‘Westworld’, la fantasía robótica que se convirtió en una advertencia sobre la tecnología
En los años 70, ‘Westworld’ no solo trajo el salvaje Oeste al futuro: también plantó las primeras semillas del miedo a la inteligencia artificial. Una película que adelantó muchas de nuestras actuales inquietudes tecnológicas.
Robots que se descontrolan en escenarios de fantasía, creados, ambos, para un vano disfrute… que termina insospechadamente.
Una película basada en una historia escrita por Michael Crichton sobre un parque de atracciones futurista en el que las cosas empiezan a salir mal con consecuencias trágicas… Pero no, no es la que mucha gente piensa.
Décadas antes de Parque Jurásico, el escritor y cineasta de Chicago ya empezó a elucubrar sobre las posibilidades de que un espacio concebido para el entretenimiento pudiera convertirse en un escenario de terror.
En lugar de dinosaurios resucitados por ingeniería genética, recurrió a otro tema mucho más de actualidad en la época: los robots.
Almas de metal
Posiblemente, el título «Almas de metal», con el que se estrenó en España, le resulte hoy desconocido a mucha gente, pero no el original, «Westworld», gracias a la excelente serie de HBO que ha recuperado –y llevado mucho más allá– la idea de la película.
Ya lanzado como escritor y guionista, Crichton se había estrenado en 1972 como director y por segunda vez se puso ante las cámaras, en esta ocasión, para dirigir una historia que escribió directamente para el cine.
La historia de Crichton
En el año 1983, dos amigos, Peter Martin y John Blane, van a pasar unos días a Delos, un parque de atracciones hipertecnológico en el que se recrean tres épocas históricas: la antigua Roma, la Edad Media y el salvaje Oeste.
Todos cuentan con una población de androides con los que los clientes pueden interactuar como deseen. Esto incluye las relaciones sexuales o el asesinato.
Los dos amigos eligen el mundo de Westworld, que reproduce el Oeste lejano, donde, entre otras aventuras, se enfrentan revolver en mano a un amenazador pistolero vestido de negro.
La programación de los robots del parque les impide hacer daño a los clientes, pero los supervisores comienzan a percibir pequeños fallos cuando una serpiente robótica muerde a Blane.
En su tercer enfrentamiento con el pistolero, este mata a Blane y persigue a Martin por todo el parque, incluso por las otras zonas temáticas y los pasillos de control. Todo el equipo de supervisión muere cuando la sala de control se queda sin aire y el caos se apodera de las instalaciones.
La ambición y el orgullo del ser humano
Como otras películas reseñadas aquí, «Westworld» tiene su propia imagen identificativa: la del implacable pistolero robótico, interpretado por Yul Brynner, ataviado con la misma ropa que llevaba en «Los siete magníficos» (1960).
De hecho, en la versión televisiva, el personaje vuelve a aparecer, en esta ocasión, encarnado por Ed Harris y con un trasfondo bastante más complejo.
Pero el mundo de Westworld, cinematográfico y televisivo, tiene en común con Parque Jurásico uno de los temas preferidos de Crichton: la ambición y el orgullo del ser humano pueden llevar a este a cometer equivocaciones de consecuencias imprevisibles.
Reproducir la vida
Ambos son entornos innecesarios, creados únicamente por motivoseconómicos,s con la trampa de ofrecer a sus clientes placeres y experiencias nunca vistos.
Y en ambos se juega a reproducir la vida, algo que, desde los tiempos más antiguos, ha sido privilegio de los dioses y ha supuesto la condena de los mortales que han osado intentarlo.
Del cine a la televisión
Cuando HBO estrenó la serie «Westworld» en 2016, muchas cosas habían pasado en la ciencia ficción; entre ellas, el estreno de Blade Runner (1982), que popularizó la idea de que los androides puedan cobrar autoconciencia y desarrollar su propia línea de pensamiento.
Este concepto se ha convertido, temporada tras temporada, en la espina dorsal de un argumento según el cual las diferencias entre robots y humanos se van haciendo cada vez más difusas a medida que la trama se amplía más allá de los polvorientos escenarios del Far West.
Fuente: muyinteresante.com