Muere David Bennett, el hombre que ha vivido dos meses con un corazón de cerdo en su pecho
El paciente estadounidense, con una grave insuficiencia cardiaca, había recibido a la desesperada el trasplante del órgano de un animal modificado genéticamente
El primer ser humano que ha vivido con un corazón de cerdo latiendo en su pecho, el estadounidense David Bennett, ha muerto este martes a los 57 años, dos meses después de recibir el histórico trasplante, según ha confirmado el Centro Médico de la Universidad de Maryland (EE UU), donde se realizó la operación. El corazón pertenecía a un cerdo modificado genéticamente por la empresa Revivicor para facilitar el encaje del órgano en el cuerpo humano y evitar el rechazo. La institución médica ha subrayado que la víscera “funcionó muy bien” durante las primeras semanas y que Bennett, que padecía una gravísima insuficiencia cardiaca, estuvo consciente hasta las últimas horas de su vida.
Su cirujano, Bartley Griffith, ha asegurado en un comunicado que su equipo seguirá intentando perfeccionar esta técnica, una esperanza para pacientes como Bennett, que no reúnen las características para entrar en la lista de espera para un corazón humano. “Como cualquier otro trasplante pionero en el mundo, este nos ha aportado un valioso conocimiento que, ojalá, servirá para que los cirujanos de trasplantes mejoren sus resultados y, potencialmente, puedan salvar la vida de futuros pacientes”, ha declarado Griffith. Una portavoz del hospital ha asegurado al diario USA Today que los médicos no han identificado todavía la causa exacta de la muerte de Bennett, ya que no se ha detectado un rechazo del corazón porcino.
En 2020 se llevaron a cabo unos 120.000 trasplantes de órganos, un 18% menos que el año anterior, según el registro mundial gestionado por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de España, con datos de 82 países. La caída se explica por el colapso de los sistemas sanitarios por la pandemia de covid, pero también por la reducción de los accidentes de tráfico, tradicional fuente de órganos. La Organización Mundial de la Salud calcula que las vísceras donadas apenas cubren una décima parte de las necesidades globales. De los 7.840 trasplantes de corazón en el mundo, 278 se realizaron en España.
El hijo del fallecido, también llamado David Bennett, ha agradecido públicamente “la oportunidad” que tuvo su padre con el trasplante de corazón porcino. “Quiso luchar hasta el final para salvar su vida y pasar más tiempo con su amada familia, incluidas sus dos hermanas, sus dos hijos, sus cinco nietos y su adorado perro Lucky. Pudimos pasar juntos unas estupendas semanas mientras se recuperaba de la operación, unas semanas que no habríamos tenido sin este milagroso esfuerzo”, ha afirmado.
En un inesperado giro de los acontecimientos, una semana después del trasplante, el diario estadounidense The Washington Post publicó que David Bennett tenía antecedentes penales, tras apuñalar siete veces en 1988 a un hombre por un supuesto ataque de celos. El atacado, Edward Shumaker, tuvo que moverse en silla de ruedas hasta su muerte en 2007.
La empresa Revivicor, con sede en Blacksburg (Virginia, EE UU), está en la vanguardia de los xenotrasplantes, los trasplantes entre especies diferentes. El 25 de septiembre, otro equipo de cirujanos trasplantó por primera vez con éxito un riñón de cerdo de la compañía a una persona, una mujer en muerte cerebral en un quirófano de la Universidad de Nueva York. Revivicor se fundó en 2003 a partir de la empresa británica PPL Therapeutics, responsable de la creación en 1996 de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta.
El catálogo de “productos” en la web de Revivicor incluye los corazones porcinos, de la marca UHeart; riñones, con el sello UKidney; e incluso lóbulos pulmonares, ULobe. Tras la operación de David Bennett, el nefrólogo Rafael Matesanz, fundador de la ONT, advirtió de que los trasplantes de órganos de cerdo producidos por empresas suponían un cambio total de paradigma, frente al actual modelo de donación altruista. Matesanz, preocupado por los posibles “precios disparatados”, alertó de que “el problema pasaría de ser la escasez de donantes a ser el coste económico para los sistemas de salud”.
Fuente: elpais.com