Un dron submarino encuentra los restos de un naufragio ocurrido hace un siglo
El dron submarino autónomo “Hydrus” capta simultáneamente video e imágenes 4K georreferenciadas, lo que permitiría realizar exploraciones oceánicas más precisas para hallar naufragios que todavía no se han localizado
Un pequeño dron submarino llamado “Hydrus” localizó los restos de un barco carbonero (collier) de 100 años de antigüedad en las aguas profundas de la costa occidental de Australia. Con base en los datos que captó el dron, los científicos emplearon la fotogrametría para “reconstruir” virtualmente el navío de unos 64 metros (210 pies) en un modelo 3D (más abajo).
El uso de sumergibles robóticos para localizar y explorar naufragios históricos es una práctica bien establecida. Por ejemplo, los investigadores recurrieron a vehículos teledirigidos (ROV, por sus siglas en inglés) para estudiar los restos del “HMS Terror”, la malograda expedición al Ártico del capitán Sir John S. Franklin para cruzar el Paso del Noroeste en 1846. En 2007, un par de hermanos, impresores residentes en Norfolk, hallaron las ruinas del “Gloucester”, que encalló en un banco de arena frente a la costa de la región en 1682 y se hundió en una hora. Entre los pasajeros se encontraba James Stuart, duque de York y futuro rey James II de Inglaterra, que escapó en un pequeño bote justo antes de que la nave se hundiera.
Naufragios pendientes de exploración
En 2022, el Falklands Maritime Heritage Trust y National Geographic anunciaron el descubrimiento del barco “Endurance” del explorador británico Sir Ernest Shackleton. En 1915, Shackleton y su tripulación quedaron varados durante meses en el hielo antártico después de que el navío fuera aplastado por la banquisa y se hundiera en las heladas profundidades del mar de Weddell. Los restos se encontraron casi 107 años después, a 3,008 metros de profundidad, a unos 6.4 kilómetros (cuatro millas) al sur de la última posición registrada del navío. Estaban en perfecto estado, en parte debido a la falta de microbios devoradores de madera en aquellas aguas. De hecho, la palabra “ENDURANCE” se distinguían claramente en las tomas de la popa.
Y justo el año pasado, se utilizó un ROV para comprobar el hallazgo de los restos de una barcaza goleta llamada “Ironton”, que chocó con un carguero de los Grandes Lagos de nombre “Ohio” en el conocido «Callejón de los Naufragios» del lago Hurón en 1894. El pecio estaba tan bien conservado en las gélidas aguas de dicha zona que sus tres mástiles seguían en pie y su jarcia aún sujeta. Ese descubrimiento ayudaría a resolver interrogantes sin respuesta sobre las últimas horas del barco.
Según Advanced Navigation, existen unos tres millones de restos de naufragios sin descubrir en todo el mundo: tan solo frente a la costa de Australia Occidental hay registrados 1,819. Eso incluye el cementerio de barcos de Rottnest, justo al suroeste de la isla, con un fondo marino de unos 50 a 200 metros bajo el nivel del mar (164 a 656 pies). La isla es conocida por el número de embarcaciones que se hundieron cerca de su costa desde el siglo XVII. El cementerio de Rottnest es más bien un vertedero de barcos obsoletos que naufragaron, de los que por lo menos 47 se considerarían de relevancia histórica.
Exploración oceánica con drones submarinos
Este tipo de exploración oceánica profunda suele durar mucho tiempo y ser cara, sobre todo a profundidades superiores a los 50 metros (164 pies). Hydrus se diseñó para reducir significativamente el costo de este tipo de actividad. Una sola persona es capaz de desplegar el dron gracias a su tamaño compacto, por lo que no se necesitan grandes embarcaciones ni complicados sistemas de lanzamiento. Además, Hydrus captura video 4K georreferenciado e imágenes fijas al mismo tiempo. Cuando esta última expedición se dio cuenta de que había encontrado un naufragio, pudo enviar un par de drones para realizar una inspección completa en tan solo cinco horas.
Ross Anderson, curador del Western Australia Museum, pudo identificar el pecio como un barco carbonero de hierro utilizado en su día en el puerto de Freemantle para dar servicio a los barcos de vapor, construido probablemente en las décadas de 1860-1890 y que se hundió en el cementerio en algún momento de los años veinte. Los datos de geolocalización proporcionados a los científicos del HIVE (Hub for Immersive Visualisation and eResearch) de la Universidad de Curtin les permitieron emplear la fotogrametría para convertir lo recolectado en un modelo digital en 3D. “Nunca se insistirá lo suficiente en lo mucho que ayuda esta estructura de los datos a limitar la coincidencia de rasgos y a reducir el tiempo de procesamiento, especialmente en grandes conjuntos de información”, declaró en un comunicado Andrew Woods, profesor de la institución académica.
El próximo objetivo del equipo de expedición que utilizará la tecnología de Hydrus es el pecio del lujoso barco de vapor para pasajeros “SS Koombana”, que desapareció en algún lugar de Port Hedland en ruta a Broome durante un ciclón tropical en 1912, y se presume que perecieron 150 personas a bordo. Los únicos restos recuperados en aquel momento fueron parte de un entablado de la proa de estribor, una puerta de camarote, un panel de la cubierta de paseo y unos tanques de aire. En los años ochenta hubo un par de informes sobre “anomalías magnéticas” en el fondo marino de la isla de Bedout, parte de la trayectoria que habría seguido el Koombana. Pero a pesar de varias expediciones en aguas profundas a principios de la década de 2010, hasta la fecha no se ha encontrado el naufragio real.
Para explorar una representación interactiva en 3D de los restos del naufragio, puedes visitar esta página web.
Fuente: es.wired.com