DestacadaSalud

Un virus podría estar detrás del descontrol al comer y el aumento de la obesidad

Investigadores de España publicaron un estudio sobre la microbiota intestinal. Por qué sugieren que el ácido antranílico podría ser un potencial aliado contra la adicción a comer

Se habla de “adicción a la comida” cuando una persona tiende a consumir más alimentos altamente procesados o “comida basura”.

Aunque el término está en debate, un grupo de científicos de España postuló que la presencia de un tipo de virus en la microbiota intestinal podría asociarse con el desarrollo de la adicción a las comidas y a la obesidad.

Los investigadores pertenecen a la Universidad Pompeu Fabra y al Instituto de Investigación Biomédica de Girona Dr. Josep Trueta (IDIBGI) y revelaron que los Microviridae pueden estar involucrados. Son un tipo de virus que infectan bacterias.

Hasta ahora, las investigaciones sobre la microbiota se habían centrado principalmente en las bacterias. Pero los resultados de la investigación, que los científicos publicaron en la revista Nature Metabolism, pusieron de manifiesto que otros microorganismos, como los virus, también pueden influir en el equilibrio de la salud intestinal y en conductas relacionadas con la nutrición y el metabolismo.

También identificaron una sustancia en el plasma sanguíneo, el ácido antranílico, que podría proteger de los comportamientos vinculados a la adicción a la comida.

Qué es la obesidad hoy

La obesidad es una compleja enfermedad crónica que se define por una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, según la Organización Mundial de la Salud.

Ese trastorno puede provocar un aumento del riesgo de diabetes de tipo 2 y cardiopatías, puede afectar la salud ósea y la reproducción y aumenta el riesgo de que aparezcan determinados tipos de cáncer. La obesidad influye en aspectos de la calidad de vida como el sueño o el movimiento.

La obesidad ya alcanzó niveles de pandemia global, con más de 650 millones de personas afectadas en 2016. Según datos de la OMS, su prevalencia se ha triplicado en los últimos 50 años.

Uno de los factores para el desarrollo de la obesidad puede ser la adicción a la comida, por la cual las personas pierden el control sobre lo que comen.

Esa adicción desencadena mecanismos del cerebro similares a los que se producen con otras adicciones. El nuevo estudio asoció, entonces, la presencia de una especie de Microviridae en la microbiota intestinal con la obesidad y la adicción a la comida.

Aunque la adicción a la comida no está reconocida oficialmente en el manual de psiquiatría DSM-5, existe una herramienta, conocida como Escala de Adicción a la Comida de Yale (YFAS 2.0) que ha ganado aceptación para hacer diagnósticos.

Esa escala se basa en criterios como consumir alimentos en mayores cantidades de lo planeado, incapacidad para controlar su consumo, persistencia en el uso pese a consecuencias adversas y prolongación del comportamiento más allá de lo previsto.

Cómo se hizo el estudio sobre virus y compulsión al comer

El objetivo principal del estudio fue investigar la conexión entre los bacteriófagos como los Microviridae, y en particular el bacteriófago Gokushovirus WZ-2015a, con la adicción alimentaria y la obesidad.

Además, los investigadores exploraron la posible relación de estos microorganismos con redes metabólicas específicas como las vías de señalización de triptófano y tirosina, precursores clave de neurotransmisores como la serotonina y dopamina.

Al utilizar un enfoque multidisciplinario, los investigadores de España recurrieron a múltiples métodos para analizar las relaciones entre los bacteriófagos, la adicción alimentaria y los mecanismos asociados.

Llevaron a cabo un análisis del microbioma mediante metagenómica de alto rendimiento. Luego hicieron un perfilamiento metabolómico, neuropsicológico y de imágenes cerebrales, basándose en el uso de la resonancia magnética.

También desarrollaron modelos preclínicos en ratones y estudios en humanos. En esta etapa se hicieron trasplantes fecales y virales para determinar alteraciones en el comportamiento y la neuroquímica de los modelos animales.

Los resultados fueron significativos al identificar una asociación entre ciertas familias de bacteriófagos, peso corporal, y comportamientos típicos de adicción alimentaria.

Los investigadores encontraron una fuerte correlación positiva entre la abundancia de bacteriófagos de la familia Microviridae, específicamente el Gokushovirus WZ-2015a, con mayores puntuaciones en la Escala YFAS. Estos bacteriófagos influyeron en la regulación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, modificando sistemas de recompensa cerebral.

También los científicos observaron que los ratones trasplantados con microbiota o viroma humano mostraron un incremento en su comportamiento adictivo hacia alimentos considerados de recompensa, un resultado que validó la relación entre los bacteriófagos y patrones de alimentación hedonista.

De acuerdo con el estudio, los virus bacteriófagos de la familia Microviridae, específicamente el Gokushovirus WZ-2015a, tienen efecto sobre dos neurotransmisores clave: la serotonina y la dopamina, fundamentales en el funcionamiento del cerebro.

Ese virus influye en la metabolización de triptófano y tirosina, los precursores de esos neurotransmisores, y altera las vías asociadas a la señalización del placer y adicción alimentaria.

Qué implicancias tienen los resultados

Por otra parte, descubrieron que el ácido antranílico puede tener efectos protectores. La suplementación con ese metabolito redujo significativamente los comportamientos similares a la adicción alimentaria no solo en ratones, sino también en modelos adicionales como la mosca de la fruta Drosophila.

“La microbiota intestinal podría convertirse en una vía innovadora para tratar la obesidad y la adicción a la comida, a través de suplementos alimenticios. Estos resultados tan sólidos se suman al conocimiento que tenemos de la relación entre microbiota y cerebro e identifican el papel de componentes como los Microviridae”, dijo uno de los coautores del trabajo, el doctor José Manuel Fernández-Real, quien es jefe del grupo de Nutrición, Eumetabolismo y Salud del IDIBGI y el CIBERObn.

En diálogo con Infobae, el doctor Silvio Schraier, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición y vicedirector de la carrera de especialización en Nutrición de la Fundación Barceló, consideró que “es posible que parte de la microbiota intestinal pueda estar relacionada con el juego apetito-hambre-saciedad”.

Con respecto a las implicancias de los resultados, Schraier opinó que el estudio publicado en Nature Metabolism es muy interesante. “Hay muchísimas investigaciones en esa misma línea, y pueden contribuir a comprender mejor la obesidad y la adicción a las comidas”.

Sin embargo -aclaró- “se debería recordar la obesidad, o mejor dicho, las obesidades, son una serie de enfermedades con etiologías múltiples entre genética y ambiente, con un resultado común en su definición que es el exceso de grasa corporal. Por lo cual pensar que solo puede haber una única causa-efecto sería errado”.

Fuente: infobae.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *