¿Qué precauciones tomar al planchar el cabello frecuentemente?
Planchar el cabello puede transformar por completo un look, brindando un acabado prolijo, liso y sofisticado. Sin embargo, el uso constante de herramientas de calor puede afectar la salud capilar si no se toman ciertas precauciones.
Desde puntas abiertas hasta pérdida de brillo, los efectos acumulativos del calor pueden ser significativos si no se usan los productos correctos o si se omiten cuidados fundamentales.
Conocer los pasos adecuados antes, durante y después de planchar el cabello ayuda a minimizar el daño. Hay personas que planchan su melena todos los días o varias veces a la semana sin ver consecuencias inmediatas, pero eso no significa que su cabello no esté sufriendo. El deterioro puede ser gradual, acumulativo y notorio con el paso del tiempo si no se toman acciones preventivas.
Además del tipo de plancha, el estado del cabello y los productos utilizados son factores determinantes. No todos los cabellos reaccionan igual al calor: mientras algunos son más resistentes, otros tienden a resecarse o quebrarse con facilidad. En este contexto, resulta fundamental elegir herramientas de buena calidad y aplicar productos específicos para proteger las fibras capilares del calor.
Por ejemplo, los protectores térmicos de Papel Punta han ganado reconocimiento por su eficacia en rutinas de estilizado frecuente. Su fórmula crea una barrera entre el calor de la plancha y el cabello, evitando que se debilite.
Estos productos no solo previenen el daño sino que también aportan suavidad y brillo, facilitando el peinado sin dejar residuos pegajosos o sensación pesada. Incluir uno de estos protectores en la rutina diaria es un paso clave para quienes buscan plancharse sin miedo.
Elegir bien la herramienta de calor
No todas las planchas son iguales, y usar la adecuada hace una gran diferencia en la salud del cabello. Hay planchas con placas de cerámica, titanio, turmalina y combinaciones entre ellas. Cada material tiene ventajas distintas, y su elección debe basarse en el tipo de cabello y la frecuencia de uso.
Las placas de cerámica distribuyen el calor de manera uniforme, lo que ayuda a evitar que algunas zonas se quemen más que otras. Este tipo es ideal para quienes se planchan seguido, ya que reduce el riesgo de puntos calientes que maltratan el cabello. Además, su superficie suele ser más suave, lo cual evita jalones o quiebres durante el alisado.
Las planchas de titanio se calientan más rápido y alcanzan temperaturas más altas, por lo que son recomendadas para cabellos gruesos o difíciles de alisar. Aunque son potentes, requieren mayor precaución: usarlas sin protector térmico puede ser contraproducente. Son muy eficaces, pero no deben usarse sin conocer su impacto.
Las de turmalina, en cambio, ayudan a sellar la cutícula capilar y controlar el frizz, lo cual las hace ideales para cabellos finos o teñidos. Producen iones negativos que neutralizan la electricidad estática, lo que deja el cabello más suave y brillante. Aunque suelen ser más costosas, su efecto protector las convierte en una excelente inversión para uso diario.
Más allá del tipo de placa, contar con una plancha que permita ajustar la temperatura siempre hace la diferencia. Subir el calor al máximo no siempre es necesario; en muchos casos, con 160° o 180° es más que suficiente para obtener buenos resultados para cuidar sin dañar la hebra capilar.
Preparar el cabello antes del alisado
La preparación previa es tan importante como la técnica de planchado. Empezar con el cabello húmedo o mojado es un error común que puede causar fractura capilar, ya que el agua se convierte en vapor al contacto con el calor, debilitando la fibra desde adentro. Por eso, lo mejor es alisar solo cuando el cabello esté completamente seco.
El lavado con productos adecuados es el primer paso fundamental. Usar un shampoo que limpie sin resecar, junto con un acondicionador nutritivo, ayuda a dejar el cabello manejable y menos propenso al daño. También es recomendable evitar los productos que dejan residuos pesados, ya que estos pueden “cocinarse” con la plancha.
Aplicar un protector térmico antes de planchar no es opcional: es obligatorio si se quiere evitar el daño. Este producto crea una película entre el cabello y el calor, reduciendo el impacto directo y manteniendo la hidratación natural de la fibra. Se puede encontrar en spray, crema o sérum, y algunos vienen con componentes que aportan brillo o control de frizz.
Además, desenredar bien el cabello antes de empezar es indispensable. Al pasar la plancha sobre nudos o enredos, se ejerce una tracción innecesaria que puede partir el cabello. Lo ideal es usar un peine de dientes anchos o un cepillo especial para desenredar sin lastimar, de medios a puntas y luego hacia la raíz.
Cuidados después de planchar
El cuidado post-plancha es igual de importante que la preparación previa. Una vez alisado el cabello, se recomienda evitar mojarlo de inmediato o exponerlo a la humedad ambiental, ya que esto puede revertir el efecto del planchado y, además, generar frizz.
Usar productos sin enjuague como cremas ligeras o aceites reparadores puede ayudar a mantener el acabado liso por más tiempo. Estos productos no solo sellan la cutícula, sino que también nutren el cabello y aportan suavidad. Algunos aceites como el de argán, coco o macadamia son especialmente útiles para este fin.
No es recomendable planchar todos los días, incluso con protección térmica. Para algunas personas puede resultar difícil, pero lo ideal es espaciar el uso de calor, alternando con peinados sin herramientas térmicas o utilizando técnicas de alisado sin plancha, como trenzas o el uso de bandas. Darle al cabello un descanso del calor es una forma efectiva de conservar su fuerza y elasticidad.
Además, aplicar una mascarilla nutritiva una o dos veces por semana ayuda a reponer lo que se pierde con el calor frecuente. Hay mascarillas enriquecidas con proteínas, ceramidas y aceites naturales que restauran la estructura capilar, devolviendo resistencia y brillo al cabello dañado por el estilizado continuo.
Identificar señales de daño y actuar a tiempo
Reconocer cuándo el cabello está sufriendo es clave para modificar hábitos a tiempo. Un cabello que ha sufrido mucho por la aplicación de calor es más difícil de recuperar. Si se vuelve opaco, se enreda con facilidad, se siente áspero al tacto o presenta puntas abiertas, probablemente esté pidiendo un descanso del calor o un cambio en la rutina de cuidado.
Uno de los primeros signos de daño por plancha frecuente es la pérdida de elasticidad. Cuando el cabello mojado se rompe al estirarlo, es señal de que las proteínas estructurales han sido comprometidas. En estos casos, suspender temporalmente el uso de plancha y aplicar tratamientos intensivos es esencial para recuperar la fibra.
El frizz descontrolado y la pérdida de brillo también indican daño térmico. Aunque hay productos que lo disimulan, si no se trata desde la raíz del problema, el daño se profundiza. Cortar las puntas regularmente también ayuda a mantener el cabello saludable y prevenir que el daño se propague hacia arriba.
Por último, si se perciben cambios en el cuero cabelludo como resequedad, ardor o descamación, puede ser efecto indirecto del calor excesivo o de productos agresivos. En estos casos, conviene revisar los ingredientes de los cosméticos utilizados y optar por fórmulas más suaves, además de bajar la temperatura de la plancha.