Científicos asturianos descubren cien genes que ayudan a frenar el cáncer
Un grupo de investigadores asturianos y extranjeros, liderados por Juan Cadiñanos, director del Laboratorio de Medicina Molecular del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA), ha logrado identificar más de cien genes que cooperan con un gen denominado PTEN en la tarea de frenar el cáncer. Los científicos acaban de publicar este avance en el número de esta semana de la prestigiosa revista “Nature Genetics”. El efecto que analizan ha sido observado y estudiado en varios tipos de tumores, pero de forma especialmente meticulosa en el de próstata.
Del elenco de firmantes forman parte también Jorge de la Rosa, quien realizó la tesis doctoral en Oviedo y actualmente trabaja en el Wellcome Trust Sanger Institute (WTSI) de Cambridge, y que es el primer firmante del trabajo, y Carlos López Otín, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo.
El citado gen PTEN es un supresor de tumores, es decir, tiene como función evitar el crecimiento descontrolado de las células. “Para evitar el cáncer, PTEN no actúa solo, sino que colabora con otros genes, muchos de los cuales aún no se conocen. Identificar esos genes facilitaría conocer mejor los mecanismos por los que se desarrolla el cáncer y permitiría idear nuevas estrategias para combatirlo”, subrayan los investigadores asturianos.
Con el objetivo de identificar los genes que cooperan con PTEN, los investigadores utilizaron ratones modificados genéticamente. En estos ratones, una parte esencial del gen PTEN había sido convertida en un transposón (un fragmento de ADN “saltarín” capaz de moverse de un lugar a otro del genoma). “Cuando el transposón salta en cualquier célula de estos ratones, se lleva consigo un fragmento de PTEN, provocando la inactivación de este supresor tumoral. Pero además, el transposón puede volver a insertarse en otra región del genoma de la misma célula, creando una nueva mutación inactivadora”, explica Juan Cadiñanos.
¿Qué información aporta esta herramienta? Una muy relevante: “Que aquellas células en las que la segunda mutación inactiva alguno de los genes que cooperan con PTEN para evitar el desarrollo de tumores están más predispuestas a convertirse en células cancerosas”, precisa Jorge de la Rosa.
Los científicos analizaron los tumores que aparecían en estos ratones e identificaron los genes que habían sido alterados por el transposón en cada uno de ellos. Aquellos genes más frecuentemente alterados constituían candidatos a ser genes supresores tumorales.
Centrándose en cinco de los más de cien genes identificados, los investigadores confirmaron que su inactivación en células benignas de próstata las transformaba en malignas, pero sólo si se hacía a la vez que se inactivaba el gen PTEN. Además, los científicos comprobaron que los tumores de próstata humanos tienen niveles cada vez más bajos de cada uno de estos genes conforme progresa la enfermedad. Asimismo, los pacientes con niveles más elevados de los cinco genes tienen menos probabilidades de que sus tumores progresen, lo cual confirma que se trata de verdaderos genes supresores tumorales.
El trabajo, liderado desde el IMOMA, ha sido llevado a cabo en colaboración con el IUOPA de la Universidad de Oviedo, el WTSI de Cambridge y la Universidad Técnica de Múnich. Los investigadores españoles han contado para este proyecto con la financiación de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, el Ministerio de Economía y Competitividad, la Fundación EDP, la Fundación Bancaria Caja de Ahorros de Asturias/Liberbank y la Fundación Centro Médico de Asturias.
Los científicos señalan que uno de cada siete hombres padecerá cáncer de próstata a lo largo de su vida. Como todos los tipos de cáncer, el de próstata se desarrolla por la acumulación de alteraciones en el genoma de las células normales que, tras ello, se transforman en cancerosas. Por ejemplo, más de la mitad de los tumores malignos de próstata tienen mutaciones que inactivan el gen PTEN, inactivado también en el 50 por ciento de los cánceres de endometrio, en el 20-40 por ciento de los tumores cerebrales, en el 20 por ciento de los melanomas y en algo menos de un 10 por ciento de los tumores de mama o de tiroides, entre otros.
Fuente: lne.es