Las bacterias y las arqueas podrían emplearse para monitorear el dióxido de carbono (CO2) almacenado y convertirlo en productos útiles, como etanol y acetato.
En un estudio publicado en ‘Trends in Biotechnology’, investigadores de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas (SAMS), y la Universidad de Oslo, discuten cómo las nuevas herramientas bioinformáticas permitirán a los investigadores leer los cambios en la genética de la comunidad microbiana -haciendo posible, por ejemplo, detectar posibles fugas de CO2– y cómo los análisis de este tipo podrían contribuir a hacer capturas a gran escala y almacenamiento de CO2 factible.
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