Sabías que se transmiten más gérmenes dando la mano que besando.
Invierno es equivalente a moqueo, toses e incluso, para los más damnificados, fiebres y escalofríos. Existen infinidad de trucos caseros para evitar el resfriado pero, por mucho que tratemos de huir de los virus, no vivimos en una burbuja y demasiada suerte tendremos si no pillamos nada… La cuestión es ¿cómo, dónde y cuándo cogemos los virus?
Existen muchos mitos sobre las cosas que debemos o no hacer para evitar la propagación de enfermedades invernales: ¿La gripe se transmite por los besos? ¿Hasta qué punto es bueno sobreabrigarse? ¿Perdemos peso cuando estamos malosnbsp;¿Es mejor quedarnos en casa o salir a que nos dé el aire?
Tanith Carey recoge en el Daily Mail las opiniones de diferentes expertos para desmitificar, en base a recientes estudios científicos, algunas de las creencias más generalizadas sobre cómo se transmiten los resfriados de una persona a otra.
Esto es lo que debes hacer o evitar para protegerte de virus y gérmenes.
Descansar es fundamental
Efectivamente, si te sientes cansado y medio febril, métete en la cama y suda la gripe. Dormir es una de las mejores precauciones que podemos tomar contra el resfriado.
Según un estudio publicado en la revista Archives of Internal Medicine las personas que duermen menos de siete horas por las noches son tres veces más propensas a contraer un resfriado que los que dormían las horas recomendadas (entre siete y nueve).
El doctor Sheldon Cohen, principal autor de la investigación, cree que “mantener unos hábitos regulares de sueño puede tener un papel importante en la capacidad de nuestro sistema inmunológico para combatir las enfermedades infecciosas”.
Opinión reforzada por otro estudio publicado en 2012 la revista Sleep según el cual mantenernos despiertos durante demasiadas horas interrumpe el ritmo de los glóbulos blancos en la sangre provocando un debilitamiento del sistema inmunológico.
Bésame, bésame mucho, que no me pegas el resfriado
La creencia común de que el resfriado se contagia a través de los besos queda desmitificada: la ciencia insiste en que el rinovirus, el virus que causa el resfriado común, no se transmite a través del intercambio de saliva.
La realidad es que este virus no vive en la saliva. Es a través de la tos o la respiración como se transmiten las gotas de las partículas virales y, en la gran mayoría de los casos, van a parar a las manos.
El virus sobrevive hasta dos horas en la piel así que si das la mano a alguien o te agarras o apoyas por todas partes, y esta persona se toca después la nariz, los ojos o la boca, como dirían en los juegos infantiles, “se la lleva”.
Además, debemos tener en cuenta que cuando estamos resfriados los síntomas pueden durar más tiempo que el virus: tan sólo lo transmitimos durante los primeros días de la enfermedad que es cuando el virus está presente.
Lo llevas en las manos, más que escrito, impregnado
Las enfermedades pueden propagarse a través de las manos cuando tocamos a otra persona u objeto que esté contaminado con los gérmenes de otra persona, así como por el aire cuando, por ejemplo, alguien estornuda cerca y las gotas que salen de su nariz o boca pueden caerte encima.
Al contrario que con los besos, “es más probable albergar el virus en los dedos por haber tocado pañuelos con los que nos hayamos sonado o por habernos estornudado en las manos” explica el profesor Ron Eccles, director del Centro de Resfriado Común de la Universidad de Cardiff. Por ello es fundamental lavarnos las manos correctamente con frecuencia.
Es mejor utilizar pañuelos de tela que los de papel (siempre que los lavemos y cambiemos a menudo) y siempre tratar de toser o estornudar en la parte del antebrazo en lugar de en las palmas de las manos. También nos protegerá de llevarnos virus en las manos estar rodeados de metal: “Hemos encontrado que el metal destruye el material genético de la norovirus”, declara el profesor Bill Keevil, director de la unidad de salud ambiental en la Universidad de Southampton.
Las superficies de cobre pueden interrumpir el ciclo de gérmenes que se replican y disminuir el riesgo de brotes, por lo que estaremos más a salvo si los grifos, tiradores o encimeras están hechas con estos materiales.
