Lo que hace David Malan en sus clases para ser “el profesor estrella de informática de Harvard”
El profesor David Malan quiere que la experiencia de ver una de sus clases sea similar a lo que esperaríamos cuando vemos Netflix.
Por eso, graba sus sesiones en alta resolución 4K, un estándar usado en cine, que ofrece una imagen más nítida.
Malan empezó a filmar sus clases mucho antes de que la pandemia de covid-19 empujara a gran parte del mundo a la educación remota.
“Se convirtió en el primer instructor de Harvard en ofrecer un curso completo, de forma gratuita, en formatos de audio y video”, señala Eren Orbey en The New Yorker.
En 2012, Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) lanzaron la plataforma de aprendizaje online, edX, que ofrece lo que se conocen como los mooc: Cursos Online Masivos y Abiertos.
“Pero pocos, si es que alguno, combinan la credibilidad institucional, el enorme alcance y el compromiso entusiasta de Malan”, escribió Orbey en su reportaje: How Harvard’s Star Computer-Science Professor Built a Distance-Learning Empire (“Cómo el profesor estrella de informática de Harvard construyó un imperio de aprendizaje a distancia”).
El CS50
Malan imparte el curso CS50: Introduction to Computer Science, en el que introduce a los estudiantes a la ciencia de la computación y “al arte de la programación”.
Es gratuito y está dirigido tanto a alumnos que tienen conocimiento en ese campo como a los que no.
Se trata del curso más grande y uno de los más populares de Harvard.
Antes de que se desatara la pandemia, le cuenta Malan a BBC Mundo, en el campus había inscritos 800 estudiantes. De hecho, años antes, debido al aumento del número de alumnos, la clase se tuvo que trasladar a un recinto más grande, el Teatro Sanders de Harvard.
El profesor cuenta con un equipo que le ayuda con la producción de sus sesiones, las cuales se pueden ver en internet. Es parte de la “pedagogía” del curso.
Confiesa que siempre ha amado a Los Muppets. Por eso, tiene un títere que un día llevó a su oficina en Harvard y que terminó convirtiéndose en el protagonista de un cortometraje sobre un estudiante que trabaja en su proyecto final de CS50.
Y como nos dijo en nuestra conversación, quizás explore el uso de títeres en su método de enseñanza.
La entrevista ha sido editada por razones de claridad y concisión.
¿Cómo empezó su relación con el curso CS50?
Estudié en Harvard entre 1995 y 1999 y en mi segundo año de carrera, CS50 estaba entre mis opciones. Pude asistir a algunas clases antes de decidir si hacía el curso o no.
No sólo terminé tomándolo, sino enamorándome de él. Fue la primera vez en mis 19 años de vida que la tarea era algo realmente divertido.
Recuerdo que llegaba el fin de la semana y me iba a mi dormitorio con muchas ganas de hacer los ejercicios de programación que nos habían asignado.
Esa fue una señal de que la informática podía ser el campo idóneo para mí, pues en esa época, de hecho, mi intención era especializarme en Gobierno, un mundo muy diferente.
Años después, en 2007, cuando acababa de terminar mi doctorado en Ciencia de la Computación en Harvard, a donde había regresado tras algunos años de adquirir experiencia laboral, surgió una oportunidad.
El profesor que enseñaba CS50 se había convertido en el decano de la escuela, por lo que se abrió la vacante.
Me encaminé hacia ese rol que se suponía iba a desempeñar por un año y se ha convertido en 14 años.
¿En todos estos años qué hace en sus clases para que CS50 sea uno de los cursos más populares de Harvard?
Creo que nos beneficiamos del interés que existe por la tecnología. Todos estamos tan familiarizados con ella que la queremos comprender y eso lo encuentro maravilloso.
Dentro de CS50, no sólo nos enfocamos en las clases, sino que hacemos un esfuerzo adicional por crear un sentido de comunidad entre los estudiantes.
A lo largo del semestre, organizamos eventos como el CS50 Puzzle Day, en el que invitamos a cientos de estudiantes para que trabajen en grupos pequeños para solucionar problemas de lógica y rompecabezas.
