A los indígenas de América les gustaba comer serpientes venenosas

Los científicos por primera vez han confirmado que los hombres antiguos comían serpientes venenosas sin cortarles la cabeza, escribe la revista Journal of Archaeological Sciences: Reports. En las heces que los indígenas dejaron hace 1460-1528 años en el yacimiento ubicado en el territorio de Texas moderno, los arqueólogos encontraron los huesos, la escama y el diente que pertenecen a una serpiente de la familia viperidae. La comieron cruda, supuestamente durante cierta ceremonia religiosa. También es posible que lo hayan hecho en un estado mental alterado.

En el sur de Texas y norte de México en aguas abajo del río Pecos hay tierras semidesérticas donde los indígenas vivían hace 14.000 años atrás y más tarde. En cañones y cuevas locales los arqueólogos encontraron las pinturas rupestres, los fragmentos de tejido y los coprolitos, dejados por los hombres antiguos en sus yacimientos. Normalmente comían roedores pequeños, liebres, lagartos y serpientes. También se alimentaban de plantas silvestres, como agave o yucca. A veces lograron a matar un ciervo.

El misterio de Conejo Shelter

En uno de sus yacimientos, Conejo Shelter, las excavaciones se realizaban desde finales de los años sesenta. Los arqueólogos encontraron los artefactos y los coprolitas, a los cuales analizaron y les mandaron a la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Texas A&M.

Ahora los científicos Elanor M. Sonderman y Morgan F. Smith de Texas, junto con Crystal A. Dozier de la Universidad Estatal de Wichita de Kansas, volvieron a analizar los hallazgos arqueológicos de Conejo Shelter. Sobre todo, hicieron la datación por radiocarbono y examinaron la composición de los coprolitos.

Resultó que los coprolitos tienen más o menos entre 1460 y 1528 años de edad. Los cazadores-recolectores comían yucas, uno de los especies del agave (Agave lechuguilla) y algunos especies del nopal (Opuntia). En uno de los coprolitos encontraron los huesos de un ratón, junto con los huesos, la escama y el diente que pertenecen a una serpiente de la familia viperidae. Podría ser un cascabel diamantina del oeste (Crotalus atrox) o una cabeza de cobre (Agkistrodon contortrix), cuyos mordeduras pueden ser letales. Los arqueólogos piensan que los comían crudos, puesto que no había señales de lo que los cocinaron.

Según los científicos, eso prueba que los indígenas comían serpientes venenosas. Anteriormente solo tenían unos testimonios etnográficos. Normalmente los cazadores-recolectores solo comían las serpientes cuando no tenían nada más, pero les cortaban las cabezas y las cocinaron.

Las ceremonias con plantas alucinógenas

Los arqueólogos dicen que ese tipo de comida está relacionado con cierta ceremonia religiosa. Algunas tribus nativas americanas creían que las serpientes sabían controlar la naturaleza. Por ejemplo, unos indígenas pensaban que los cascabeles son unos demonios de la sequía, por eso hay que matarlos para que llueva. En unos dibujos aztecas, relacionados con una deidad del agua celeste Tláloc, hay gente con serpientes en sus bocas. También hay las serpientes en las pinturas rupestres del río Pecos.

Según los autores del artículo, es posible que los indígenas dibujaran a los serpientes cuando estaban drogados, porque en un estado alterado de la mente las líneas onduladas podrían parecerse a las serpientes. En este región crecen plantas alucinógenas, como peyote (Lophophora williamsii) o datura (Datúra). Además los arqueólogos encontraron los frijoles mezcales de sophora (Sophora secundiflora) en Conejo Shelter.

Los científicos han descubierto recientemente que los pueblos nativos de los Estados Unidos fumaban el tabaco hace 2.500 años atrás. Anteriormente se consideraba que los europeos les enseñaron a fumar.

Fuente: nmas1.org