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Facebook intenta que el cerebro humano sea su nueva fuente de datos

En 2017, Facebook anunció que quería crear una cinta para la cabeza que permitiera a la gente escribir a una velocidad de 100 palabras por minuto usando únicamente sus pensamientos. Ahora, poco más de dos años después, el gigante de las redes sociales revela que ha financiado una extensa investigación universitaria con voluntarios humanos que se estaban sometiendo a una cirugía cerebral por epilepsia.

Una parte de esa investigación fue descrita recientemente en un artículo científico de la Universidad de California en San Francisco (UCSF, EE. UU.). El texto afirma que los investigadores han desarrollado “decodificadores del habla” capaces de determinar lo que las personas intentan decir a partir de sus señales cerebrales.

La investigación es importante porque podría demostrar si es realmente es posible crear un dispositivo portátil de control cerebral. Además, es uno de los primeros ejemplos de un gigante de la tecnología interesado en obtener datos directamente desde la mente de la gente.

Para algunos neuro-éticos, si se lograra un dispositivo capaz de hacerlo, necesitaríamos nuevas regulaciones sobre cómo se recopilan, almacenan y utilizan los datos del cerebro.

En el estudio publicado recientemente en Nature Communications, los investigadores de la UCSF, liderados por el neurocientífico Edward Chang, colocaron láminas de electrodos en el cerebro de los voluntarios.

Luego, les hicieron una serie de preguntas a las que debían dar respuestas simples. Algunas de las preguntas fueron: “De 0 a 10, ¿cuánto dolor sientes?” y “¿prefieres un piano o un violín?”. Los investigadores podían oír tanto las preguntas como las respuestas, mientras que el sistema intentaba detectar tanto la pregunta como la respuesta.

Facebook ha aclarado que el proyecto sigue en curso, y que está financiando a la UCSF para que investigue cómo lograr que una persona con discapacidades en el habla pueda recuperar la capacidad de comunicarse.

A medio plazo, Facebook quiere crear un auricular portátil que permita a los usuarios usar sus pensamientos para controlar la música o interactuar en la realidad virtual. Con este objetivo, Facebook también ha financiado investigaciones con sistemas que escuchan el cerebro desde fuera del cráneo mediante fibra óptica o láseres que miden los cambios en el flujo sanguíneo, algo parecido a una máquina de resonancia magnética.

Esos patrones de flujo sanguíneo solo representan una pequeña parte de lo que ocurre en el cerebro, pero podrían ser suficientes para distinguir entre un conjunto limitado de comandos. Una publicación de blog de Facebook detalla: “Ser capaz de reconocer incluso unos pocos comandos mentales, como ‘inicio’, ‘seleccionar’ y ‘eliminar’, proporcionaría formas completamente nuevas de interactuar con los sistemas de realidad virtual de hoy y con las gafas de realidad aumentada de mañana”.

Facebook planea demostrar un prototipo de este sistema portátil para finales de año, aunque la compañía ha detallado qué capacidades tendrá ni qué haría con el cerebro.

¿Y la privacidad?

Las investigaciones sobre las interfaces cerebro-máquina se han acelerado a medida que las compañías tecnológicas con grandes presupuestos han empezado a interesarse por ellas. El 16 de julio, Neuralink, la compañía de interfaces cerebrales creada por el fundador de SpaceX, Elon Musk, anunció que esperaba implantar electrodos en cerebros de los voluntarios paralíticos dentro de dos años.

No obstante, hay razones para dudar de si se debería permitir que las compañías tecnológicas tengan una ventana a nuestros cerebros. El mes pasado, por ejemplo, Facebook recibió una multa récord de 4.500 millones de euros por engañar a sus usuarios sobre cómo usa su información personal.

La profesora de la Universidad de Duke (EE. UU) especialista en neuro-ética Nita Farahany afirma: “Para mí, el cerebro es el único lugar seguro para la libertad de pensamiento, para las fantasías y la disidencia. Estamos a punto de cruzar la última frontera de la privacidad sin disponer de ningún tipo de protección”. Facebook subraya que todos los datos cerebrales recogidos en la UCSF permanecerán en la universidad, pero los empleados de Facebook pueden ir allí para analizarlos.

No se sabe cuánto dinero está invirtiendo Facebook en la universidad ni cuánto saben los voluntarios sobre la participación de la compañía en el estudio. El portavoz de la universidad, Nicholas Weiler, no quiso mostrar una copia del contrato de esta investigación ni los formularios de consentimiento firmados por los pacientes. Afirma que los formularios de consentimiento incluyen a Facebook entre varios posibles patrocinadores de la investigación.

Aunque un lector del cerebro podría ser una forma útil de controlar los dispositivos, también significaría que Facebook podría escuchar las señales cerebrales. Esto le proporcionaría mucha más información de la que ya tiene, como por ejemplo la reacción de las personas ante las publicaciones y mensajes.

“Los datos del cerebro tienen mucha información y son sensibles por su privacidad, es una preocupación razonable. La política de privacidad adoptada en Facebook es claramente insuficiente”, opina el investigador de la interfaz cerebral en ETH en Zúrich (Suiza) Marcello Ienca. Por su parte, Facebook asegura que va a dar un mejor trato a los datos del cerebro. El director del proyecto de la lectura del cerebro de Facebook, Mark Chevillet, afirma: “Nos tomamos la privacidad muy en serio”. ¿Será verdad?

Fuente: technologyreviews.com