Al final, tenemos el HackathonCS50, que es una oportunidad para que por 12 horas, toda una noche, los estudiantes trabajen en sus proyectos finales, junto a compañeros y el personal que le brinda asistencia al curso.
Y, luego, el clímax del curso es la Feria CS50, que es la exposición de los proyectos finales de los alumnos, a la que invitamos a todos los estudiantes, profesores y personal del campus. Generalmente contamos con unos 2.000 asistentes.
La idea es ayudar a crear una atmósfera en la que los estudiantes se sientan que son parte de algo especial y no que simplemente están participando de una clase.
Hay muchas personas que no pueden venir a Cambridge y que hacen el curso por internet. Por eso, intentamos replicar online la mayor parte de esos componentes de la comunidad.
¿Qué hace para seguir innovando como profesor después de tantos años enseñando el mismo curso?
Creo que es un deseo innato para que el trabajo nunca llegue a volverse aburrido.
Nunca he sentido que CS50 sea un curso (cuyo diseño) esté acabado. Al revés, es como si siempre pudiésemos hacer algo mejor o intentar algo nuevo.
Los rápidos cambios tecnológicos que ocurren nos permiten, probar herramientas y técnicas nuevas.
¿Qué representa la docencia para usted?
Empecé a enseñar porque me pareció un desafío divertido: por una parte compartir el conocimiento que había adquirido y, por otra, descubrir cómo comunicarme para que otras personas pudieran entender un contenido por primera vez.
Ha sido especialmente emocionante introducir temas de ciencias de la computación o programación, que son campos en los que muchas personas no se sienten familiarizadas, y ver que los alumnos los asimilan.
Creo que también se ha convertido en una misión en los últimos años, creo que las universidades, las escuelas y los profesores en general pueden hacer mucho bien compartiendo conocimientos y haciendo que la educación en sí sea gratuita.
Y por eso, en años recientes, hemos aspirado como equipo a seguir con el compromiso de poner a la disposición, de forma gratuita, el material didáctico que hacemos, con la esperanza de conectarnos con más estudiantes, que de otra manera no tendrían la oportunidad de venir a un lugar como Cambridge o a una Universidad como Harvard.
Usted ha dicho que la mezcla de diversión con educación no tiene nada de malo. ¿Cuál es el desafío de enseñar una materia, que para muchos puede parecer muy complicada, de una manera divertida?
Para mí, el objetivo es que los estudiantes entiendan la base, los principios. De esa manera, cuando salgan de la clase o cuando cierren su computadora portátil, puedan razonar sobre el mundo que los rodea y resolver problemas teniendo en cuenta esos principios.
En cuanto a cómo hacer que un material árido resulte emocionante… Ese es el desafío, no sólo para mí, sino para la mayoría de los maestros.
Intento ayudar a la gente a que vea lo que yo encuentro interesante en un tópico.
Creo que también tiene que ver con la presentación. No hay nada menos inspirador que una clase aburrida, en la que ni tú ni el profesor quieren estar.
Gran parte de lo que me impulsa, de lo que me da energía y entusiasmo es evitar a toda costa crear una situación en la que los estudiantes no quieran estar en el salón y se desconecten por completo.
Y es que me pasó muchas veces: estar en una clase que no estaba disfrutando, que no me inspiraba. De ahí viene ese deseo ardiente por asegurarme de que mis estudiantes nunca se sientan como yo me sentí en algunas clases.
Usted filma sus clases en alta resolución 4K porque, como ha dicho, quiere hacer que la experiencia sea similar a la que esperamos cuando vemos Netflix. ¿Nos puede contar un poco sobre la producción de una clase?
Se trata de algo que ha evolucionado con el tiempo. Cuando comencé a enseñar, no teníamos cámaras.
Después, tuvimos una que era operada por un colega. Por ejemplo, cuando queríamos mostrarle a la gente en internet lo que había en la pantalla de mi computadora, simplemente la cámara apuntaba a la pantalla del proyector, que estaba en la pared, y luego me enfocaba a mí o a la demostración que se estuviera haciendo. Era un enfoque manual muy sencillo.
Hoy en día, tengo la suerte de trabajar con un equipo de colegas que son expertos en producción de video. Cuando hacíamos filmaciones en el campus (antes de la pandemia) normalmente teníamos hasta cinco cámaras en distintos lugares.
