El atrapasueños tecnológico que ayuda a recordar lo que Edison, Tesla y Dalí no querían olvidar
Cuando Adam Haar Horowitz subió al escenario en una conferencia vestido como una flor de loto, el público enarcó las cejas.
Luego, cuando comenzó a golpear las computadoras y hacer ruidos de gong, la audiencia quedó boquiabierta.
Estaba representando un sueño que había tenido recientemente para ilustrar cómo nuestras fantasías nocturnas pueden influir en nuestras vidas de vigilia y cómo la tecnología puede ayudarnos a acceder a ellas.
Es un tema que a Horowitz le interesa profundamente.
«Los sueños son un espacio tan extraño, turbio e inaccesible, y en ellos hay tanta poesía, metáfora y analogía», le dijo a la BBC cuando lo visitó en el Laboratorio de Medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
«La idea de que puedas usar algo concreto -una tecnología- que sirva para ayudarte a acceder a ese lado poético y metafórico de tu propia cognición es realmente emocionante».
Para tornar esa idea, en realidad inventó dispositivo manual que llama Dormio.
Dormio recoge bioseñales que a su vez rastrean las transiciones en las etapas de sueño, como la pérdida de tono muscular, los cambios en la frecuencia cardíaca y las alteraciones en la conductancia de la piel.
El objetivo es estudiar una etapa particular del sueño: el período comprendido entre la vigilia y el sueño profundo, conocida como hipnagógica.
Es un período de sueño que ha fascinado a científicos y artistas durante cientos de años.
Thomas Edison, Nikola Tesla, Edgar Allan Poe y Salvador Dalí intentaron acceder a ese estado haciendo una siesta con una bola de acero u objeto similar en sus manos.
Lo hacían para que cuando cayeran en el sueño más profundo, conocido como fase REM (siglas en inglés de movimiento ocular rápido), soltarían el objeto y se despertarían antes de olvidarse de las imaginaciones hipnagógicas.
Dormio está conectado a una aplicación de teléfono inteligente o un robot que le dice palabras al sujeto a medida que se sumerge en un sueño más profundo. Esas palabras se pueden utilizar para influir en sus sueños o para dejarlos en un sueño más ligero.
«Hemos encontrado que las palabras entraron de manera confiable en los sueños hipnagógicos como contenido de ensueño en los experimentos que hemos conducido», dijo Horowitz.
«Después de este ligero despertar, iniciamos una conversación sobre el contenido de los sueños con los usuarios a través del robot social Jibo y registramos todo lo que se dice, para evitar la amnesia hipnagógica pues no queremos que las personas olviden sus ideas útiles».
Después de esta conversación, el sistema permite que los usuarios se vayan quedando dormidos otra vez y los interrumpe nuevamente cuando las señales biológicas sugieren que están cayendo en un sueño profundo.
«Esto se hace repetitivamente para interceptar sueños y extraer informes sobre ellos», explicó Horowitz.
«Imagino un futuro en el que dormir sea más útil y más accesible para nosotros, en el que lo entenderemos mejor y tendremos más posibilidades de influir en él y extraer la cognición que guarda», le dijo Horowitz a la BBC.
Aprender lo que sucede en los sueños ayudará al usuario a consolidar sus recuerdos, mejorar su aprendizaje e influir en cómo sueñan, agregó.
«Existe este período nocturno que en gran medida no conocemos, pero que es crucial para la forma en que recordamos, cómo se equilibran nuestras emociones durante el día, cómo lidiamos con el trauma y cómo aprendemos y simplemente no le prestamos atención; para mí, eso es muy extraño».
Los más grandes deseos
Pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo, pero realmente se sabe muy poco acerca de lo que sucede después de que ponemos nuestras cabezas en la almohada.
Sigmund Freud creía que los sueños nos permiten cumplir nuestros mayores deseos. Otras teorías sugieren que soñar es una forma de procesar y comprender emociones y eventos, tal vez un método para almacenar recuerdos menos importantes o incluso una forma de entrenar nuestro cerebro contra amenazas que podrían aguardarnos cuando estamos despiertos.
El consenso en la actualidad es que las personas sueñan entre 4 y 6 veces por noche y se olvidan del 90% de los sueños que han tenido.
Antonio Zadra, profesor de psicología en la Universidad de Montreal, cree que los sueños están diseñados para ser olvidados.
«Pasamos seis años de nuestras vidas soñando, de los cuales solo recordamos un ápice. Si tuviéramos que recordar más, sería una pérdida de tiempo colosal», opina.
Si bien los sueños en el sueño REM profundo son, según el profesor Zadra, «impermeables a los intentos externos de influir sobre ellos», es más fácil influir en los sueños hipnagógicos, aunque no está convencido de que esto necesite la ayuda de la nueva tecnología.
«La bola de metal también funciona muy bien. El sistema MIT es solo una tecnología sofisticada que está haciendo lo mismo y podría complicar demasiado el proceso.
«Pero, si alguien está interesado en explorar las imágenes que tienen cuando están dormidos, entonces un dispositivo como ese podría ser útil».
‘Viaje del autodescubrimiento’
Horowitz admite que hay cuestiones éticas que deben tenerse en cuenta antes de abordar esta parte enigmática de nuestra rutina diaria.
«¿A cuánto de ti mismo quieres acceder?», reflexiona.
«¿Cuánta poder quieres tener allí? ¿Cuán cuidadoso quieres ser al jugar con tus propias bioseñales?»
Además de crear las herramientas que les permitan a las personas comprender las diferentes etapas del sueño, planea compartir parte del vasto catálogo de literatura sobre el tema «de manera accesible» para que las personas puedan decidir por sí mismas qué quieren lograr cuando utilicen la tecnología para interrumpir sus sueños.
En última instancia, él lo ve como parte del viaje de aprendizaje sobre uno mismo.
«El tú despierto estará más conectado con el tú dormido y esa conexión entre los dos es una forma de autodescubrimiento», declaró.
Fuente: BBC