Que la ciencia en México sea deseable para los jóvenes, entre los compromisos y sueños de Jorge Flores: Pablo Rudomin

Fundador del Sistema Nacional de Investigadores, creador del Museo Universum, el Museo de la Luz y el ciclo los Domingos en la ciencia, Flores Valdés descentralizó la ciencia en México y fue uno de los principales divulgadores científicos, coincidieron los ponentes

En recuerdo a uno de los valiosos hombres que dejaron una huella indeleble en nuestro país, incansable promotor en la búsqueda de la verdad a través de la observación y el razonamiento, se realizó en vivo el 15 de enero la mesa-homenaje La gran ilusión: Jorge Flores, un hombre de ciencia, transmitida a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional, coordinada por el colegiado Alejandro Frank y por José Luis Mateos.

Alejandro Frank, José Luis Mateos, Cecilia Noguez Garrido, José Sarukhán, Pablo Rudomin, Julia Tagüeña, Javier Bracho Carpizo, Fernando del Río, Salvador Malo y Ernesto Flores, destacaron la enorme y profunda aportación de Jorge Flores Valdés, a la divulgación de la ciencia, su liderazgo y capacidad de convocatoria para la creación del Museo Universum y del Museo de la Luz, su destacado desempeño como físico teórico, su papel en la consolidación del Instituto de Física de la UNAM así como su decidida y activa participación para fundar del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Alejandro Frank, miembro de El Colegio Nacional, quien dio la bienvenida a los participantes, comentó que el título de la reunión proviene de un nombre que el homenajeado, quien nació en febrero de 1941 y falleció en noviembre de 2020, utilizó en sus libros en distintas ocasiones. Agregó que Jorge Flores fue sin duda uno de los más importantes arquitectos y constructores de la física y la ciencia de la historia de México y que los invitados a la mesa son testigos de su gran energía, creatividad, inteligencia y amor por su país.

“Quiero decirles que hace unas semanas enterado del fallecimiento del doctor Flores, mi distinguido colega físico nuclear, el doctor Stuart Picktely, quien visitó la UNAM, al Instituto de Física y al Instituto de ciencias nucleares en múltiples ocasiones, desde principios de los años setenta, cuando se enteró guardó silencio unos instantes y luego me dijo lo siguiente: ‘Es el final de una era, una época de gran evolución en la ciencia en México ha terminado’, y no exageraba”, destacó Frank.

Descentralizador de la ciencia en México, realizó novedosa propuesta en sismología

Para José Luis Mateos, investigador del Instituto de Física de la UNAM, Jorge Flores representa una figura central que marcó una época importantísima para consolidar la ciencia en México. Lo recordó como un apasionado por la física desde muy joven, alumno destacado de Marcos Moshinsky, quien dirigió su tesis sobre física nuclear, especialidad vinculada con las matemáticas, la asimetría y con la belleza, que también le fascinaba.

Jorge Flores, quien terminó su doctorado en la Universidad de Princeton, fue director del Instituto de Física, donde realizó una importante labor para descentralizar la ciencia en México, formó nuevos centros que posteriormente se convirtieron en institutos en Cuernavaca, Morelos y Ensenada, destacó Mateos.

Entre los logros de quien fuera un físico riguroso y serio, Mateos dijo que Flores pudo transmitir esos valores a la comunidad científica para estimularla y formalizar publicaciones en revistas de alto nivel que dieran a conocer la ciencia mexicana fuera del país.

Subrayó que el científico transitó de la física nuclear, la teoría de grupos y las simetrías, a la teoría estadística de reacciones nucleares y de ahí empezó a interesarse por la parte estadística, haciendo algo que se llama matrices aleatorias, que fue un trabajo muy importante y en México formó escuela en esa área junto a Tomás Brody, Thomas H. Seligman y Pier Mello.

El caos cuántico mezclado con el caos clásico, la dinámica no lineal y aportaciones modernas en los años 80 surgieron a partir de la mecánica cuántica, señaló el conferencista, quien aludió al interés del homenajeado por el fenómeno oscilatorio de resonancia ocurrido en el valle de México a raíz del sismo de 1985, propuesta novedosa en sismología que desarrolló con mucha pasión e intensidad prácticamente hasta el día de su fallecimiento.

