Cuando una mujer que vive con diabetes mellitus se embaraza, durante el proceso debe mantener la glucosa en ayunas menor a 92 miligramos por decilitro a fin de no suscitar alteraciones que afecten al embarazo, al embrion y feto, y puedan llegar a la resolución del embarzo en óptimo estado de salud de ambos.
Ahora bien, cuando no tiene el adecuado control de glucosa, las posibilidades de una gestación de alto riesgo se elevan, así como el peligro de aborto en las primeras semanas de gestación.
Así lo explica el doctor Ricardo García Cavazos, coordinador de Investigación del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital General de México, y refiere que si la madre es diabética y se embaraza, los efectos metabólicos relacionados con la glucosa elevada (hiperglicemia) se incrementan y con ello el riesgo de provocar complicaciones severas en el desarrollo del bebé, que incluyen alteraciones durante el primer trimestre, por ejemplo, defectos congénitos estructurales en la columna, sistema nervioso, corazón, en la formación de la pelvis, así como órganos genitales.
“Cuando la glucosa en sangre de la madre permanece elevada, hasta un 40 por ciento de la glucosa materna pasa la placenta y tendrá efecto en el crecimiento y la maduración fetal, mismo que crecerá y pesará demasiado (macrosómico). Igualmente se verá afectada la calidad de una sustancia que incide en la maduración de los pulmones, lo cual va a derivar en insuficiencia respiratoria y al momento de nacer requerirá cuidados especiales”, detalla el asesor del Servicio de Medicina Materno Fetal del mismo nosocomio.
Cabe destacar que los bebés de madres que no tienen control de su glucosa en sangre elevan más de cuatro veces el riesgo de desarrollar hipertensión, obesidad, sobrepeso y diabetes en la infancia o la linea de vida. Un factor que incide de manera importante para que lo anterior sea atenuado o reducir el riesgo es la lactancia materna exclusiva en el recién nacido, por lo menos durante los primeros seis meses y mixta hasta los dos años de edad.
Por otra parte, cuando la mujer se embaraza sin tener antecedentes de niveles altos de glucosa en sangre, y durante el proceso se detecta elevación de ésta se cataloga como diabetes gestacional. Se estima que uno de cada diez embarazos en México será de esta condición.
El doctor García Cavazos refiere que cuando el embarazo llega a la semana 11, el bebé ha pasado un importante periodo de formación y puede hacerse un diagnóstico que determine si el control de la glucosa en la madre es el adecuado. Si el resultado es positivo se determina tratamiento integral que considera dieta, insulina y metformina, según el caso.
No es raro que dos meses después del alumbramiento la mujer recupere sus niveles normales de glucosa en sangre pero si durante la gestación no ha habido control, el riesgo de que en los próximos cinco años se instale la diabetes se eleva diez veces.
“En México se presentan 2 millones 300 mil nacimientos al año y la presencia de un recien nacido con diabetes solo se relaciona con problemas genético-metabólicos, y son muy pocos los casos, por consecuencia ningún bebé nace con la enfermedad, aun siendo hijo o hija de madre diabetica. Es incorrecto decirlo así, pues no hay niños que nazcan con la enfermedad pero si con predisposición. Debe mencionarse que se incrementa el riesgo de su desarrollo posnatal, al grado que ahora hay niños y niñas de los cinco a los ocho años ya tienen niveles de glucosa elevados”, aclara el doctor García Cavazos.
Finalmente, especialista en genética y medicina materno fetal advierte que la pareja debe prepararse antes de embarazarse y estar atenta a evaluarse desde el primer trimestre. En todo momento se debe cuidar el estilo de vida, incluso del padre, y buscar la preparación de ambos mediante la consulta pre-gestacional. (Agencia ID)