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Desarrollan el primer tratamiento para enfermedades causadas por priones

La estrategia de silenciar genes patológicos en el cerebro podría ser útil contra otras enfermedades neurodegenerativas

En una investigación que sienta las bases para el tratamiento de las enfermedades causadas por priones, una terapia experimental ha inhibido la producción de la proteína priónica en el cerebro de ratones. Estas enfermedades, como el Creutzfeldt-Jakob y el insomnio familiar fatal, causan una rápida neurodegeneración y en la actualidad son inevitablemente mortales.

La innovadora terapia, llamada CHARM, se basa en silenciar genes patológicos. Podría ser útil en un futuro contra otras enfermedades neurodegenerativas relacionadas con proteínas anómalas como el alzhéimer o el parkinson, señalan los autores de la investigación.

Según advierten en la revista Science, donde hoy presentan sus resultados, aún están perfeccionando la técnica antes de realizar ensayos en personas.

Pero tienen prisa por iniciar estos ensayos cuanto antes. Sonia Vallabh, codirectora de la investigación, empezó a trabajar en priones tras descubrir que tiene una alteración genética que la predispone a desarrollar insomnio familiar fatal en el futuro. Lo descubrió después de que su madre muriera en 2010 y en la autopsia se descubriera que había fallecido de una enfermedad priónica.

El avance se ha logrado en ratones; aún no se han iniciado ensayos en personas

Vallabh y su marido Eric Winikel, con quien se había casado el año anterior, reorientaron sus carreras para investigar cómo prevenir y tratar estas enfermedades. Ambos trabajan actualmente en el Instituto Broad del MIT y Harvard y en el hospital General de Massachusetts (EE.UU.).

Las patologías causadas por priones se producen porque el gen PrP produce una forma anómala de la proteína priónica en el cerebro. Cuando esto ocurre, la proteína provoca daños extensos en el cerebro que llevan a la neurodegeneración y a la muerte.

La estrategia que están desarrollando Vallabh y Winikel consiste en silenciar el gen PrP para que no produzca la proteína anómala. Se trata de una terapia epigenética, que consiste en situar una pequeña molécula sobre una región precisa del ADN para mantener el gen inactivo.

Es diferente de las terapias génicas en que se modifican los genes -por ejemplo, con la técnica de edición genética CRISPR-. Y diferente también de las terapias farmacológicas clásicas que actúan sobre las proteínas anómalas cuando ya se han producido. Ni las terapias génicas ni las farmacológicas clásicas han aportado tratamientos eficaces contra las enfermedades priónicas.

Según los resultados presentados en Science, la terapia epigenética CHARM ha reducido en un 80% la producción de proteína priónica en el cerebro de ratones. Estudios anteriores, también en ratones, han mostrado que una reducción del 21% es suficiente para retrasar el inicio de síntomas de las enfermedades priónicas, y que una reducción del 50% aumenta de manera significativa la supervivencia.

“Son resultados muy prometedores pero en una fase aún muy precoz de desarrollo”, valora Manel Esteller, investigador Icrea en el Institut Contra la Leucèmia Josep Carreras y especialista en epigenética. Muy prometedores porque “abren una puerta para intentar tratar estas patologías incurables” y porque “los resultados podrían originar investigación en otras enfermedades neurodegenerativas donde hay producción de proteínas anómalas”, valora Esteller. Pero preliminares porque “estamos aún lejos de la aplicación práctica de estos resultados”.

La terapia epigenética no se basa en corregir genes defectuosos sino en silenciarlos para que no produzcan proteínas

“Aún no tenemos ensayos clínicos iniciados ni previstos”, ha informado Vallabh en un correo a La Vanguardia. “El próximo paso es optimizar CHARM para el gen PrP humano”.

La terapia CHARM se ha desarrollado gracias a una colaboración entre el laboratorio de Vallabh y Winikel en el Instituto Broad y el de Jonathan Weissman en el Instituto Whitehead, también en Massachusetts. Weissman había desarrollado una técnica epigenética para silenciar genes que era adecuada para hacer investigación pero no para utilizarla como terapia.

Introduciendo ingeniosas mejoras en la técnica de Weissman, los investigadores han conseguido una terapia epigenética que, con los datos presentados hasta ahora, parece ser eficaz, duradera, reversible y segura. Una de estas mejoras ha sido el desarrollo de un adenovirus terapéutico capaz de administrar la terapia epigenética a todo el cerebro. Otras mejoras se basan en aprovechar la maquinaria de las propias células para realizar la terapia, lo que evita tener que administrar moléculas adicionales.

“Esta estrategia innovadora aborda cada una de las limitaciones de las estrategias actuales de edición” genética y epigenética, valoran en un artículo de análisis en Science Madelynn Whittaker y Kiran Musunuru, de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.). “Podría tener tanto impacto para la salud humana como otras tecnologías transformadoras, como la edición de bases genéticas”.

La terapia CHARM ofrece “una solución al problema de silenciar genes patológicos y tiene el potencial de tener una posición importante en el futuro de las medicinas genéticas”, declara en un comunicado Jonathan Weissman, codirector de la investigación.

Fuente: lavanguardia.com