Interesado en sistemas complejos, problemas de optimización, de lingüística, de física estadística, la docencia fue una prioridad en su vida, además de la divulgación y su sello, hacer las cosas bien para que tengan continuidad, como haber fundado el Sistema Nacional de Investigadores, los Domingos en la ciencia y el Museo Universum, puntualizó.

Creador de comunidad, constructor de los institutos de investigación en la UNAM

Por su parte Cecilia Noguez Garrido, del Instituto de Física de la UNAM, se refirió a la etapa en que Jorge Flores fue director del Instituto al que ella pertenece, en 1974, momento en que la universidad se expandió mediante la construcción de los institutos de investigación, que por encima de dificultades económicas y gracias al tiempo que el catedrático pasó ahí, incluidos fines de semana para resolver los problemas que se pudieran presentar, se erigieron los tres primeros edificios que tiene el instituto: el Marcos Moshinsky, el Instituto del Taller mecánico y el edificio de los Aceleradores, espacios muy bonitos donde se puede hacer ciencia, destacó.

Como un investigador y una persona de honestidad intelectual sobresaliente que trabajó para los demás y creó comunidad, definió Noguez Garrido al científico que “se dio cuenta de muchas áreas que tendríamos que cubrir los científicos para que la ciencia se expandiera y tuviera el impacto que tiene ahora en nuestro país”.

Impulsor del Sistema Nacional de Investigadores

José Sarukhán, miembro de El Colegio Nacional, quien mencionó haber formado parte de la misma generación que Flores, 58-61, en la entonces pequeña Facultad de Ciencias, mencionó aquello que los reunió de manera casi indeleble: la iniciativa de Jorge Malo Padre, subsecretario de Educación Superior y de Jorge Flores, para poder contar con un sistema basado en el desempeño académico que pudiera recompensar a los científicos con un mayor sueldo basado en la productividad.

Como rector del Instituto de Biología, le resultó claro a Sarukhán en aquel entonces, que el salario de las universidades públicas era inaceptable y llegó a expresar en diversas reuniones que “los académicos de esas universidades estábamos subsidiando la educación superior del país”.

Vicepresidente de la entonces Academia de Investigación Científica, cuando surgió este emprendimiento, el biólogo estaba convencido de que se trataba de una idea clara, sólida y que realmente habían convencido al subsecretario de gobierno para impulsar este proyecto, siendo Jesús Reyes Heroles secretario de Educación, por lo que Sarukhán se comprometió a lograr el consenso entre los miembros de la Academia y aunque surgieron resistencias por los obstáculos burocráticos que pudiera acarrear esta iniciativa, se llevaron a cabo reuniones muy complicadas, pero finalmente en 1984 se creó por decreto presidencial el Sistema Nacional de Investigadores (SIN).

El Sistema Nacional de Investigadores da continuidad a quienes han puesto ahí su grano de arena

Por su parte el colegiado Pablo Rudomin, quien mencionó que compartió con Flores las ideas, compromisos, sueños realizados e inconclusos, destacó que el físico se distinguió tanto en la ciencia como en la administración y agregó que la idea de crear el Sistema Nacional de Investigadores venía desde 1974. Fue un proyecto que se olvidó y quedó desechado debido a la crisis económica durante el periodo de José López Portillo en el que no había divisas para comprar reactivos e hicieron un simposio en Oaxtepec donde se revivió aquella idea, reforzada a partir de un posterior viaje a Washington al que acudieron notables científicos y quedó clara la necesidad de que la Academia contara con sus propios emolumentos.

El neurofísico recordó que por dos años ininterrumpidos asistió con Flores a las sesiones de Domingos en la ciencia que se realizaban en el Museo de Tecnología de Chapultepec. Compartió la anécdota de la ocasión en que invitó a Edgar Vivar, que era médico, quien le ayudó a explicar los principios de transmisión en la médula espinal al desarrollar el tema de “Por qué los gatos caen parados”, ponencia que tenía a los niños fascinados.

