La gran víctima del boxeo: el cerebro
El cerebro y la vista son los dos principales afectados en la práctica del boxeo. Aunque se trata de un deporte que tiene lados positivos, como la resistencia, la habilidad, o la potencia, sin embargo es «muy peligroso», y rechazado por las más prestigiosas instituciones médicas internacionales, que urgen su abolición, ya que su principal diana es el cerebro, llegando a ocasionar problemas irreversibles para aquel que lo practique.
Así lo denuncia en una entrevista con Europa Press el jefe de Neurología del Hospital Príncipe de Asturias de Madrid, Esteban García-Albea, con motivo de la publicación de su libro, ‘Su majestad el cerebro’ (La Esfera de los Libros).
El especialista pone de ejemplo el campeón histórico de los pesos pesados, Muhammad Ali, quien murió por el conocido síndrome del Punch Drunk, una especie de demencia y cuadro parkinsoniano originado por los golpes de este deporte.
García-Albea explica que el cerebro, a pesar de su aparente autoprotección (cráneo y meninges), sobrevive rodeado de peligros de todo tipo. En el boxeo, tras un mullido guante de boxeo, se bambolea dentro de la consistente cavidad craneal.
«El líquido cefalorraquídeo amortigua el golpe tan sólo parcialmente. Todo se mueve dentro de la masa cerebral cuando se alcanza un nivel de energía, y las arterias pueden romperse ocasionando una hemorragia que en un recipiente cerrado, como el del cráneo, determinará multitud de problemas», avisa el experto, subrayando también que «en el boxeo el daño cerebral es directo, tan directo como lo son los directos a la mandíbula».
Así, el neurólogo del Hospital Príncipe de Asturias de Madrid detalla la lista de lesiones traumatológicas que sufre el boxeador, en su opinión «bastante amplia»: luxación y periartritis temporomandibular, esclerosis timpánica y de la cadena de los huesecillos (oído), traumatismos linguales, fractura de huesos de la nariz, orejas en coliflor, hemorragias de glándulas salivares, dislocación de codo, fractura de metacarpianos, neumotórax traumático (enclavamiento de costillas fracturadas), diversos traumatismos de vísceras abdominales, entre otras.
«Estas son algunas de las lesiones consideradas benignas. Sin embargo, los traumatismos oculares y craneoencefálicos son los que confieren gravedad a esta actividad. El cerebro, de nuevo, es la diana vulnerable donde hay que dirigir los puños. Se han descrito hemorragias retinianas, desprendimientos de retina y otros traumatismos oculares que pueden conducir a la enucleación (extirpación del ojo) o a un severo defecto en la agudeza visual», señala, precisando que el 58% de los boxeadores sufren lesiones oculares significativas y poniendo como ejemplo la ceguera del campeón ‘Sugar’ Ray Leonard.
Traumatismos craneoencefálicos
Por otro lado, García-Albea resalta que en el 68% de los boxeadores aparecen huellas de traumatismos craneales de mayor o menor importancia, pero que exigen supervisión especializada. En concreto, indica que los dos grandes grupos de lesiones cerebrales que puede acarrear la práctica del boxeo son las agudas y las crónicas.
La aguda se produce durante el combate o algunas horas o días después. Se considera de emergencia médicoquirúrgica y es debida a una conmoción cerebral, o a la presencia de una hemorragia cerebral con riesgo de muerte inminente.
El origen de la hemorragia se atribuye al bamboleo y rotación cerebral, con rotura de las pequeñas venas corticomeníngeas. «Esta eventualidad puede deberse tanto al impacto directo del puño como al golpe posterior de la cabeza contra el suelo o los postes del cuadrilátero», apostilla el también experto en este deporte.
El síndrome del punch drunk
Mientras, alerta de que la complicación más grave a largo plazo, «frecuente y degradante» para el boxeador es la ‘demencia pugilística’ o encefalopatía traumática crónica del boxeador, también conocida como ‘síndrome del Punch Drunk’. Aquí recuerda el reciente fallecimiento de Muhammad Ali, campeón durante muchos años de los pesos pesados por el mismo.
Según precisa, se trata de un síndrome «típico», aunque la intensidad de los síntomas varía de uno a otro paciente. Es debido a la acumulación en el tiempo de pequeños traumatismos. También se han descrito cuadros similares en otros deportes como el rugby o el paracaidismo.
Suele iniciarse con disartria escandida (mala articulación y pronunciación de palabras) y seudobulbar (poca fuerza y coordinación de la voz). De hecho, la articulación del lenguaje es progresivamente «más deficiente», resalta, hasta hacerse «ininteligible». A ello hay que sumarle cambios de personalidad, conducta alterada, en ocasiones psicosis, pérdida variable de memoria, abandono progresivo de sus tareas habituales y dificultad en la adaptación social.
Además, sostiene que la marcha se hace inestable, a pequeños pasos, con temblor asociado. «Todo el cuadro evoca un parkinsonismo. La enfermedad puede empezar al poco de iniciarse en el boxeo, o incluso años después de colgar los guantes. El curso es progresivo y no se ha demostrado la eficacia de ningún tratamiento.
«El boxeo es pues una actividad peligrosa que puede causar la muerte o alteraciones severas tardías», recalca el neurólogo. En España, según lamenta, por el momento «poco interés» han demostrado los colectivos médicos por el tema, mientras que fuera de nuestras fronteras son «muchas» las organizaciones representativas médicas que se han pronunciado a favor de su abolición, citando a la Asociación Médica Mundial (WMA, por sus siglas en inglés), o organizaciones médicas de países con tradición pugilística como Australia, Gran Bretaña o los países escandinavos.
Finalmente, destaca que en Suecia el boxeo profesional fue prohibido hace tres décadas. También ha sido abolicionista la actitud de la Academia Americana de Neurología y por la Asociación Neurológica Americana.
Fuente: Ediziones