas las células de un riñón de rata mediante soluciones detergentes que limpian el tejido sin destruir su estructura. El estudio confirmó que esta matriz mantenía elementos esenciales como vasos sanguíneos, glomérulos y túbulos, lo cual permite que nuevas células puedan organizarse correctamente.

Una vez obtenida la estructura vacía, el equipo la repobló con dos tipos celulares. Por un lado, células endoteliales humanas para recubrir los vasos sanguíneos. Por otro, células renales de neonatos de rata para regenerar las zonas responsables de la filtración y la reabsorción. Esta combinación permitió reconstruir funciones propias del riñón.

El órgano repoblado se colocó en un bioreactor especialmente diseñado. Allí se controlaron el flujo de nutrientes, la oxigenación y la presión interna, factores necesarios para que las células se adhieran y permanezcan activas. Esta etapa permitió que el riñón comenzara a producir orina en condiciones de laboratorio.

Evaluación funcional en pruebas de laboratorio

Con el riñón dentro del bioreactor, los investigadores realizaron pruebas para medir su capacidad de filtrar una solución que simulaba la sangre. El órgano regenerado produjo orina rudimentaria y mostró parte de las funciones básicas del riñón, como la filtración y la reabsorción de algunos solutos. Aunque su rendimiento fue menor al de un riñón sano, representó un avance importante.

El estudio también describió una recuperación parcial de funciones clave, como la retención de proteínas y la reabsorción de glucosa. Esto indica que las células implantadas lograron organizarse dentro del andamio natural y retomar parte del comportamiento normal de los túbulos renales.

Los investigadores señalaron que el órgano aún mostraba signos de inmadurez, algo esperable por el origen de las células y el tiempo limitado de cultivo. Sin embargo, el desempeño obtenido sugiere que la técnica es funcional y que ajustes posteriores podrían mejorar la eficiencia del proceso.

Funcionamiento del riñón tras el trasplante

Una vez confirmada su actividad en laboratorio, los científicos trasplantaron el riñón regenerado en ratas, conectándolo a los vasos sanguíneos originales de cada animal. Tras restablecer el flujo, el órgano mostró una perfusión estable, sin sangrado y con estructuras conservadas. Esto permitió evaluar cómo respondía dentro de un entorno biológico real.

Minutos después del trasplante, el riñón bioingenierizado comenzó a producir orina. Aunque la cantidad fue menor que la de un riñón sano, demostró que podía filtrar la sangre del receptor. Este punto fue crucial, ya que confirmó que el órgano regenerado no solo funcionaba en un bioreactor, sino también dentro de un organismo vivo.

Los análisis posteriores revelaron que los vasos sanguíneos permanecieron abiertos y que no se formaron coágulos. Esta estabilidad inicial es un requisito fundamental para cualquier aplicación futura en medicina regenerativa.

Conclusión

El desarrollo del primer riñón funcional creado en laboratorio y capaz de producir orina tras un trasplante representa un paso importante para la ingeniería de órganos. Aunque todavía se requieren mejoras en la maduración celular y en la eficiencia funcional, el estudio demuestra que es posible regenerar un órgano complejo que desempeñe funciones clave.

Este avance abre la posibilidad de producir órganos compatibles y personalizados, lo que podría transformar el tratamiento de la enfermedad renal crónica en las próximas décadas.

Fuente: comunidad-biologica.com

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *