Ciencia chiflada, anécdotas de científicos connotados

Los científicos suelen ser muy serios, pero también pueden ser divertidos, incluso chistosos y, por supuesto, todos tienen su parte anecdótica. ¿Quiere un poco de todo eso?

Bernardo Bischoff fue uno de los anatomistas alemanes de mayor prestigio en Europa en la década de 1870. Una de sus aficiones era coleccionar y examinar cerebros humanos. Así, tras años de acumular experiencias al respecto, Bischoff observó que el peso promedio de todos los cerebros de varón que había estudiado era de 1,350 gramos, mientras que el promedio para el cerebro de las mujeres era de 1,250 gramos.

Durante toda su vida Bischoff utilizó esta observación para defender que el cerebro del hombre era superior al de la mujer.

Hoy se sabe que el descubrimiento de Bischoff era correcto. Pero hay dos cosas que Bischoff nunca supo. 1. Que el cerebro femenino tiene más neuronas por centímetro cúbico que el cerebro masculino. Por lo tanto, una cosa compensa la otra —o sea que las mujeres pueden mostrar la misma inteligencia con un cerebro más ligero. 2. La otra cosa que Bischoff nunca supo es que su cerebro —el cual donó para su colección— pesaba 1,245 gramos —es decir, menos que el de una mujer.

Anecdotario

Todos tenemos vivencias, pero parece que los especialistas en vivirlas son los hombres de ciencia. Encontramos algunas de ellas y las compartiremos con ustedes…

La corriente de aire

Isaac Newton (1643-1727), el famoso físico inglés, fue elegido miembro del Parlamento británico en 1689. Siempre acudió con puntualidad a su banca, pero nunca intervenía en las deliberaciones.

En cierta ocasión Newton se puso de pie durante una sesión, y de inmediato se hizo un profundo silencio para escuchar sus palabras. Ante la pausa, la voz de Newton retumbó en toda la sala, pero él sólo se había levantado para pedirle a un sirviente que cerrase una ventana por la que entraba una fría corriente de aire.

El invitado

El matemático alemán David Hilbert (1862-1943) recibió un día en su casa a un profesor recién llegado a la universidad de Gottinga.

Como decano de la falcultad de matemáticas, el profesor Hilbert estaba interesado en conocer la forma de pensar del recién llegado, a quien le precedía un curriculum brillante, así que lo invitó a su casa para conversar con él.

El recién llegado se sintió muy halagado por la invitación, a la cual accedió con gusto.

Después de presentarse, el joven profesor se quitó el sombrero, lo puso en un perchero y a petición de Hilbert se sentó en una pequeña salita donde ambos comenzaron a intercambiar experiencias.

Al cabo de media hora de conversación, Hilbert, distraído probablemente por algún problema matemático, decidió que la visita había durado lo suficiente, se puso el sombrero de su invitado, se despidió y se fue de ¡de su propia casa! Dejando abandonado al profesor.

Dos puntos de vista

Dos extranjeros —un astrónomo y un estadístico— viajan juntos en tren por Escocia. Al pasar por un campo ven una oveja negra. “Qué interesante”, dice el astrónomo, “las ovejas escocesas son negras”. El estadístico replica. “Con solo ver una oveja no puedes concluir que todas son negras. Lo único que puedes afirmar es que en Escocia hay al menos un campo donde pasta al menos una oveja, y esa oveja tiene al menos un lado negro”.

Estadísticas equivocadas

La probabilidad de tener un accidente de tránsito aumenta con el tiempo que pasas en la calle. Por tanto, cuanto más rápido circules (es decir, mientras más rápido llegues a tu casa), menor es la probabilidad de que tengas un accidente. No tener hijos es hereditario; por lo tanto, si tus padres no tuvieron ninguno, lo más probable es que tú tampoco los tengas.

Fuente: pressreader.com