El CSIC desarrolla una vacuna contra el covid que no requiere agujas ni congeladores
Lo único que se debe hacer es apoyar el cilindro en la piel para que se introduzca directamente en el músculo de una forma ‘más cómoda’
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) está trabajando en una nueva vacuna contra el covid que no requerirá agujas para ser dispensada ni congeladores para conservarse. Con estas características, los científicos auguran un salto cualitativo en la protección mundial frente a esta enfermedad, dado que su suministro será mucho más sencillo en los países menos desarrollado.
Así lo afirma el parasitólogo del CSIC, Vicente Lagarra, uno de los científicos del grupo de investigación que desarrolla esta vacuna española. «Se trata de un procedimiento nuevo que funciona con un cilindro de aire comprimido», explica el científico que ha sido invitado a participar Campus África, celebrado en la Universidad de La Laguna (ULL). De este modo, lo único que se debe hacer es apoyar el cilindro en la piel para que se introduzca directamente en el músculo de una forma «más cómoda», como destaca Lagarra.
Los investigadores han optado por crear una vacuna basada en el ADN, «que es muchísimo más estable que el RNA mensajero». Dicha resistencia también le concede una mayor adaptabilidad a la temperatura ambiente, lo que supone una ventaja frente a las vacunas actuales de ARN, como la de Pfizer o la de Moderna.
Los investigadores creen que podrían empezar los ensayos clínicos a principios del año que viene
La nueva vacuna, sin nombre aún establecido, está mostrando resultados muy prometedores. «Con tres dosis se logra una protección de casi el 100% con tres dosis», resalta el investigador. A esto se une que «a los dos días ya es capaz de inhibir la infección», explica Lagarra.
Pero esta vacuna no solo muestra ciertas mejoras con respecto a las vacunas actuales, también mantiene una de sus mejores características. Y es que, al igual que estas, la vacuna que está en fase de experimentación en las dependencias del CSIC tiene capacidad para desarrollar memoria inmune a medio plazo a través de la respuesta celular.
En las vacunas de ARN o ADN se logra que las células guarden la información sobre el patógeno hasta que ocurra la infección. Gracias a esto, aunque las últimas variantes desarrollan un escape inmune, las personas vacunadas reaccionan de manera efectiva a ellas; «porque aún cuenta con inmunidad celular».
El mecanismo de producción de anticuerpos de esta vacuna es similar al que usan las de ARN. Este ADN sintético entra en las células y pone en marcha su maquinaria genética para crear el ARN mensajero. Este ácido ribonucleico es el que, a su vez, sintetiza la proteína S que el virus utiliza para infectar a las células. «Estamos teniendo muy buenos resultados de protección en los animales», segura Lagarra. Si todo va bien, a finales de año podrían comenzar los ensayos clínicos.
La vacuna Hipra, otra de las apuestas de España, se basa en la recombinación de la proteína S
Pero el CSIC no es el único que está tratando de buscar una mejor vacuna para que España pueda ser autosuficiente, los laboratorios Hipra, con sede en Amer (Girona), van incluso más avanzados. Esta vacuna, que se encuentra realizando ensayos clínicos, ha presentado buenos resultados frente a la variante ómicron. Esta empresa trabaja en el método de recombinar la proteína S, con lo que está diseñada para las cepas alfa y beta, pero se puede adaptar a las que «puedan ir surgiendo». La Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (Aemps) tiene aprobadas otras dos vacunas que usan este método: la cubana Soberana 02 y la americana Novavax.
La amalgama de vacunas de nueva generación no solo servirá para que los países tengan más opciones de compra, también para reforzar los sistemas inmunes de la población. «Una vacuna del mismo tipo hace que el sistema inmune se aburra», resalta Lagarra, que insiste que estos nuevos sueros también lograrán «ventajas adicionales», como «menos efectos secundarios» y la prevención de secuelas. La cuarta dosis está a la vuelta de la esquina, pero Lagarra advierte de que inocularse a la población general no tendrá efectos. En investigaciones previas, realizadas en Israel, se ha visto que la cuarta dosis «incrementa la protección en personas mayores e inmunodeprimidos, pero en los jóvenes no ha tenido ningún efecto».
Fuente: elperiodico.com