¿Es posible que una alimentación 100% vegetal sostenga un crecimiento saludable en niñas y niños?

Un reciente estudio de la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica, publicado en Nutrition Reviews, analizó decenas de investigaciones y ofreció una respuesta clara, aunque con matices: sí, es posible que una alimentación 100% vegetal sostenga un crecimiento saludable en niñas y niños, siempre que esté bien planificada, supervisada por profesionales y complementada con suplementos, especialmente vitamina B12.

La pediatra argentina Ilanit Romina Bomer, especialista en nutrición vegana en infancias, no duda: “Una dieta vegana bien diseñada puede ser adecuada para el desarrollo infantil”, afirmó en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes. Sin embargo, advierte que no se trata de un régimen que pueda improvisarse:

“Requiere controles médicos regulares, análisis de laboratorio, educación alimentaria y suplementación obligatoria de B12”, detalló.

Este nutriente, que no está presente en los alimentos vegetales, resulta esencial para prevenir daños neurológicos graves e irreversibles. Según Bomer, los mayores riesgos no provienen del veganismo en sí, sino de un mal asesoramiento o de decisiones tomadas sin información precisa.

Los nutrientes clave a tener en cuenta

El estudio sudafricano señala que una dieta vegana infantil debe prestar especial atención a ciertos nutrientes críticos: vitamina B12, hierro, calcio, vitamina D, zinc, yodo y omega 3 de cadena larga. Estos componentes, habituales en alimentos de origen animal, deben ser reemplazados a través de estrategias nutricionales específicas como el uso de alimentos fortificados, combinaciones adecuadas y suplementos.

También se advierte sobre prácticas extremas. Por ejemplo, un caso documentado de un niño hospitalizado por una obstrucción intestinal causada por una dieta crudivegana extrema. El mensaje es claro: no alcanza solo con frutas, semillas o buenas intenciones.

Desinformación en los consultorios

Otro desafío lo representa el propio sistema de salud. Muchos pediatras y nutricionistas aún no cuentan con formación específica sobre alimentación basada en plantas, lo que puede llevar a rechazar o desaconsejar estas dietas sin un análisis profundo.

“Es clave formar a los profesionales para que puedan acompañar a las familias con información adecuada”, insiste Bomer.

¿Y los bebés de madres veganas?

El informe también plantea dudas que todavía requieren más investigación: ¿cómo influye esta dieta durante la lactancia? ¿Qué efectos tiene en el desarrollo óseo a largo plazo o en la adolescencia? En el caso de bebés amamantados por madres veganas sin suplementación adecuada de B12, se han reportado casos de regresión del desarrollo y daño cerebral, lo que subraya la importancia de la prevención desde el embarazo.

Incluso aspectos menos visibles, como el alto contenido de fibra en una dieta vegetal, pueden generar inconvenientes: los niños pueden sentirse llenos antes de haber consumido las calorías necesarias para su crecimiento.

Un debate que interpela a la salud pública

Lejos de ser un tema individual, el auge del veganismo infantil plantea desafíos para las políticas públicas. Los investigadores proponen actualizar las campañas de salud, incorporar contenidos sobre alimentación basada en plantas en las universidades y diseñar guías nutricionales específicas para cada etapa del desarrollo.

En lugar de caer en posturas rígidas a favor o en contra del veganismo, el foco debe estar en brindar herramientas y acompañamiento serio a las familias que eligen este camino.

Porque en un mundo donde las decisiones alimentarias también expresan valores éticos, políticos y ambientales, la pregunta ya no es si un niño puede crecer sano siendo vegano, sino si la sociedad está preparada para acompañarlo sin poner en riesgo su desarrollo.

Fuente: infobrisas.com