Cada vez existe una mayor evidencia científica de que los niños tienen peores ciclos de sueño si miran la televisión o juegan con un teléfono o una tablet antes de dormir. Dos nuevos estudios repasan esta evidencia y vuelven a señalar que las pantallas causan problemas de sueño y nutrición en los más pequeños.
El sueño es fundamental para un funcionamiento óptimo de los niños: un ciclo de sueño de mala calidad puede afectar a su comportamiento y a su salud. Al mismo tiempo, los niños constituyen uno de los mayores grupos de consumidores de los dispositivos electrónicos con pantalla. Y los científicos creen que el uso de estos dispositivos antes de dormir está impactando negativamente en la cantidad y calidad de sueño, lo que tiene consecuencias significativas como la falta de atención o un mayor índice de masa corporal.
“De las más de cinco docenas de estudios sobre jóvenes de entre 5 y 17 años de todo el mundo, el 90% encontró que el tiempo de pantalla está asociado con retrasos en la hora de acostarse, menos horas y peor calidad de sueño”, explica Monique LeBourgeois, profesora de psicología integrativa en la Universidad de Colorado y autora principal de un artículo publicado en la revista Pediatrics.
LeBourgeois y sus colegas revisaron toda la literatura disponible sobre pantallas y calidad del sueño en los niños, y descubrieron que los dispositivos más interactivos como las computadoras se asocian con más frecuencia a una peor calidad del sueño. Aun así, un 75% de los estudios vincula también el uso nocturno de la televisión (menos interactiva) con peores ciclos de sueño.
Tanto factores biológicos y neurológicos como factores ambientales juegan un papel en este fenómeno. La luz es el cronómetro principal del reloj interno del cerebro, y en el caso de los niños, sus ojos no están completamente desarrollados, por lo que son más sensibles que los adultos al impacto de la luz. “Cuando la luz llega a la retina en las horas de la noche, produce una cascada de señales al sistema circadiano para suprimir la hormona promotora del sueño, la melatonina”, explica LeBourgeois. “Sabemos que las personas más jóvenes tienen pupilas más grandes, y sus retinas son más transparentes, por lo que su exposición y sensibilidad a esa luz es aún mayor que en las personas mayores”.
Otro estudio reciente publicado en Global Pediatric Health respalda estos hallazgos y añade una conexión con la obesidad infantil. Sus autores encuestaron a los padres de 234 niños de entre 8 y 17 años y cuantificaron las horas de uso de la tecnología (computadoras, consolas, teléfonos inteligentes y televisión), las horas de sueño y las conductas de falta de atención.
Encontraron que, de media, los niños que pasan tiempo viendo televisión o jugando a videojuegos antes de acostarse tienen un promedio de 30 minutos menos de sueño que los demás. Para los niños que usan sus teléfonos inteligentes antes de acostarse, la cosa empeora: de media pierden una hora completa de sueño. Además, sin importar qué tipo de tecnología utilicen, todos los niños que pasan tiempo mirando una pantalla son más propensos a usar su teléfono inteligente durante la noche.
Los resultados indican que las pantallas inducen un círculo vicioso que conduce a un peor ciclo de sueño y peores hábitos alimenticios, lo que puede llevar a un índice de masa corporal (IMC) más elevado. “Vimos que la tecnología antes de ir a la cama estaba asociada con menos horas de sueño y un mayor IMC”, dice Caitlyn Fuller, una de los investigadores. “También vimos que el uso de la tecnología se asocia con más fatiga por la mañana, otro factor de riesgo para un IMC más alto. Así que lo que hemos visto es cómo se forma un círculo”.
Aunque existen beneficios conocidos del uso de la tecnología por parte de los más pequeños, como un mayor nivel de interacción social, menos problemas emocionales y un menor nivel de hiperactividad, los médicos critican el uso excesivo de las pantallas, especialmente durante la infancia. Para un desarrollo saludable de la niñez, la Academia Americana de Pediatría recomienda a los padres limitar el tiempo que sus hijos pasan frente a la pantalla a no más de dos horas al día, sin importar si ese tiempo lo pasan frente a un televisor, una tablet, un portátil o un teléfono móvil.
Fuente: ZME Science