Algunas cámaras son automatizadas y otras tienen a una persona a cargo.
Usamos una pantalla verde que está algo oculta, fuera del escenario, para que desde un cierto ángulo los estudiantes me puedan ver escribiendo un código.
Así es como intentamos crear un entorno muy inmersivo, llenando la pantalla de su ordenador, computadora portátil o teléfono, lo mejor posible.
Y además de eso, también hemos comenzado a transmitir todo en vivo, no solo para los estudiantes de Harvard y de (la Universidad de) Yale, sino también para los otros que están en internet.
Prácticamente cualquier clase que enseño ahora la transmitimos en vivo en YouTube, Facebook y otras plataformas a las que cualquier persona se puede conectar y, en algunos casos, puede incluso participar en vivo.
Pero no es necesario estar registrado en el curso para verlas. ¿No?
No, las ponemos a disposición de cualquier persona en internet.
¿Qué ha cambiado o qué ha mejorado en la forma en que enseña desde que la pandemia empezó?
Lo que ha cambiado es que empezamos a hacer clases por Zoom de forma sincrónica y las hemos abierto a todo el mundo.
Por ejemplo, en marzo y abril, cuando muchos países iniciaron los confinamientos, comenzamos a experimentar con Zoom. Mis colegas y yo lo habíamos usado antes, pero no con cientos de estudiantes a la vez.
Realmente quería practicar en anticipación al semestre que arrancó en otoño, cuando en Harvard y en Yale, tenemos a cientos de estudiantes tomando la clase.
En verano, iniciamos lo que llamamos horas de oficina -que es cuando un alumno pasa por la oficina de un profesor para hacerle alguna consulta- y brindamos ayuda a través de Zoom.
Otros colegas o yo invitábamos a cualquier persona en internet o a alguien que estuviera haciendo el CS50, como OpenCourseWare (contenido abierto), que nos hicieran preguntas sobre el curso o sobre tecnología y consistentemente estábamos viendo que varios cientos, sino miles de estudiantes, se estaban sintonizando con este y otros experimentos similares por Zoom.
Y eso me llevó a pensar sobre la importancia y el impacto de hacer cosas de forma sincronizada, especialmente para muchas personas en el mundo que tienen un acceso increíble a cursos de contenido abierto, a través de videos on demand o en YouTube, pero que no tienen la oportunidad de estar en una clase, al mismo tiempo, con alguien al otro lado del mundo, en Cambridge, y poder verlo, charlar, preguntar.
Desafortunadamente, eso es bastante inusual para muchas personas en todo el mundo.
Pero ha sido positivo para nosotros, no solo poder seguir enseñando la clase, sino hacerlo de una manera nueva para más alumnos online.
En términos logísticos por la covid-19 ¿cómo da las clases?
La mayoría de las clases que he estado dando últimamente las hago en el campus (sin la presencia física de los estudiantes).
Seguimos un protocolo de salud muy completo que trabajamos con la universidad.
Yo, por ejemplo, soy el único que (en ciertos momentos) puedo estar sin mascarilla.
Los otros miembros del equipo deben estar distantes de mí o en una sala diferente, y lo hemos hecho así para poder utilizar parte de la tecnología que tenemos en el campus.
El objetivo es poder crear la mejor experiencia posible para los estudiantes.
En casa tengo una configuración muy simple que usamos cuando no teníamos estas oportunidades en el campus.
Si bien usted usa resolución 4K y varias herramientas tecnológicas para sus clases, también he visto que da ejemplos muy sencillos. Por ejemplo, lo vi hacer un sándwich con ayuda de los estudiantes.
La resolución 4K y el valor de la producción de las clases es algo de lo que me enorgullezco, sin duda quiero que siempre demos lo mejor.
Pero ciertamente no es un requisito para una buena enseñanza. Yo todavía enseño de la misma manera que lo hice hace 20 años.
De hecho, si miro los primeros videos, me doy cuenta de que he estado usando el ejemplo del sándwich por algún tiempo y también el de romper una guía telefónica.
