Avance histórico: Trasplantan con éxito un riñón que estuvo congelado 10 días
Investigadores buscan crear bancos de riñones de cerdo congelados, modificados genéticamente para su uso en humanos
El 31 de marzo, cirujanos en el Hospital General de Massachusetts comenzaron una operación que esperaban que marcara un cambio permanente en la forma en que riñones son trasplantados en personas.
Su paciente era un cerdo al que le faltaba un riñón y necesitaba un implante.
Si bien los riñones normalmente deben ser trasplantados en un lapso de 24 a 36 horas, el riñón que sería implantado en el cerdo se había extraído hacía 10 días, se había congelado y se había descongelado esa misma mañana.
Nunca antes se había trasplantado un órgano congelado a un animal grande. “Creo que hay alrededor de 50 por ciento de probabilidades de que funcione”, dijo Korkut Uygun, profesor de cirugía y un líder del equipo, antes de la cirugía.
Hay una escasez grave y continua de riñones para trasplantes —más de 92 mil personas están en listas de espera. Una razón es que el plazo de 24 a 36 horas es tan breve que limita el número de receptores compatibles.
Intentos previos de congelar órganos habían fracasado. En muchos casos, se formaban cristales de hielo que los destruían. Otras veces, la sustancia destinada a detener la formación de cristales, un crioprotector, era tóxica y mataba células. O el órgano congelado se volvía tan frágil que se agrietaba.
Bancos de riñones
Investigadores en el laboratorio de Uygun estudiaron ranas del bosque canadienses. Cuando el clima se vuelve frío, cambia el metabolismo de la rana, lo que le permite congelarse. Su corazón y todos sus procesos celulares se detienen. Está prácticamente muerta.
Los investigadores hallaron que la rana comienza a producir grandes cantidades de glucosa justo antes de hibernar. La glucosa se acumula dentro de las células, donde reduce el punto de congelación del agua, impidiendo la formación de hielo.
Los investigadores intentaron imitar el proceso en hígados de ratas. Trabajaron con órganos recién extirpados, pero aún vivos, enfriándolos lo suficiente como para detener los procesos metabólicos, pero no tanto como para arriesgarse a la formación de grandes cristales de hielo.
Comenzaron infundiendo una glucosa artificial que no puede ser metabolizada. El azúcar se acumula en las células, pero al ser inservible, entran en una especie de estado de animación suspendida, deteniendo sus procesos metabólicos.
Al mismo tiempo, los investigadores añadieron un anticongelante diluido —propilenglicol— que reemplaza el agua que queda en las células. Como resultado, se forma muy poco hielo en el interior de las células, que es donde ocurre el daño causado por la congelación de los órganos.
Su solución de almacenamiento es una mezcla de propilenglicol diluido y azúcar artificial, además de Snomax, la sustancia utilizada para hacer nieve artificial en pistas de esquí. Snomax crea diminutos cristales de hielo uniformes, lo que ayuda a asegurar que el hielo que se forma no cause daños. Para descongelar los órganos, los científicos colocan los hígados en una solución tibia que contiene propilenglicol y glucosa artificial, y diluyen gradualmente las sustancias químicas hasta que desaparecen. Tomó unos cinco años lograr que el proceso se realizara de manera correcta.
El siguiente paso fue pasar a una especie de mamífero más grande: los cerdos. El objetivo final de los investigadores es crear bancos de riñones de cerdo congelados, modificados genéticamente para su uso en humanos.
El equipo congeló y descongeló 30 riñones de cerdo, asegurándose de que los órganos se mantuvieran sanos tras la congelación. Descubrieron que podían mantener los riñones congelados hasta un mes sin daños evidentes.
En la prueba de marzo, el riñón permaneció congelado durante 10 días y sería trasplantado de nuevo al cerdo del que se había extraído. El equipo descongeló el riñón, un proceso que duró dos horas.
Luego de que los cirujanos cosieran el riñón, el órgano blanquecino se tornó rosado rápidamente a medida que la sangre fluía a él.
Finalmente, éxito: antes de coser al cerdo, los investigadores observaron cómo el riñón trasplantado producía orina.
Fuente: laprensa.hn