Primer avance con el “corta-pega” genético para curar la esclerosis lateral amiotrófica
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad degenerativa ocasionada por la muerte de las neuronas motoras –o ‘motoneuronas’–, responsables de llevar los impulsos nerviosos del cerebro y la médula espinal a los músculos voluntarios del organismo. Una enfermedad de la que cada año se diagnostican en torno a 900 nuevos casos en nuestro país y para la que no existe cura. De hecho, ni siquiera hay un tratamiento para frenar su progresión, lo que provoca que la esperanza de vida media de los pacientes no exceda, aún a día de hoy, de los tres años. Por tanto, el diseño de terapias efectivas frente a esta devastadora enfermedad adquiere un carácter ya no urgente, sino vital. Y en este contexto, por investigadores de la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.) podrían haber dado el primer paso para lograr, por fin, la ansiada cura de la ELA. Y para ello, han recurrido a la técnica de ingeniería genética ‘CRISPR/Cas9’, popularmente conocida como ‘corta-pega genético’.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista “Science Advances”, muestra que el uso de la técnica CRISPR/Cas9 permite eliminar la mutación genética en el gen ‘superóxido dismutasa 1’ (SOD1), responsable del 20% de todos los casos hereditarios de ELA. Una eliminación que ralentiza la pérdida muscular característica de la enfermedad, lo que posibilita que los modelos animales –ratones– tengan una esperanza de vida hasta un 25% mayor.
Como explica David Schaffer, co-autor de la investigación, “recuperar el control de las motoneuronas sobre la función muscular, muy especialmente sobre el diafragma, tienen una importancia crítica no solo para salvar a los pacientes, sino también para mantener su calidad de vida. Y si bien nuestro tratamiento no hizo que los ratones con la enfermedad fueran ‘normales’ y todavía no ofrece una cura, nuestro estudio supone una prueba de concepto de que CRISPR-Cas9 puede ser una molécula terapéutica para la ELA. Cuando mejoremos la administración y, así, logremos que CRISPR-Cas9 llegue a un mayor porcentaje de células, entonces es muy posible que veamos un incremento en la esperanza de vida aún más significativo”.
Potenciar el genoma
Para llevar a cabo el estudio, los autores utilizaron un modelo animal –ratones– al que manipularon genéticamente para que expresara la mutación en el gen ‘SOD1’ que provoca la ELA. Y lo que hicieron fue administrarles un virus –un virus adeno-asociado (AAV), muy similar al que ocasiona los resfriados y totalmente inocuo– que introducía la secuencia ‘Cas9’ en el genoma de las motoneuronas de la médula espinal.
Pero, ¿para qué dotar a las células de esta secuencia genética ‘Cas9’? Pues porque una vez descodificada, expresa Cas9, una enzima con actividad nucleasa, es decir, capaz de trocear el ADN. Así, y dado que esta secuencia ‘Cas9’ fue específicamente programada para que troceara –o más bien, ‘destrozara’– el gen ‘SOD1’ mutado, las motoneuronas adquirían la capacidad para producir por sí solas la enzima que eliminaría la mutación causante de su muerte –y por ende, de la aparición de la ELA.
La pregunta entonces es: ¿funciona? Pues sí. Debe tenerse en cuenta que un ratón ‘sano’ vive en torno a cuatro años. Y que en caso de sufrir ELA, su esperanza de vida no excede de cuatro meses. Sin embargo, y gracias a la terapia de edición genética, los animales con la enfermedad vivieron hasta cinco meses. O lo que es lo mismo, un 25% más.
Pero aún hay más. Los resultados de las autopsias de los animales enfermos mostraron que, en el momento de su muerte, “las únicas motoneuronas supervivientes fueron aquellas que habían sido ‘infectadas’ con el virus portador de la enzima Cas9”, destaca Thomas Gaj, director de la investigación.
Y llegados a este punto, ¿cuál será el próximo paso? Pues diseñar un virus que, además de en las motoneuronas del cerebro y la médula espinal, elimine el gen ‘SOD1’ mutado en el resto de células que dan ‘soporte’ a estas motoneuronas, caso de las células gliales como los astrocitos y los oligodendrocitos.
Futuro optimista
Es cierto que la mutación en el gen ‘SOD1’ es responsable de únicamente un 2% del total de casos de ELA diagnosticados en todo el mundo, pero es un primer avance que constata que la técnica CRISPR-Cas9 podría resultar muy útil frente a la enfermedad. Cuando menos, en sus formas hereditarias en las que ya se ha identificado el gen responsable.
Como concluye David Schaffer, “por lo general tiendo a ser bastante cauteloso, pero en este caso sería muy optimista si lográramos eliminar ‘SOD1’ no solo en las neuronas sino también en los astrocitos y la glía. Creo que vamos a lograr incrementos muy significativos en la esperanza de vida”.
Fuente: ABC España