La vida después de un trasplante de riñón a través de un algoritmo
Marisol Robles tenía problemas para bajar de peso, aunque no comía en exceso. Entonces acudió con médicos quienes, para tener una mejor comprensión de su caso, le pidieron que se hiciera un análisis de sangre.
El estudio de química sanguínea arrojó un grado de 17 de creatinina, sustancia de desecho generada por los músculos; sin embargo, los niveles normales para mujeres de esta sustancia oscilan entre 0.8 y 1.2. La conclusión: ella tenía graves problemas de insuficiencia renal.
“El doctor no se explicaba cómo estaba viva; mi cuerpo ya se había acostumbrado a vivir intoxicado”, dice Marisol, en entrevista para Tec Review.
Un cambio de 180 grados
Ella fue diagnosticada en 2011 y tres meses después tuvo su primer trasplante de riñón que –desafortunadamente– fue fallido. Entonces requirió estar seis años en hemodiálisis, después de este lapso llegó el segundo trasplante en Estados Unidos. Ese sí fue exitoso.
“Se logró encontrar un riñón compatible para mí, gracias a que una mujer quería donarle el riñón a su hijo (pero era incompatible) y resultó compatible conmigo. En mi caso, fue mi prima quien donó para alguien más. Se trató de una cadena de 13 parejas de personas que iban switcheando los riñones”, explica Robles.
Marisol fue la primera mexicana en participar en este procedimiento de cadena basado en un algoritmo diseñado por Alvin E. Roth, quien por esta razón ganó el premio Nobel de Economía, en 2012.
La secuencia de pasos que desarrolló este economista estadounidense tenía el objetivo de regular de una manera más justa la oferta y la demanda de mercados específicos, nunca pensó que finalmente serviría para salvar a personas de la muerte.
“Ser diagnosticado con enfermedad renal puede ser un gran desafío, tanto para el paciente como para las personas que lo rodean. Su diagnóstico y manejo, particularmente en las etapas avanzadas de la enfermedad renal, impacta severamente en sus vidas al reducir su capacidad y la de sus familiares y amigos para participar en actividades cotidianas como el trabajo, viajar y socializar; además, causa numerosos efectos secundarios problemáticos, como fatiga, dolor, depresión, deterioro cognitivo, problemas gastrointestinales y problemas para dormir”, se lee en la página del Día Mundial del Riñón, que se conmemora cada 11 de marzo.
En este sentido, Marisol platica que las iniciativas de los días mundiales vuelven visibles cosas que normalmente no son tan notorias y en las que no reparamos, como nuestros riñones.
“Nuestros riñones son silenciosos, regularmente no hacemos caso de ellos. En cambio, siempre se habla de los pulmones y el corazón, pero los riñones son esos pequeños grandes olvidados que hacen mucho trabajo dentro de nosotros y no los notamos”, precisa.
Estos órganos cuentan con miles de unidades de filtrado que procesan fluidos, para luego ser devueltos al organismo o excretados en forma de orina.
“Los riñones también controlan el nivel de sal y otros minerales esenciales en el cuerpo. Es significativo que cada persona tiene un riñón derecho y un riñón izquierdo. La ciencia médica no se explica porque hay necesidad de un par de riñones, ya que una persona puede vivir con solamente uno”, se lee en Anatomy of the Soul, libro escrito en 2020 por Chaim Kramer, fundador del Instituto Breslov de Investigación, en Estados Unidos.
La rutina basada en inmunodepresores
Marisol, al vivir gracias a un riñón trasplantado, ha tenido que llevar una disciplina especial, a la cual se ha acoplado perfectamente.
“Lo que tengo que hacer todos los días es tomar mis medicamentos a la hora que corresponde porque de eso depende que mi riñón nuevo esté en las mejores condiciones, también debo de beber mucha agua, comer sanamente y hacer ejercicio. Creo que son las precauciones, con excepción de la medicación, que deberíamos tener todos para cuidar nuestros riñones”.
Los medicamentos que toma Marisol se llaman inmunosupresores, los cuales sirven para bajar el nivel de acción del sistema inmunológico; sin ellos, simplemente el organismo rechazaría el riñón trasplantado por considerarlo un objeto extraño.
Los inmunosupresores de hace 20 años traían muchos efectos secundarios, como vómitos y dolor de cabeza, pero los de ahora ya tienen menos, de acuerdo con Marisol, quien espera que la tecnología médica aún los perfeccione más.
“Aunque están muy avanzados, tienen ciertas contraindicaciones como que te hacen más propenso a la diabetes o al cáncer, pero lo bueno es que te permiten vivir con un riñón trasplantado”.
La divulgación científica como misión
Marisol preside la Fundación Mario Robles Ossio. El nombre es de su papá, quien en 1982 falleció por insuficiencia renal. Él no tuvo la oportunidad de tener a tiempo un donante compatible. A través de esta organización civil, ella divulga información médica de utilidad para las personas que padecen alguna enfermedad renal.
“No quisimos volvernos una fundación asistencialista, pues esto implicaba un reto que nos rebasaba, además de que ya había muchas instituciones de ese tipo. Nos dedicamos a brindar conocimiento que cambia vidas, en cualquier etapa de la enfermedad, ya sea prediálisis, diálisis o trasplante. Hacemos un puente entre especialistas y pacientes”.
Marisol tiene 46 años de edad y su voz, en llamada telefónica, se le escucha ecuánime, jovial. Para ella el trasplante ha sido como volverse a plantar en la vida con una visión más espiritual que antes.
“Ahora es un arraigo distinto, es vivir con plenitud cada instante y tratar de agobiarse menos, es ser más consciente de lo que está sucediendo, pero también vivir con más agradecimiento”.
Fuente: tecreview.tec.mx