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Alerta científica sobre el trastorno de la fealdad imaginaria

Una percepción distorsionada de sí mismos y la observación de una serie de defectos en la apariencia física que no son visibles ante los demás, son dos de los síntomas del llamado “trastorno dismórfico corporal” (TDC), el cual se produce por diversos factores que involucran elementos genéticos, neuroestructurales y neuroquímicos, así como la crianza e influencia de estereotipos de belleza creados por medios de comunicación.

A decir de Cristina Lóyzaga Mendoza, coordinadora de la Clínica de Trastorno obsesivo compulsivo y Trastornos del espectro, en el Instituto Nacional de Psiquiatría, la enfermedad tiene bases en la percepción distorsionada de la imagen corporal, de sus partes, formas, límites, así como de los pensamientos sobre el aspecto y las emociones asociadas al mismo.

“La autopercepción comienza con una imagen recibida por los ojos que sigue una ruta en la vía visual hasta llegar a un centro integrador dentro del lóbulo temporal del cerebro. Este proceso de reunión de información se encuentra alterado en personas con TDC y genera que quien la padece perciba su imagen de manera fraccionada, es decir, que focalice su atención en “áreas de preocupación”, a diferencia de cómo lo hacen personas sin TDC, que visualizan su imagen de manera integral” refirió la también doctora en Ciencias médicas por la UNAM.

Cabe señalar que desde un punto de vista clínico, los supuestos defectos pueden ser percibidos por quien sufre TDC en cualquier parte del cuerpo, no obstante, existen áreas de preocupación más frecuentes como algunas partes del rostro, la piel y cabello.

“Quien lo padece habla con frecuencia del supuesto defecto físico con familiares y amigos y puede pasar horas en revisar su apariencia en el espejo y tratar de arreglar su aspecto físico. Hay quienes buscan tratamientos estéticos, cosméticos o de cirugía plástica, que en lugar de “arreglar” la imperfección imaginaria, producen cuerpos o rostros deformes con agravamiento de la autopercepción errónea y la posibilidad de generar problemas médicos secundarios por someterse a cirugías que no son requeridas”, refirió Lóyzaga Mendoza.

Por ello, la especialista añadió que las personas con TDC pueden acudir a centros especializados como el Instituto Nacional de Psiquiatría, en el que se les atendería a partir de un tratamiento farmacológico y psicoterapéutico otorgado por psiquiatras especialistas en este campo, lo que mejorará síntomas, calidad de vida y disminurá la posibilidad de complicaciones como depresión. (Agencia ID)