La doble cara de la aspirina: entre la promesa anticáncer y el riesgo en adultos mayores
Un nuevo estudio con ratones reabre el debate sobre la aspirina y su papel en la prevención y progresión del cáncer, mientras investigaciones previas advierten sobre sus riesgos en adultos mayores
Durante décadas, la aspirina ha sido considerada una especie de panacea silenciosa. Un comprimido modesto, al alcance de casi todos, que no solo se usa para calmar el dolor o prevenir infartos, sino que, según numerosas investigaciones, podría incluso reducir el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.
Pero, como si de un relato con doble filo se tratara, el fármaco más común del botiquín moderno muestra un rostro más ambiguo en los estudios recientes. La ciencia se encuentra ahora en una encrucijada: ¿puede la aspirina ayudar a frenar la metástasis o, en ciertos casos, acelerarla?
Un reciente estudio publicado en Nature Communications ha sumado una pieza clave al rompecabezas. Investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL), en colaboración con centros internacionales, descubrieron que la administración de dosis bajas de aspirina en ratones redujo de forma significativa la capacidad de los tumores para generar metástasis.
Los resultados, aunque preliminares y limitados a modelos animales, apuntan a un efecto antiinflamatorio clave en la supresión de mecanismos celulares que facilitan la diseminación tumoral.
Pero si los efectos anticancerígenos de la aspirina en ratones alimentan esperanzas, un estudio anterior en humanos pinta un panorama menos alentador. El ensayo clínico aleatorizado ASPREE (Aspirin in Reducing Events in the Elderly), cuyos resultados se publicaron en Journal of the National Cancer Institute, observó que en adultos mayores —específicamente personas sanas de más de 70 años— la toma diaria de 100 mg de aspirina no redujo el riesgo de ser diagnosticado con cáncer.
Por el contrario, los participantes que recibieron el fármaco presentaron un riesgo mayor de padecer cánceres avanzados y de morir por la enfermedad.
En palabras del doctor Andrew Chan, investigador principal del estudio, estos resultados fueron completamente inesperados. El efecto fue especialmente pronunciado en el cáncer colorrectal, donde el riesgo de muerte fue 77 % más alto entre quienes tomaron aspirina, comparado con el grupo placebo.
Resultados ambiguos
Este aparente giro en los hallazgos científicos podría explicarse por diferencias fundamentales en los grupos de estudio. Mientras muchas investigaciones anteriores se enfocaron en adultos jóvenes o personas con predisposiciones genéticas, el ASPREE se centró en adultos mayores con sistemas inmunológicos más débiles. El efecto de la aspirina, sugieren los investigadores, podría interferir con respuestas inmunitarias necesarias para contener la expansión tumoral en edades avanzadas.
Una hipótesis que se abre camino es que la aspirina, conocida por sus propiedades anticoagulantes y antiinflamatorias, podría alterar la vigilancia inmunológica en adultos mayores, facilitando la progresión silenciosa de células cancerosas. Así lo explicó también Leslie Ford, del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), quien afirmó que los resultados del ASPREE deben hacernos repensar el uso clínico de este medicamento en la tercera edad.
Cabe destacar que el uso de la aspirina como herramienta preventiva fue respaldado en 2016 por la Comisión de Servicios Preventivos de los Estados Unidos (USPSTF), que recomendó su ingesta diaria para prevenir enfermedades cardiovasculares y cáncer colorrectal en ciertos grupos de riesgo. Sin embargo, los resultados del ASPREE y otros estudios como el ASCEND, donde se detectó un aumento en hemorragias gastrointestinales, han puesto en duda la universalidad de esas recomendaciones.
Mientras tanto, el hallazgo reciente en ratones mantiene viva la posibilidad de que la aspirina, en ciertas etapas o contextos biológicos, sea efectiva en limitar la metástasis. Como en todo en medicina, el «para quién» y el «cuándo» son tan importantes como el «qué». Los investigadores ya planean análisis moleculares más profundos con muestras del estudio ASPREE, con el objetivo de esclarecer estos efectos tan contradictorios.
Fuente: nationalgeographic.com.es