Rudomin destacó que el Sistema Nacional de Investigadores no solo otorgó apoyo, sino bases de datos, principales tendencias, comportamientos y sentido de continuidad a cada una de las personas que han puesto ahí su grano de arena.

“Recuerdo de Jorge ese tesón ese sueño y deseo de seguir adelante, de cambiar las cosas para que sean lo mejor posible y continuar con el compromiso de hacer que la ciencia en México sea una actividad deseable para los jóvenes, que podamos trascender estas épocas de oscurantismo que nos están dominando. Simplemente que sigamos adelante, y al final les voy a proponer un brindis por el recuerdo y la amistad de Jorge”, finalizó.

Millones de personas se han acercado a la ciencia por los museos que Jorge Flores echó a andar

Julia Tagüena, doctora en Ciencias por la Universidad de Oxford, conoció a Jorge Flores desde que era una niña, debido a que su hermana mayor y Jorge fueron compañeros de estudios. Lo que nunca imaginó es que más tarde él se convertiría en su maestro de mecánica cuántica en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y tiempo después en su director de tesis de licenciatura. “Jorge tenía una claridad conceptual de Física de la que aprendí muchísimo”.

Con los años la invitaría a participar en la creación de uno de los más grandes e importantes proyectos de la divulgación de la ciencia: “Universum allí está. No exagero si digo que millones de personas han sido acercadas a la ciencia por los museos que Jorge echó a andar a través de visitas y de los productos de divulgación que de ellos surgieron”.

Recordó la participación de Jorge Flores en la creación de sociedades de divulgadores, su labor entre los miembros fundadores de la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (Somedicyt) y la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología para América Latina.

La científica dio a conocer que la convocatoria del Somedicyt ahora lleva el nombre del científico en su memoria: El premio Jorge Flores Valdés, al mejor producto de divulgación de la ciencia, “en el cual podrán participar periodistas, divulgadores y estudiantes con artículos, videos o publicaciones que estén relacionados con el COVID”, señaló.

El físico más destacado de su generación en cuanto a divulgación científica

Javier Bracho Carpizo, investigador del Instituto de Matemáticas de la UNAM, dio lectura a lo que llamó un texto inspiracional de Jorge Flores publicado en la colección de divulgación científica La ciencia para todos.

El también catedrático, expuso las características de los polos de un imán y su imposibilidad para transformarse en un monopolo magnético. Utilizó este ejemplo como metáfora de las contradicciones que allanó Flores Valdés al conseguir que los 25 mil metros cuadrados que conforman al Museo Universum se convirtieran en un monopolo magnético que atrajo a todos los polos, los signos y los colores para alinearse en una sola ilusión.

Asimismo mencionó la creación del Museo de la Luz, a cargo del homenajeado a quien se refirió como el físico más destacado de su generación en cuanto a la divulgación científica, un hombre con sentido del humor y con un poder de comunicación profunda que lograba acciones de gran relevancia.

Su buen humor, su gusto por contar chistes y la desaparición de su libro sobre conceptos de física

Fernando del Río, de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien habló del buen humor, el gusto por contar chistes, lo bien que lo hacía su amigo, y de haber compartido situaciones chuscas. Narró la época de estudiante que compartió con Flores Valdés, los días en que iban a jugar padel tenis a las 6 de la mañana, a estudiar una hora después, y cómo gracias a esa disciplina, le contestaron correctamente a un maestro que los encontró en un café y les preguntó precisa y casualmente por el tema que conocían y acababan de aprender.

El científico comentó que escribieron juntos un libro sobre conceptos de la física, que no trataba de resolver problemas, sino de abordar conceptos clásicos y modernos, que fue todo un éxito, pero la editorial que lo produjo desapareció. Posteriormente ambos se propusieron corregir ecuaciones y decir las cosas de manera distinta y lo editó el Fondo de Cultura Económica, pero también desapareció. “Dejo a su imaginación saber qué sucedió”, dijo y agregó que tiene el propósito de rescatar ese texto para que alguna editorial lo publique

Todavía podemos salvar a México

El doctor en Física, Salvador Malo Álvarez, compañero de banca de Jorge Álvarez desde la época de secundaria, recordó a su amigo como un hombre apasionado por la ciencia que en todo momento deseaba el desarrollo del país. Incluso, poco tiempo antes de fallecer, Jorge le comentó con ese gran optimismo que le caracterizaba: “Salvador, todavía vamos a poder salvar a México”.

