Empresa estadounidense ha puesto en marcha la batería térmica industrial más grande del mundo, operando 100% con energía solar fuera de la red

Tras 10 semanas de operación, ha superado el 97% de eficiencia de ciclo completo. Opera a temperaturas superiores a 1.000 °C, equivalente al calor generado por 10.000 sistemas domésticos.

  • Batería térmica industrial más grande del mundo.
  • 100 MWh de capacidad.
  • Solo energía solar.
  • Vapor constante, sin gas.
  • Temperatura: +1.000 °C.
  • 97 % de eficiencia.
  • Tecnología: ladrillos y cables.
  • Sin materiales raros.
  • Sin emisiones.
  • Proyectos en 4 continentes.

La batería de calor industrial más grande del mundo ya está en marcha y funciona con energía solar

La empresa Rondo Energy ha puesto en funcionamiento la que considera la mayor batería de calor industrial del planeta, un sistema de 100 megavatios hora (MWh) instalado en una planta de Holmes Western Oil en California. El sistema, completamente alimentado por energía solar in situ, suministra de forma continua vapor a alta presión y calor extremo, demostrando que las industrias intensivas en energía ya pueden operar sin gas fósil.

Durante el día, el sistema fotovoltaico carga la batería, y esta libera calor las 24 horas del día. Tras más de dos meses de operación diaria, ha superado todos los objetivos técnicos: una eficiencia de ciclo superior al 97 % y temperaturas que superan los 1.000 °C, valores suficientes para procesos industriales pesados como refinado, fabricación química o producción de cemento.

El impacto es real: este único sistema entrega tanto calor como lo harían 10.000 sistemas domésticos. Pero lo más relevante es que lo hace sin quemar ni un solo gramo de gas, ni modificar la infraestructura existente. Utiliza el mismo circuito de vapor que las calderas tradicionales, pero con una fuente limpia y sin fluctuaciones de precio.

Ladrillos, cables… y cero humo

Una de las claves del sistema es su simplicidad radical. No hay baterías de litio ni combustibles sintéticos. Solo ladrillos industriales y resistencias eléctricas. Materiales comunes, robustos, reciclables, y lo más importante: sin riesgo de incendios ni filtraciones tóxicas. La batería almacena calor resistivo y lo libera en forma de vapor, alcanzando presiones superiores a 100 bar. Todo esto sin emitir gases contaminantes, por lo que no requiere permisos ambientales complejos.

Rondo ha conseguido algo difícil: hacer viable una tecnología sin reinventar la rueda. Al utilizar componentes ya conocidos en la industria (aislantes térmicos, sistemas eléctricos industriales), su capacidad de escalar es inmediata, sin cuellos de botella en la cadena de suministro. Esta es una diferencia importante respecto a tecnologías más complejas que dependen de materiales críticos como el cobalto o el litio.

Energía solar como motor de la industria

Hoy, el calor industrial representa aproximadamente una cuarta parte del consumo energético global. Es un sector difícil de electrificar porque requiere temperaturas muy altas de forma constante. Hasta ahora, eso se lograba quemando gas, carbón o incluso residuos industriales. Pero esta batería cambia las reglas.

Mientras tecnologías como las bombas de calor o los electrocalentadores requieren suministro constante de electricidad, el sistema de Rondo puede cargarse durante solo seis horas al día, aprovechando los excedentes solares más baratos, e incluso electricidad renovable de la red durante horas valle. El resultado: una reducción drástica del coste energético y de la huella de carbono.

Este avance ya no es una promesa futura. Es una solución que funciona. Y lo más interesante es que puede replicarse. La empresa ya desarrolla sistemas similares en Europa, Asia, Oceanía y América Latina, incluyendo sectores como la alimentación, la minería o la metalurgia.

Potencial

Este tipo de baterías térmicas abre una vía concreta y realista para descarbonizar procesos industriales intensivos, uno de los grandes desafíos de la transición energética. Algunas ideas clave:

  • Sustituir gas fósil en fábricas sin necesidad de rehacer su infraestructura.
  • Usar excedentes solares que de otro modo se perderían, almacenándolos como calor útil.
  • Reducir emisiones sin frenar la productividad, manteniendo operaciones 24/7.
  • Blindar a las industrias ante la volatilidad energética, al depender menos del mercado de combustibles fósiles.
  • Evitar el uso de materiales escasos o contaminantes, acelerando la adopción global.

Este tipo de tecnología permite imaginar un futuro donde las industrias funcionen con el sol, literalmente. No como metáfora, sino como parte de su engranaje diario. Y si se generaliza, podría recortar millones de toneladas de CO₂ al año sin exigir grandes sacrificios ni transformaciones radicales.

Con herramientas como esta, el camino hacia una economía descarbonizada no solo parece posible, sino también eficiente, competitivo y replicable.

Fuente: ecoinventos.com

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