El 8 de marzo de 2014, el vuelo MH370 de Malaysian Airlines despegó del aeropuerto de Kuala Lumpur (Malasia) con destino a Pekín (China). Poco después del despegue, los transpondedores y los sistemas de comunicaciones del avión se apagaron misteriosamente y el contacto con el avión se perdió.
Dos búsquedas exhaustivas, las más costosas en la historia de la aviación, fueron incapaces de encontrar la aeronave en una remota zona del Océano Índico, donde inicialmente se pensó que se había estrellado. De hecho, se encontraron varias piezas de la aeronave en playas de las inmediaciones. Los distintos gobiernos involucrados detuvieron la búsqueda en enero de 2017 y dijeron que solo se reanudaría si surgía nueva información.
El ingeniero de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) Martin Kristensen acaba de publicar un nuevo análisis de los datos relacionados con la desaparición. Afirma que su análisis sugiere una ubicación completamente nueva, cerca de la Isla de Navidad en el Océano Índico.
Los detalles de la desaparición son bien conocidos. El viaje comenzó con normalidad y el avión seguía su ruta planificada por el noroeste hacia Vietnam. Pero después de la última comunicación de voz con el control de tierra, el avión se desvió de la ruta, giró hacia el este y voló de regreso a través de Malasia y sobre el mar de Andamán. Durante este tiempo fue rastreado por el radar militar de Malasia, pero al final salió de su zona de alcance.
Después de esto, los únicos datos del avión provienen de un dispositivo a bordo conocido como unidad de información satelital. El aparato envió una solicitud de «inicio de sesión», probablemente después de ser reiniciado por algún motivo. Luego, el dispositivo respondió con un apretón de manos digital a las solicitudes de estado por hora desde la tierra que no fue respondido por la cabina.
Estos apretones de manos digitales han sido muy importantes para determinar la dirección del avión a continuación. Las señales se transmitieron a tierra a través de un satélite de comunicaciones geoestacionario sobre el Océano Índico llamado Inmarsat 3F1.
La diferencia entre la hora a la que se envió la señal desde el avión y la hora en la que fue recibida por el satélite ha sido una pista crucial para los investigadores, porque determina la distancia entre el avión y el satélite. Eso define un círculo en la superficie de la Tierra con el satélite en su centro; en este momento, el avión debía estar en algún punto dentro de este círculo.
El avión envió siete de estos apretones de manos. De modo que la distancia derivada de estas señales permitió a los investigadores dibujar siete círculos concéntricos que la aeronave debía haber cruzado mientras volaba. Pero es imposible saber dónde estaba exactamente el avión dentro de cada círculo, y su trayectoria no se puede determinar a partir de esta información.
Sin embargo, hay otra pista escondida en estos apretones de manos digitales. El movimiento de la aeronave en relación con el satélite genera un efecto Doppler en la frecuencia de las señales de radio. Y como Inmarsat registró la frecuencia precisa de las señales, los ingenieros pueden calcular la velocidad relativa del satélite y la aeronave.
Esto proporciona más información sobre el movimiento del avión, pero tampoco ofrece una solución única. Esto se debe a que el efecto Doppler registra solo el movimiento relativo del avión y del satélite acercándose o alejándose uno del otro. El movimiento del satélite se conoce, pero el movimiento del avión podría tener componentes perpendiculares: muchas trayectorias diferentes pueden producir el mismo efecto Doppler.
Kristensen ha creado un modelo matemático con todos estos factores que ofrece cuatro soluciones. Cada solución es una posible ubicación para la aeronave que concuerda con todos los datos.
Dos de estos lugares están al norte y sobre la tierra. Así que Kristensen los ha descartado. Explica que un radar militar chino o indio habría detectado un avión en esta región. Cualquier teléfono móvil dejado por los pasajeros habría intentado un apretón de manos con las redes en la tierra, pero no hay evidencia de eso. Tampoco hay restos de colisión en estas áreas. De hecho, los únicos restos recuperados hasta ahora proceden del océano, lo que sugiere claramente que el avión cayó sobre el agua.
La tercera solución del análisis de Kristensen es la zona en la que ya se ha buscado exhaustivamente. No existen las señales de que la aeronave esté ahí. La cuarta solución está en una nueva ubicación en la que nadie se ha detenido demasiado. Se encuentra cerca de la Isla de Navidad en el Océano Índico y es un área mucho más pequeña que la que ya se rastreó.
Para que la aeronave se haya estrellado aquí, debió haber ejecutado un giro en U en algún lugar al norte de Indonesia y luego haber volado al suroeste sobre el Océano Índico, aproximadamente paralelo a la costa de Indonesia. De hecho, hay un testimonio de un barco de pesca en esta región que afirma haber visto el avión esa noche, volando relativamente bajo en esta zona.
El análisis de Kristensen sugiere que, ahora, el avión debe estar en una región elíptica del océano, de unos 140 kilómetros de largo y 30 kilómetros de ancho. «La probabilidad de encontrar el avión allí es superior al 90 %», afirma.
Es un trabajo interesante que podría proporcionar los datos adicionales necesarios para reiniciar la búsqueda. Kristensen sostiene que esta ubicación también concuerda con otros datos, como el estudio de los percebes en los restos encontrados de la aeronave. Cree que esto sugiere que el avión debe haberse estrellado en una ubicación más al norte de la que se buscó originalmente.
El investigador también ofrece algo más para las teorías de la conspiración. Su análisis no puede afirmar a qué altura volaba el avión durante sus últimas horas. Así que la declaración del testigo que vio que el avión volaba relativamente resulta misteriosa.
Pero Kristensen tiene una teoría: «La única explicación plausible es que los pilotos querían aterrizar en Banda Aceh o abortar el vuelo con paracaídas. Dado que el avión no aterrizó, la única opción es la de paracaídas». Esto habría requerido que el avión volara bajo y relativamente lento, tal y como se observó. Los pilotos debían haber programado el avión para que regresara a una altura de vuelo normal después de haberse resacatado.
Por supuesto, las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, y de momento no hay nada de eso. Pero si la conclusión de Kristensen ayuda a encontrar el avión, entonces el científico habrá ayudado a resolver uno de los mayores misterios de la aviación de todos los tiempos.
Fuente: technologyreview.es