Hombre de acción, Jorge Flores fue pieza fundamental para la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SIN), cuando fue subsecretario de Educación Superior e Investigación Científica de la SEP. Salvador Malo, quien fuera asesor del Secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles, durante el sexenio de Miguel de la Madrid, evocó las palabras de Flores para relatar otra parte del proceso rumbo a la fundación del SIN: “Yo estaba en mi casa una noche y recibí una llamada telefónica del Secretario de educación, don Jesús Reyes Heroles que me dijo: ‘Oiga, aquí está Salvador Malo y me propone una cosa que se llama Sistema de Investigadores Nacionales ¿Usted sabe de qué se trata?’ ‘Y le contesté: Sí, sí sé’. ‘Y me preguntó don Jesús: ¿Está de acuerdo?’ ‘Y respondí: sí, sí estoy de acuerdo’. ‘Y entonces, me contestó: Ah, bueno’. Mire, mañana a la una yo tengo un acuerdo con el presidente De la Madrid y le voy a presentar esta idea. Entonces reúnase con Malo mañana temprano y me prepara todo el acuerdo’”.

Hicimos el documento y a la una de la tarde se llevó a cabo el acuerdo entre el Secretario y el Presidente de la República, y a las dos de la tarde estaba aprobado el Sistema de Investigadores Nacionales. Se le cambió luego el nombre porque era SIN y esas siglas eran muy feas, de hecho, en la computadora uno pone SNI y ésta lo voltea y pone SIN, pero bueno como todo el mundo sabe lo que es el SNI, acabamos con este nombre que es menos interesante, pero así quedó: Sistema Nacional de Investigadores, el SNI, detalló.

La vida personal del científico y el pino que creció hacia el cielo

Agradecido por el homenaje en honor a su padre, Ernesto Flores dijo que iba a desentonar un poco al mostrar el lado personal del científico mediante la proyección de un material en power point, que en esta ocasión no contendría gráficas ni números.

Pantallas con una cruz roja al centro que mostraban lo que no haría en esta ocasión, precedieron a la proyección de una caricatura de 1992, en la publicación “Chispa”, que aludía a “Los Museo hacedores”. Mencionó que su padre fue un físico teórico que se dedicó al desarrollo y la consolidación de la ciencia en México. Habló de su liderazgo en la creación del Museo de la Luz, así como del Premio de Divulgación que le otorgó la UNESCO, entre otros reconocimientos y de su labor de divulgación en la colección científica publicada.

Posteriormente realizó un recorrido en imágenes que mostraban a Jorge Flores en Chapultepec a los 3 años, a los 7, y a la edad de 14 años para continuar con una imagen en la que estaba frente a un volkswagen blanco sobre la calle.- intentó hacerle a la mecánica, -comentó su hijo- pero la práctica no era lo suyo, aseguró.

La foto en los años 70 durante su gestión como subsecretario de Educación Superior e Investigación Científica de la SEP, sus viajes a Chicago, a París y escenas de su vida privada con su primera esposa, más tarde con su segunda cónyuge, así como con hijos, nietos, cuñados, sobrinos y amigos, fueron mostradas en la pantalla. Los perros que tuvo con nombre y fecha y su gusto por las azaleas, así como Jorge Flores vestido para jugar beisbol en 2019, también integraron la exposición. Finalmente, un pino que en 1975 medía 15 centímetros y que actualmente es un árbol inmenso, crecido hacia cielo, cerró dentro de la participación de Ernesto Flores, la evocación de lo que representa su padre.

Un brindis a distancia entre amigos y colegas que expresaron su admiración, su amor y profunda pena por la pérdida de un gran hombre de ciencia, dio por terminada la mesa-homenaje al autor de La otra gran ilusión. Memorias de un físico mexicano.

Fuente: El Colegio Nacional