Hallan dos genes que pueden aumentar el riesgo de esquizofrenia
Los investigadores han identificado dos genes previamente desconocidos vinculados a la esquizofrenia y han implicado recientemente a un tercer gen como portador de riesgo tanto para la esquizofrenia como para el autismo, lo que puede apuntar a nuevas terapias, según publican online en la revista ‘Nature Genetics’.
Dirigido por la Escuela Icahn de Medicina del Mount Sinaí, en Estados Unidos, el estudio multicéntrico demostró además que el riesgo de esquizofrenia conferido por estas variantes perjudiciales raras se conserva en todas las etnias.
La esquizofrenia es una de las enfermedades mentales más graves. Se da en aproximadamente 1 de cada 100 personas y afecta a su forma de pensar, sentir y comportarse. Las personas con esquizofrenia pueden parecer que han perdido el contacto con la realidad, lo que puede resultar angustioso para ellas y sus familias.
En el estudio –el primer trabajo conocido de este tipo que investiga el riesgo de esquizofrenia en diversas poblaciones, en particular las de ascendencia africana– los investigadores hallaron los dos genes de riesgo, SRRM2 y AKAP11, comparando las secuencias genéticas de personas con esquizofrenia con las de controles sanos. El metaanálisis incluyó conjuntos de datos existentes que sumaban hasta 35.828 casos y 107.877 controles.
La investigación se basa en un estudio reciente que identificó 10 genes de riesgo de esquizofrenia. Sin embargo, a diferencia de la investigación actual, el estudio anterior se realizó en personas de ascendencia europea predominantemente blanca.
«Al centrarnos en un subconjunto de genes, descubrimos variantes perjudiciales poco frecuentes que podrían dar lugar a nuevos medicamentos contra la esquizofrenia», explica el autor principal, el doctor Dongjing Liu, antiguo investigador postdoctoral en el laboratorio del doctor Alexander W. Charney, coautor principal del estudio y profesor asociado de Psiquiatría, Genética y Ciencias Genómicas, Neurociencia y Neurocirugía en el Icahn Mount Sinai.
«También es significativo –prosigue–: al estudiar a personas de diversos orígenes ancestrales, descubrimos que las variantes dañinas raras en genes evolutivamente limitados confieren una magnitud similar de riesgo de esquizofrenia entre esas poblaciones diferentes y que los factores genéticos previamente establecidos en personas predominantemente blancas se han extendido ahora a los no blancos para esta enfermedad debilitante».
El tercer gen señalado en el estudio, el PCLO, estaba implicado anteriormente en la esquizofrenia, pero ahora se identifica como de riesgo compartido para la esquizofrenia y el autismo. Este hallazgo plantea un interrogante sobre cómo concebimos las enfermedades cerebrales en su conjunto, sugiere Charney.
«Se sabe que hay componentes genéticos compartidos entre enfermedades –continúa–. Clínicamente, los genes pueden parecer diferentes en la misma familia. La misma variante en la misma familia puede causar autismo en un miembro de la familia y esquizofrenia en otro. La idea de que un mismo gen tenga manifestaciones diferentes nos resulta muy interesante, ya que podría ser útil a la hora de tratar a las personas en la clínica».
Los investigadores advierten de que no todos los pacientes tienen una variante dañina rara en los genes de la esquizofrenia identificados. La enfermedad es multifactorial y no existe un factor único.
A continuación, los investigadores planean evaluar si estos genes pueden tener un papel clínico y cómo y si pueden estar ligados a un comportamiento o síntoma específico de la esquizofrenia. También trabajarán para identificar fármacos que puedan dirigirse a los genes del estudio.
«Queríamos continuar la perspicaz labor de mi mentora y de la difunta doctora Charney, Pamela Sklar, psiquiatra, genetista y neurocientífica, cuya conceptualización del diseño del estudio para seleccionar primero los genes y luego investigarlos en un gran número de casos y controles fue una idea revolucionaria», destaca Laura M. Huckins, coautora principal del estudio, anteriormente en el Icahn Mount Sinai y ahora profesora asociada de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Yale.
«Este trabajo no habría sido posible sin la enorme colaboración mundial y la buena disposición de la gente a trabajar con nosotros –reconoce–. Nuestro objetivo final compartido en este campo es mejorar la vida de los pacientes, y estamos agradecidos a nuestros colaboradores que se asociaron con nosotros en este esfuerzo».
Fuente: infosalus.com