Son cosas que estoy seguro que vi en otras clases. El ejemplo del sándwich lo recuerdo de mi maestra de quinto grado. Habré tenido 10 o 12 años y ella lo usó para enseñarnos la importancia de seguir las instrucciones correctamente, que es como lo utilizamos ahora para abordar los algoritmos.
Dependiendo de lo que esté enseñando, podría agarrar algunos vasos de papel y escribir números en ellos.
Al final, todo lo que necesitas son algunos suministros de cocina para hacer muchas de estas demostraciones y creo que esta es la única desventaja de que todo se vea tan bien en la cámara.
A menudo me preocupa que otros maestros piensen que está fuera de su alcance, pero en realidad no lo está y estoy mirando mi estante, tengo un montón de guías telefónicas de hace 5,10 años que usaré en otras clases.
Solo tienes que utilizar lo que tienes a tu alrededor y transmitir el punto que quieres enseñar.
En 2015, usted dijo que no creía que “la interacción cara a cara es necesariamente un prerrequisito para el éxito”. Mire lo que ha pasado cinco años después: gran parte de la educación en el mundo se está dando de forma remota por la pandemia.
Tenemos la suerte de haber estado haciendo esto por 15, 20 años y sé que ha sido un gran desafío para algunos de mis amigos y colegas que lo hacen por primera vez.
Lo que ven en CS50 hoy en día es realmente la culminación de 15, 20 años de trabajo y experimentación. No siempre lo hicimos así.
En términos de resultados exitosos, cuando hice ese comentario, me refería específicamente a ponencias.
En la educación superior, existe, al menos así lo creo, esta presunción de que los estudiantes deben ir físicamente a la clase. Creo que eso es un poco anticuado e innecesario.
Ahora tenemos tecnologías que nos permiten que los estudiantes tomen dos clases que de otra manera no pondrían porque sus horarios coinciden. Me parece una tontería que solo porque una clase se da a la misma hora que otra, tienes que esperar un año o un semestre solo para poder tomarla.
En el caso de clases que se basan en grandes conferencias, podría ser significativo y, con suerte, inspirador estar en el lugar una vez a la semana o tal vez al comienzo del semestre.
Pero ¿realmente todos necesitamos estar allí, en persona, al menos en el contexto de grandes ponencias, tres veces a la semana durante una hora o más? Creo que, con el tiempo, eso disminuye los retornos que se consiguen.
El hecho de estar en un auditorio, de escuchar a alguien como yo hablar, no necesariamente mejora el resultado de tu aprendizaje.
Creo que lo que hemos intentado hacer es optimizar el tiempo: es mucho más fácil y creo que mucho más atractivo ayudar a alguien en persona, ya sea en una sesión individual o en grupos pequeños, en el campus. Y eso es algo que hemos estado perdiendo desde el año pasado.
Por la covid-19 es un poco más difícil, en términos logísticos, ayudar a alguien por Zoom u otra tecnología. Simplemente no puedes acercarte y mirar (su pantalla) por encima de su hombro o hacerle un dibujo que les facilite seguir adelante.
Definitivamente se están dando algunas fricciones, pero eso mejorará con el tiempo a medida que la tecnología y el ancho de banda mejoren.
Indudablemente, es más difícil enseñar en estos momentos y creo que no es tan divertido, aunque evidentemente ese es el menor de los problemas en el mundo en este instante.
Pero sí creo que es posible crear una experiencia educativa online equivalente y, quizás, incluso superior porque la mayoría de las personas, incluido yo mismo, ha estado en demasiadas clases en las que te distraes o te confundes.
No importa que te quedes allí durante la próxima hora, no tienes idea de lo que está sucediendo, pero con la tecnología, con el video, puedes retroceder, incluso darle pausa, buscar otro recurso que te ayude a comprender mejor algo y volver a reanudar la charla.
Hay muchas razones por las que usar un reproductor de video para absorber parte de un contenido es mejor que quedarse pegado en el asiento.
Lo que intentamos hacer con CS50 y en Yale es tener una conferencia al comienzo del trimestre.
Pero no creo que sea necesario que todos nos reunamos varias veces a la semana y asumamos que estamos aprendiendo mejor de esa manera.
Creo que algunas veces podemos hacerlo mejor de forma asincrónica con la tecnología.
Fuente: BBC