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Consiguen restaurar la función cardíaca en monos gracias a células madre humanas

Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle (Estados Unidos) han utilizado con éxito células madre humanas para restaurar la función cardíaca en monos con insuficiencia cardíaca, lo que sugiere que la técnica podría ser efectiva en pacientes con esta patología, la principal causa de muerte en el mundo.

“Las células forman nuevo músculo que se integra en el corazón para que vuelva a bombear como hace habitualmente. En algunos casos, las células devolvieron el funcionamiento de los corazones a más del 90 por ciento de lo normal”, ha explicado el doctor Charles Murry, profesor de Cardiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, y uno de los autores de este estudio, publicado en la revista ‘Nature Biotechnology’.

El experto explica que sus hallazgos muestran que los cardiomiocitos derivados de células madre embrionarias humanas pueden volver a muscularizar infartos en corazones de mono macaco y, al hacerlo, reducir el tamaño de la cicatriz y restaurar una cantidad significativa de función cardíaca.

En el estudio, los investigadores indujeron ataques cardíacos experimentales en monos macacos, que fueron elegidos porque el tamaño de su corazón y su fisiología son similares a los de los humanos. Los ataques cardíacos redujeron las fracciones de eyección del ventrículo izquierdo del corazón, una medida de cuánta sangre bombea el corazón por latido, de aproximadamente 65 a 40 por ciento, lo suficiente como para poner a los animales en insuficiencia cardíaca.

Dos semanas más tarde, tomaron las células del corazón que habían crecido de las células madre embrionarias humanas y las inyectaron dentro y alrededor del tejido cicatricial joven. Cada animal recibió aproximadamente 750 millones de estos cardiomiocitos derivados de células madre. Como comparación, a un grupo de control se le inyectó una versión de células de la solución que se usó para inyectar las células madre en los animales de tratamiento.

Los investigadores encontraron que, cuatro semanas después del tratamiento, la fracción de eyección de los animales de control no tratados permaneció esencialmente sin cambios, alrededor del 40 por ciento, pero en los animales tratados la fracción de eyección había aumentado un 49,7 por ciento, aproximadamente a la mitad de lo normal. Las imágenes de resonancia magnética mostraron que el nuevo músculo cardíaco había crecido dentro de lo que había sido tejido cicatricial en los corazones tratados, mientras que no se observó nuevo músculo en los animales no tratados.

El equipo analizó la evolución de dos animales tratados y un animal de control durante tres meses. La fracción de eyección en el animal de control disminuyó, mientras que los animales tratados continuaron mejorando. Sus fracciones de eyecciones aumentaron del 51 por ciento, a las cuatro semanas después del tratamiento, al 61 por ciento, y al 66 por ciento, esencialmente fracciones de eyección normales, en tres meses.

Cuando estudiaron los corazones, descubrieron que las células del corazón humano habían formado nuevo tejido muscular en la región dañada. El nuevo tejido muscular había reemplazado del 10 al 29 por ciento del tejido cicatricial, se integró con el tejido sano circundante y se desarrolló en células cardíacas maduras.

Murry señala que el objetivo de la investigación es desarrollar un tratamiento que pueda administrarse a las personas poco después de un ataque cardíaco para prevenir la insuficiencia cardíaca. “Debido a que las células del corazón duran mucho tiempo, no debería haber necesidad de tratamientos adicionales. Las células madre trasplantadas también se alterarán genéticamente para reducir el riesgo de rechazo inmunológico, lo que a menudo complica el trasplante de órganos”, ha detallado.

Fuente: europapress.es