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UNAM desarrolla microrrobots magnéticos inspirados en bacterias para uso médico e industrial

Los nadadores magnéticos podrían liberar medicamentos en capilares, destapar coágulos o inspeccionar tuberías industriales, de acuerdo con estudios del Instituto de Ingeniería de la UNAM

Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) diseñaron diminutos robots magnéticos, conocidos como nadadores magnéticos, capaces de desplazarse en fluidos sin necesidad de baterías ni cables.

Su movimiento imita a bacterias como la Escherichia coli y a espermatozoides humanos, y abre la puerta a aplicaciones en medicina de precisión, inspección industrial y robótica ambiental, explicó Francisco Antonio Godínez Rojano, especialista del Instituto de Ingeniería de la UNAM.

Estos dispositivos, controlados mediante campos magnéticos, reproducen estrategias de locomoción que organismos microscópicos desarrollaron durante millones de años para moverse en medios complejos.

De acuerdo con Godínez Rojano, podrían convertirse en una herramienta clave para liberar fármacos directamente en un tumor, destapar coágulos o realizar procedimientos médicos mínimamente invasivos.

Aunque los prototipos desarrollados en México aún son pruebas de concepto, los investigadores han demostrado que los nadadores magnéticos pueden desplazarse de forma eficaz en fluidos y materiales granulares.

A escala microscópica, podrían introducirse en capilares sanguíneos para suministrar medicamentos de forma localizada, lo que reduciría riesgos y complicaciones en tratamientos.

En el sector industrial, estos robots tendrían usos en la inspección de tuberías petroquímicas para prevenir accidentes, así como en silos de almacenamiento, donde un modelo de mayor tamaño puede detectar cúmulos de grano y romperlos, garantizando la correcta conservación de los alimentos.

“Son robots autómatas controlados a distancia. Hemos probado modelos de dos centímetros de largo con seis milímetros de diámetro, hechos con materiales comunes como popotes, resortes de pluma e imanes de neodimio”, detalló el investigador.

Cada robot cuesta apenas 10 pesos en materiales, aunque el sistema para generar el campo magnético y operarlos alcanza los 80 mil pesos.

Uno de los modelos está basado en la E. coli, que utiliza un filamento en espiral semejante a un sacacorchos para desplazarse. Otro prototipo emula la cola flexible del espermatozoide humano, que se mueve en forma ondulatoria para avanzar.

A nivel global, países como Corea del Sur, Suiza y Reino Unido lideran el desarrollo de esta tecnología, que enfrenta desafíos como la fabricación con materiales biocompatibles y biodegradables. En México, aún existen pocos grupos trabajando en este campo, pero los avances de la UNAM representan un paso relevante.

Godínez Rojano subrayó que, para consolidar el trabajo nacional, se requieren mayores inversiones en ciencia, proyectos interdisciplinarios y cooperación internacional. “Con voluntad política, México podría tener más presencia en esta revolución tecnológica”, concluyó.

Fuente: debate.com.mx

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