Ponte ropa de abrigo (pero lávala a menudo)
Hay determinados hábitos de higiene que deberías corregir para evitar la propagación de gérmenes. Además de lavarte las manos varias veces al día también tienes que lavar la ropa de abrigo que llevas a diario.
Está claro que en invierno hay que abrigarse, pero la bufanda, los guantes e incluso los jerséis de lana gorda que tanto te refugian del frío trasladan los virus de un lado a otro. Cuanto más tiempo los usamos, más microbios se acumulan en nuestra ropa y lo mismo ocurre con las toallas, sábanas o el pijama.
Se recomienda hacer la colada a menudo y a temperaturas superiores a 60 grados para eliminar correctamente los microbios. “Si nos lavamos estos artículos a temperaturas bajas con ropa de otras personas los microbios pueden pasar de una prenda a otra” advierte Sally Bloomfield, presidenta del Foro Científico Internacional sobre Higiene Doméstica, quien añade que “lo que puede ser bueno para el medio ambiente no necesariamente es bueno para su salud”. Por si alguien ya estaba echando cuentas.
Manos frías, corazón caliente… ¿Y pies fríos?
“Cuando los pies se enfrían, los vasos sanguíneos se contraen como un reflejo de protección para frenar la pérdida de calor del cuerpo” explica el profesor Eccles, así que es más importante de lo que crees llevar un calzado apropiado –dentro y fuera de casa– y calcetines que abriguen.
Lo mismo ocurre cuando tenemos fría la nariz. Hay que tener cuidado porque es la principal vía de entrada del virus del resfriado en el cuerpo y el hecho de que esté helada significa que hay menos células blancas de la sangre en la nariz para combatir el virus y nuestro sistema inmunológico está más débil.
Cura sana, culito de rana: nos curamos antes si nos cuidan
Son muchas las investigaciones que han demostrado que el estado de ánimo influye mucho en la rapidez y efectividad de muchos tratamientos médicos. También funciona para la gripe.
En un ensayo, un equipo de investigadores roció el rinovirus en la nariz de 334 voluntarios sanos a los que previamente se les preguntó si se sentían o no felices y en qué grado. Los resultados demostraron que los que tenían una actitud más positiva y feliz tuvieron mayor capacidad para combatir el resfriado.
Además, un reciente estudio dirigido por el doctor Cohen publicado en la revista Psychological Science encontró que las personas que habían disfrutado de abrazos regulares en las últimas dos semanas fueron menos propensas a contraer un resfriado.
“No siempre tiene que salir corriendo a la farmacia para un remedio, la felicidad y los abrazos también pueden combatir el virus de la gripe”, explica el propio Cohen quien añade que “contar con el apoyo de los demás reduce el estrés, lo que a su vez ayuda a proteger el sistema inmunológico”.
Estar malo… ¿Adelgaza?
Es una creencia generalizada pensar que cuando estamos varios días en cama reposando y comiendo más bien poco, adelgazamos y, después de pasar el resfriado, nos encontramos en plena forma. Sin embargo, una reciente investigación ha encontrado que algunos virus cotidianos pueden desencadenar problemas de salud a largo plazo más graves que los de un simple resfriado o gripe.
Los científicos creen que un microbio común, llamado adenovirus-36 o AD36, que causa una serie de infecciones respiratorias y se manifiesta con los mismos síntomas que el resfriado, puede provocar un aumento de peso significativo en las personas genéticamente predispuestas.
Según una serie de estudios publicados en el International Journal of Obesity, el 30% de las personas obesas tienen anticuerpos contra el AD36 –lo que supone que han sido infectados previamente con el virus– mientras que la presencia del adenovirus-36 tan sólo se muestra en el 10% de las personas con un peso normal.
En opinión del doctor Richard Atkinson, científico nutricionista de la Universidad de Wisconsin y autor de dichos estudios, “el virus puede cambiar la forma en la que las células almacenan grasa”, de ahí que pueda derivar en problemas de obesidad.
Atkinson, que está desarrollando una vacuna contra el AD36, advierte que, aunque hayamos podido estar expuestos al virus, no es posible saber si tenemos o no los anticuerpos a no ser que nos hagamos una prueba específica. En el caso de ser portadores, ante los síntomas gripales, el doctor recomienda “ser más cuidadosos para prevenir un posible aumento de peso”.
Fuente: elconfidencial.com