Cuándo los medicamentos pueden comprometer la vida más que la enfermedad
A todos nos puede pasar el hecho de olvidar tomar la dosis de un medicamento, para lo cual generalmente hay una indicación del médico sobre lo que hay que hacer al respecto y que no se vea afectada nuestra salud. Sin embargo, el paciente con diabetes no debe perder nunca la comunicación con su doctor, y ante situaciones de duda u olvido debe remitirse a consulta tan pronto como sea posible.
Si después del desayuno, por ejemplo, un paciente debe aplicarse 20 unidades de insulina y decide incluir esa mañana un pastel de chocolate, para “reparar el daño” se aplica 40, sin consultar a su médico, lo que puede derivarse de ello es una baja en el nivel de azúcar (hipoglucemia) que lo puede mandar al hospital y hasta causarle amenazas a su vida.
“Tener diabetes no implica que quien la padece deba olvidarse de consumir pasteles o tamales. Basta con ser un paciente controlado y modificar la dosis en los medicamentos para esas ocasiones especiales”, señala el doctor Marco Villalvazo Molho, quien imparte el diplomado en formación de educadores en diabetes en la Federación Mexicana de esta enfermedad.
Advierte que aumentar las dosis en insulina o pastillas, como metformina o glibenclamida, implica un riesgo si no se tiene el aval del médico correspondiente.
Villalvazo Molho aclara que el ajuste de dosis de medicamentos debe ser personalizado, ya que no es lo mismo padecer diabetes tipo I donde el afectado debe inyectarse tres veces al día y medir sus niveles de glucosa hasta siete ocasiones, que tener diabetes tipo II y controlarse con pastillas, ejercicio y alimentación.
Asimismo, señala que tampoco es pecado ir a una fiesta y consumir alimentos que podría pensarse que son prohibidos, como pastel, chilaquiles o tamales. Pero para disfrutar de ese beneficio debe seguirse ciertas reglas, entre ellas ser un paciente que tiene niveles de glucosa óptimos, conocer cuántos carbohidratos contiene el alimento que planea comer, medir su nivel de azúcar en sangre, antes y después de ingerirlo, y saber qué cantidad de medicamento deberá aumentar para estabilizarse. Todo ello es consecuencia de una buena comunicación con el médico tratante.
“Hay que comer por placer y no a causa de la compulsión”, recomienda Villalvazo Molho y reitera que cuando un paciente tiene buen control de lo que se lleva a la boca, hace ejercicio y maneja niveles normales en la glucosa, su cuerpo no le pedirá más. Pero tampoco puede decidir cuándo rompe con la dieta alimentaria y aumenta la medicación sin el aval médico, sustenta.
Finalmente, el especialista aconseja medirse los niveles de azúcar en varios momentos del día y anotarlos. Por ejemplo, realizar pruebas en ayunas y dos horas después de haber empezado a comer; eventualmente puede hacerlo a las tres de la mañana. Este monitoreo será de apoyo para el médico a la hora de ajustar un medicamento. Sólo el especialista podrá determinar qué resultados se espera obtener con cada paciente. (Agencia ID)