El grado de rigidez de las células T influye mucho en su reacción inmunitaria
Las células T, de enorme importancia en nuestro sistema inmunitario, se pasan el día “estrechando las manos” con otro tipo de célula que les presenta pequeños trozos de proteína de patógenos o de células cancerosas. Pero cada célula T está programada para reconocer solo unos pocos fragmentos de proteína, conocidos como antígenos, lo que significa que pueden pasar años sin que ella, o sus descendientes, reconozcan un antígeno concreto.
Cuando la célula T reconoce un antígeno, da un “abrazo” a la célula que se lo presenta, por así decirlo, en vez de un apretón de manos. Esta interacción inicial ocasiona que la célula T busque en las proximidades para encontrar otras células que estén presentando el mismo antígeno, para darles también “abrazos”.
En el nuevo estudio, unos investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), de Estados Unidos, han descubierto que después del abrazo inicial, las células T se vuelven «más sociables», dando algo más que un “abrazo de oso” a cualquier célula que les presente su antígeno. Estos abrazos más grandes ayudan a activar a la célula T, equipándola para moverse por el cuerpo y coordinar ataques multicelulares para luchar contra infecciones y cánceres. El equipo de la UCLA ha averiguado que la respuesta de las células T está controlada por lo rígidas o blandas que se encuentren; concretamente, las células reaccionan despacio cuando están rígidas y se activan con suma facilidad cuando están blandas.
El equipo de Manish Butte, de la UCLA, se valió de manera pionera de un método que usa un microscopio de fuerza atómica para realizar observaciones en tiempo real sobre qué excita a las células T en la escala nanométrica. Una vez averiguaron que las células T se ablandaban tras la activación, identificaron la vía bioquímica que controla la rigidez de la célula. Después, identificaron fármacos que pueden ayudar a las células T a provocar o moderar una respuesta. Lo hallado proporciona a los científicos una nueva capacidad para manipular el sistema inmunitario.
En las personas y en otros animales surgen enfermedades cuando las células T atacan a las células del propio cuerpo, o cuando no consiguen señalizar el ataque contra células cancerosas o patógenos infecciosos. Hasta ahora, teníamos un conocimiento limitado sobre lo que controla la activación de la célula T. Gracias a lo descubierto en el nuevo estudio, esta situación puede comenzar a cambiar.
Fuente: noticiasdelaciencia.com