Científicos chinos han realizado pruebas con balas a más de 4.000 metros por segundo que se licúan en el aire y destruyen órganos por la onda de choque sin penetrar el cuerpo
Científicos chinos están investigando el efecto de las balas hipersónicas en los cuerpos humanos. Según los resultados de su estudio, este tipo de balas destruyen órganos internos sin penetrar dentro de la carne. La descripción de sus experimentos es estremecedora.
Según el líder del equipo de investigación — Wang Jianmin, del Departamento de Evaluación del Efecto Biológico de Armas en el Centro Médico de Especialidades del Ejército en Chongqing — “se puede observar un daño extenso en muchos órganos en el momento de la lesión, incluyendo principalmente la fracturación de los huesos y el sangrado en el intestino, la vejiga, el pulmón y el cerebro”. El estudio utilizó a varios cerdos vivos y sedados, un animal que habitualmente se usa por su similitud con el ser humano.
El rotativo hongkonés South China Morning Post apunta que el estudio ha sido publicado en el diario científico chino Acta Armamentarii auspiciado por la Sociedad de Artillería China, la organización encargada del desarrollo de este tipo de armas dentro del megaholding de defensa estatal Norinco.
Cómo funciona
Las armas de fuego convencionales no son hipersónicas. Las primitivas, como los mosquetes, ofrecían una velocidad de salida — la velocidad a la que la bala abandona la boca de fuego — que iba de los 120 metros por segundo hasta los 370 m/s. Un rifle moderno tiene una velocidad de salida de aproximadamente de 1.200 metros por segundo con balas de alta velocidad.
Eso no significa que no se puedan disparar balas a mayor velocidad. La NASA lo hace a 8.500 metros por segundo para realizar pruebas de micrometeoritos impactando contra naves espaciales. Para su estudio, los científicos chinos probaron a disparar a varias velocidades, desde los 1.000 a los 4.000 metros por segundo.
Los resultados indican que, a cualquier velocidad de 1.000 a 3.000 metros por segundo, las balas se comportan como lo hacen normalmente: penetrando el tejido y atravesando los órganos. Pero a 4.000 metros por segundo algo cambia: “el proyectil no penetró en la extremidad trasera y se formó una gran cavidad en el punto de impacto”.
El estudio lo describe como un “gran cráter” formado por la onda de choque del proyectil a esa velocidad. “[La bala] parece estar en llamas cuando entra en contacto con la piel del animal, lo que sugiere que la bola de acero en sí soporta una gran fuerza cuando golpea, y la bola se derrite y se rompe a alta temperatura”, afirma el estudio. Es decir, la bala pasa de ser un sólido a una mezcla de líquido y gas, dicen los científicos.
Para qué usar balas hipersónicas
Llegados a este punto habría que preguntarse exactamente qué aporta una bala hipersónica cuando ya existe munición — como las balas expansivas — que puede destrozar el interior de cualquier ser humano como si fuera un batido de fresa. La respuesta es el alcance. El Pentágono, por ejemplo, ya ha probado con éxito un obús hipersónico que amplía el alcance de un cañón convencional de unos 40 kilómetros a más de 100 kilómetros.
Pero esa munición de 155mm del ‘howitzer’ americano no está sólamente propulsada por la detonación. Esta última sólo sirve para que alcance la velocidad de salida necesaria para arrancar un motor ‘ramjet’ interno que lo propulsa hasta su objetivo. En el caso de un rifle, es difícil imaginar un mecanismo similar.
La firma de defensa rusa Lobaev dijo hace unos años que estaba trabajando en un rifle con capacidad de disparar a Mach 6 (2.058m/s) pero existen muchos retos para lograr este objetivo. El posible enorme tamaño de un arma de esta clase — demasiado grande para ser tan portátil como un rifle — o la falta de materiales necesarios para que pudiera aguantar múltiples disparos. Dónde conseguir la energía para llegar a esas velocidades también parece imposible en estos momentos.
Sabemos que la armada norteamericana tuvo finalmente que abandonar su proyecto de ‘railgun’ — un sistema que utiliza potentes electroimanes para acelerar proyectiles de metal sólido a velocidad hipersónica — porque no eran capaces de mantener el cañón intacto a pesar de no tener ninguna limitación de tamaño o energía empleada en el disparo. Los chinos, sin embargo, afirman tener la clave necesaria para resolver el problema y fabricar este tipo de cañón, que en teoría se instalaría en buques de guerra.
Pero las diferencias entre un cañón magnético y un rifle son obvias. Los desafíos para minituarizar una tecnología así entran en el terreno de la ciencia ficción. Quizás dentro de varias décadas lo consigan. Por ahora, lo único que sabemos es que, si finalmente fabrican un rifle hipersónico, los daños serán demoledores para los humanos a distancias antes inimaginables.
Fuente: elconfidencial.com